COLUMNISTAS
la historieta oficial

Vicente Nario, el Mono Polio y la ex Pechocha

Aníbal Fernández chatea como loco en www.pjdigital.org y se alista para la lucha sin cuartel contra los enemigos jurados de la patria, agazapados en las entretelas de la maquiavélica ficción. Supuestos (e intrincados) informes de contrainteligencia inspiraron al jefe de Gabinete para sus próximos pasos.

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Aníbal Fernández chatea como loco en www.pjdigital.org y se alista para la lucha sin cuartel contra los enemigos jurados de la patria, agazapados en las entretelas de la maquiavélica ficción. Supuestos (e intrincados) informes de contrainteligencia inspiraron al jefe de Gabinete para sus próximos pasos:

  •  Si los Backyardigans se proyectan de atrás hacia adelante, Pablo es un pingüino bastante jodido, obvia caricaturización mafiosa del otro pingüino, el grande entre los grandes, el flamante San Martín de la Unasur.
  •  El Trece puso a la nieta de la Legrand a protagonizar Malparida, ya se sabe en destituyente alusión a quién.
  •  Confirmado: la verdadera fuente de La Nelly es Mafalda, así que, Don Quino, vaya regresando de la clandestinidad, dé la cara, ríndase y tendrá un juicio popular al pie de la Pirámide de Mayo, que para algo la estamos refaccionando casi sin costo.

Ya la Presidenta nos había advertido, citando a Marx (no confundir con Groucho), de que la historia se da primero como tragedia y se repite luego como comedia. Le faltó avisarnos con tiempo que la historia oficial se iba a transformar tan velozmente en historieta. Fernández (Cristina no, Aníbal) se consolida como comediante en jefe del cotidiano raid mediático gubernamental, sólo con tiempo extra para alentar la ascendente campaña de Quilmes, el club de sus amores. Trabaja a destajo y edita la realidad como en un reality show, género en el cual nada debería envidiarles (por orden de aparición) a Lucho Avilés, Mauro Viale, Chiche Gelblung, Jorge Rial u Orlando Barone.
El Gobierno genera un discurso entretenido. Si hasta mi nena de tres años (la misma que sabe muy bien quién es Cristina y que cuando le pregunto qué hace la Presidenta me dice: “Habla”, con ese desparpajo infantil que sólo le hace el juego a la derecha) el otro día me preguntó:
—Papi, ¿quién es el Mono Polio?

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Sin ganas de meterla en un galimatías económico inabarcable a su edad y mucho menos de explicarle que, en realidad, los que dicen eso están hablando del Grupo Clarín (porque mi nena, hasta hace poco, recorría el living gritando “¡¿Qué te pasa Clarín?! ¡¿Estás nervioooso?!” y llegó a asustarme), le contesté que el Mono Polio era un primo malo de Jorge, el curioso, el dibujo animado de ese monito insoportable que pasan por Discovery Kids. Porque la pebeta escucha hablar a cualquier hora del día de la voracidad del Mono Polio, de las mentiras del Mono Polio, del pasado negro del Mono Polio, y lo que un padre nunca debe hacer es dejar a los hijos sin respuestas. Ellos después verán. E irán al analista.

Todavía no me preguntó por Vicente Nario. Menos mal. Pero en cuanto lo haga le voy a contar que, al revés del Mono, parece que éste está del lado del bien. Todo lo bueno que se hace y lo malo que se deshace, se lo hace y deshace en nombre de Vicente Nario, que debe ser un tipo intersantísimo, porque ya hay fascículos de poesía de Vicente Nario, mesas redondas sobre la arquitectura de Vicente Nario o las mujeres de Vicente Nario, y hasta el Colón será reinaugurado para quedar bien con Vicente Nario.

Está bien, está bien... Ya pasó la hora de la pavada. Ahora corresponde que hablemos de ese admirable y voluptuoso símbolo de la Libertad de Expresión en que ha convertido la propaladora oficial a Florencia Peña. Porque de nena prodigio en Festilindo a adalid contra la censura del monopolio (no confundir con el Mono Polio) ha recorrido un largo camino la muchacha. Si no fuera por ella, su agudeza y su valentía, capaz que hasta nos quedamos sin Ley de Medios. Esa es la Argentina real. La única que vale la pena. Levantando bien alta la bandera y guiados por la ex Pechocha, le rendiremos el mejor homenaje posible a los patriotas del Bicentenario (no confundir con Vicente...). Gracias, Flor. ¡Ar-gen-tina! ¡Ar-gen-tina! ¡Ar-gen-tina!