¿Se imagina a Roberto Lavagna como presidente provisional del Senado? ¿Y a un macrista u otro peronista opositor como jefe de la Cámara de Diputados? No es ningún delirio que puedan llegar a ocupar el segundo y tercer lugar en la línea sucesoria. Según todas las encuestas, eso puede ocurrir a fin de año, cuando se incorporen los legisladores que se elegirán en octubre. El documento “Unidos para cambiar”, firmado en Córdoba, se plantea como principal objetivo “construir una nueva mayoría para conducir el Parlamento”.
Todo depende de la magnitud del voto castigo a Cristina que, según los consultores más serios, va a ser importante. El peronismo del mejor Perón, “el del abrazo con Balbín”, dijo De la Sota, fiel a su condición de partido del poder, va a luchar para que en 2015 gane un presidente que no sea Cristina ni cristinista. Esa batalla la van a dar en todos los terrenos y en los tres poderes.
1) En el Congreso. Intentarán ponerle límites a Cristina y cerrar la escribanía en la que fue convertido. Si todavía existe, derogarán las leyes de la reforma judicial, entre otras. ¿Ley de Medios también? El Parlamento fuera de los caprichos K se convierte, además, en una válvula de seguridad republicana. Garantiza continuidad y gobernabilidad democrática para el caso de que se produzca lo que Dante Caputo llama “suicidio institucional”. Un despecho de Cristina que pegue un portazo ante un resultado fuertemente adverso. Nadie en su sano juicio lo desea. Sería traumático para todos. Pero quieren prever todas las posibilidades, y con más razón las que ya ocurrieron. Alberto Fernández contó detalles de aquella noche de derrota por el voto no positivo de Cobos en la pelea por la 125, en la que el mismísimo Lula hizo desistir al matrimonio presidencial de abandonar el barco “porque este pueblo no nos merece”.
2) En la Justicia. Apuestan a que la Corte Suprema voltee las leyes inconstitucionales a las que quieren someterla. Si eso no ocurre, Gustavo Ferrari, Federico Pinedo y Ricardo Gil Lavedra están explorando una lista única para los candidatos a consejeros de la Magistratura. Están dispuestos a aceptar el desafío de polarizar con la boleta de la Presidenta y a convertir eso en una suerte de plebiscito sobre la gestión de Cristina y en contra de una nueva reelección.
3) En el Poder Ejecutivo. El objetivo es que las urnas de octubre alumbren a los representantes más taquilleros, según el tamaño del triunfo en cada distrito. De allí surgirán los que se sientan en condiciones de pelear por el sillón de Rivadavia.
¿Cuál es el verdadero alcance de esta coalición en ciernes? Es el instrumento más novedoso desde que en 2009 Unión-PRO, con Francisco de Narváez, canalizó la bronca masiva y derrotó a una lista que integraban nada menos que Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa. Es un techo sólido en el que pueden refugiarse todos los peronistas maltratados y humillados por Cristina, que cada día son más. Nada les garantiza un triunfo, pero no es un proyecto testimonial. Por primera vez, un tipo de peronismo en el poder va a ser enfrentado en elecciones por otro peronismo de similares proporciones.
A Menem lo pelearon peronistas frepasistas como Pilo Bordón y Chacho Alvarez y le dieron un susto. Algún intento de los Rodríguez Saá no pasó de eso y Roberto Lavagna con el radicalismo juntó muchos votos cuando compitió con Cristina, pero no estuvo el peronismo detrás.
Este cuadrado colectivo de conducción donde no hay jefes ni candidatos a presidente tiene a Hugo Moyano y a Roberto Lavagna que coinciden en haber sido enemigos del neoliberalismo de los 90 y socios estratégicos del gobierno de Néstor. Uno es el gremialista con mayor poder de organización, movilización y daño, y el otro el economista más prestigioso de la Argentina, corresponsable como piloto de tormentas con Duhalde primero, y Néstor después, de sacar a la Argentina del infierno.
De Narváez, fue dicho, es el que ya hizo lo que quieren hacer: derrotar al apellido Kirchner en las urnas en la provincia de Buenos Aires. En política se dice que si algo ya ocurrió puede volver a ocurrir. No en vano censuran escandalosamente su gotita publicitaria mientras sigue el océano de Fútbol para Todos que pagamos ídem. Y José Manuel de la Sota, el gobernador de la provincia más importante después de Buenos Aires en términos simbólicos y en cantidad de votantes.
Este proyecto incluye a Mauricio Macri y les deja las puertas abiertas a Daniel Scioli y a Sergio Massa. Los chisporroteos que explotaron el viernes contra Macri se van a resolver en una cena privada y luego van a ofrecer un encuentro público con alguna excusa institucional. A todos les conviene funcionar como paraguas de las diversas alianzas distritales. Falta firmar todavía, pero en el borrador dibujan propuestas potentes: a Schiaretti-Baldassi en Córdoba; Del Sel-Salomón en Santa Fe; Lavagna-Michetti en Capital; De Angeli- Busti en Entre Ríos, e imaginan posibles triunfos en Chubut y en Santa Cruz con las listas de Mario Das Neves y Daniel Peralta. En Buenos Aires, lo más probable es que un radical macrista como Gustavo Posse secunde a De Narváez.
Quieren convertir el espacio en una aspiradora de dirigentes y dar una imagen de gobernabilidad. Cristina los combatirá con palabras de Gabriel Mariotto, diciendo que “son el pasado” o “la derecha socia de las corporaciones”. Desde el otro gran frente, el socialdemócrata, que intentará replicar el armado que gobierna Santa Fe (UCR + FAP), plantearán que “el peronismo es el problema y no la solución” y que “el país no puede estar a merced de la interna pejotista” y recordarán que casi todos ellos respaldaron a Néstor Kirchner. El debate promete ser inquietante. El crecimiento de los dos grandes polos opositores es directamente proporcional al deterioro de la imagen de Cristina por las granadas económicas y éticas que le vienen explotando en las manos. Esto recién empieza y nadie puede subestimar a quienes se ven a sí mismos como la encarnación de la patria liberada que lucha contra la colonia. Jamás van a bajar los brazos. Sobre todo porque el consumo sigue su marcha pese a los terremotos del dólar y porque no conocen otro rumbo que “el vamos por todo”.