Ya hablé en esta columna de Gonzalo García Pelayo, sevillano, cineasta, productor discográfico, editor, especialista en ganar dinero en el casino, en el póquer en línea y con los bitcoins. Pero no sospechaba que entre las excentricidades del personaje figura la de practicar el turismo de playas, cuanto más concurridas mejor. Así, en una breve gira solitaria para conocer las localidades del norte de la costa atlántica, pasó por San Clemente y vino a almorzar a casa.
Tuvimos una larga y amable charla donde se habló un poco de todo, en particular de sus métodos para ganar a la ruleta aprovechando las imperfecciones de fabricación y la mano de obra familiar. También, desde luego, hablamos de las diecinueve películas que filmó durante los últimos dos años a lo largo del mundo tras una pausa de tres décadas en su carrera. Y de su admiración por Lucía Seles, cineasta de origen argentino cuyos films está produciendo en este momento (ocho en los últimos meses) y que hizo vacilar a Pelayo en su afirmación de que Paul McCartney es el mayor artista vivo: ahora comparte el título con Seles.
García Pelayo no es solo un aficionado al arte, a las mujeres y al juego, sino también a la matemática. En tal carácter, afirma haber resuelto la conjetura de Goldbach. Formulada en 1742, tiene un enunciado muy simple (todo número par mayor que dos es suma de dos números primos) pero, desde entonces, tiene a mal traer a los profesionales. Con mi remoto pasado en la disciplina, me resulta difícil de creer, pero hay que reconocer que algo ha hecho Pelayo con la matemática, ya que gracias a sus cálculos tuvo tanto éxito como jugador. Nos contó que escribió un libro con su demostración de la conjetura y que nadie le formuló una objeción. Incluso dio una conferencia al respecto cuando presentó una retrospectiva de sus películas.
Pero nuestra discusión científica, que tuvo sus momentos álgidos, se centró en las soluciones enteras de una ecuación que Pelayo está estudiando: y2 = 9x2 + 1229x + 354. Una de ellas es x = 5, y = 82. Creí entender que su hipótesis es que no hay otras. Pero es muy confuso a la hora de expresar sus teorías en los términos habituales de los matemáticos. Así, dice: “Yo no sé si hay soluciones enteras, lo del 5 y el 82 lo sé por otro lado”. Eso suele pasar con los matemáticos aficionados, incluso uno tan distinguido como Ramanujan, de quien Hardy contaba que sus asombrosas intuiciones no estaban respaldadas por demostraciones en un sentido convencional. Sea cual fuere, la conjetura de García Pelayo permitiría, según su autor, desencriptar los códigos basados en productos de dos primos de muchísimas cifras, que es el método actual para las comunicaciones secretas. García Pelayo sostiene que, de lograrlo, la Guerra de Ucrania se terminaría en unas horas (y con la derrota de Putin, porque él les daría la solución a los servicios secretos occidentales). De hecho, él llama “d” a esos números “y” cuyos cuadrados responden a la fórmula, porque se trata de distancias entre números primos.
De todos modos, puedo decir que el título de visitante más original que tuvimos en San Clemente está disputado por García Pelayo y Fernando Iglesias, dos personas con intereses distintos pero igualmente determinadas. Es una cualidad que siempre envidié en la gente.