Apenas se desbarrancó la banca norteamericana, la Presidenta dijo que, llegado el caso, los argentinos podríamos llegar a vivir con lo nuestro. Luego, un posible candidato a presidente de Uruguay dijo que el consumismo se nos metió tanto en el alma que hoy difícilmente nos conformaríamos con tener sólo lo mínimo indispensable para vivir. Impares voces que obligan al lego en la materia a pensar, aunque sin saber en qué. Quizás aferrándose a su memoria doméstica. Acaso atado al carromato del ayer, que lo abisma ante disparatados ejemplos. Y la cabeza del lego bulle, burbujea, barbota. Va del Rodrigazo al Proceso, de los paraguas de Taiwán a la tablita, del “deme dos” al uno a uno, del Consenso de Washington al corralito. El pueblo quiere saber, pero poco entiende. Si podemos vivir con lo nuestro, ¿para qué tanto escándalo con las exportaciones, pagar cash deudas con el extranjero, fanfarronear con que la crisis global no nos va a afectar? La soja vale menos. El Club de París bebe aguas servidas. Wall Street es un Frankenstein ingobernable. Lo macro se torna micro. Y el pescado sin vender, y el bolsillo agujereado. El posible candidato a presidente de Uruguay juguetea con la idea de que hoy nadie aceptaría andar en alpargatas, sin tarjeta de crédito ni celular. Al capital le interesa un pito tamaña modestia, y no por nada Botnia sigue ahí. Años ha, le llamábamos progreso a generar empleos. Ingenuidad o autoengaño, progresar fue, hasta cierto lapso de desmadre estatal y empresarial, un bien deseable y de posible concreción. Padres casi sin estudios enviando a sus hijos a la Universidad. El sueño de la vivienda propia hecho realidad. Un pesito extra para ir al cine o a comer afuera. Nadie saliendo a robar ni drogarse por mera orfandad. No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor: la verdad es que el libreto cambió a la opaca luz del desapego de los poderosos. Si hacer plata a cualquier precio está primero que dar trabajo, y así organizar la sociedad, el capitalismo no sirve ni de adorno. En EE.UU. y Europa ya hay muchos nuevos desocupados. Baja el consumo, se rebela el dólar, sube la delincuencia. Y eso, tarde o temprano, ¿cómo no nos va a afectar?
*Escritor y periodista.