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Voces distantes

Hace unos diez años, cuando trabajaba en una revista semanal hoy desaparecida, tenía una jefa convencida de que todo lo popular merece atención y respeto. Acaso en un intento de educarme, me encargó una nota completamente ajena a mis intereses.

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Hace unos diez años, cuando trabajaba en una revista semanal hoy desaparecida, tenía una jefa convencida de que todo lo popular merece atención y respeto. Acaso en un intento de educarme, me encargó una nota completamente ajena a mis intereses. Así, aunque ni siquiera sabía quién era, me encontré frente a la obligación de producir un texto sobre la cantante folclórica Soledad Pastorutti, que en ese momento despuntaba como una gran estrella. Recuerdo que al salir de la redacción tomé un taxi y me encontré por casualidad con ella, con la poderosa voz de la adolescente que perforaba desde la radio mis oídos y mis preferencias musicales.

No había leído entonces (en parte porque no se había escrito, es de 2007) el libro que acabo de terminar: Let’s Talk about Love. A Journey to the End of Taste, del crítico musical canadiense Carl Wilson, que se podría traducir como Hablemos de amor. Un viaje al fin del gusto y que tiene como punto de partida una idea similar a la de aquella extraña asignación periodística. Efectivamente, Wilson decide embarcarse en un experimento intelectual que le permita entender por qué no soporta a su compatriota Céline Dion, una diva del espectáculo de extraordinario éxito en todo el mundo. Hay ciertos puntos comunes entre Dion y Soledad, sobre todo una voz potente que ataca sus materiales con más preocupación por el volumen que por darles una interpretación distintiva, lo que hace a ambas tan reconocibles como impersonales. Pero las une también una cuestión sociológica, el hecho de que la mayoría de sus admiradores pertenece a sectores medios que no hacen una bandera del refinamiento estético. A Dion, nos explica Wilson, se la considera un perfecto ejemplo de kétaine, una expresión del argot franco-canadiense que se podría traducir perfectamente con un arcaísmo nacional: mersa.

La originalidad del libro de Wilson reside en que, lejos de mantener su distancia con los fanáticos de Dion, intenta acercarse a ellos, entenderlos, detectar en la obra de la cantante elementos valiosos que sus propios prejuicios lo impulsaron a pasar por alto. Con esa premisa emprende el viaje por el reino del gusto y comienza visitando a Kant, recordando a Adorno y utilizando a Bourdieu como un guía calificado. Al mismo tiempo, trata de ubicar con precisión el lugar que las canciones de Dion ocupan en la historia de la música popular, con qué tradiciones se relacionan y de qué reivindicaciones sociales se hacen eco. Este movimiento de pinzas le permite a Wilson llegar a una sorprendente conclusión: que buena parte del rechazo que Dion inspira entre los críticos tiene que ver con la fragilidad de su propia condición profesional que participa del deterioro universal de la clase media, condición que los discos de Dion enfrentan con las armas del sentimentalismo, el sacrificio y la conformidad con el orden social, aunque también con el reconocimiento de la dureza de la vida en ese estrato social. Justamente aquel que los críticos (musicales, literarios, cinematográficos) tienen la ilusión de dejar de lado gracias a su simbólica condición de gente cool.

Wilson entiende a la perfección ese mundo de los estetas de las páginas culturales, de las revistas para jóvenes avispados que aprenden a detestar a las Céline Dion de este mundo mediante la posesión de lo que hace mucho años se llamaba “buen gusto” pero que fue sustituido con el tiempo por la habilidad para consumir espectáculos de modo omnívoro y de relacionar con velocidad y cinismo todos los niveles culturales. En otras palabras, con “la capacidad de manipular signos y símbolos, de conectarlos en un abrir y cerrar de ojos, de citar a Homero pero con la voz de Homero Simpson”. Como contrapartida, sugiere que su acercamiento a Dion contiene, en su voluntad de comprender al otro, nada menos que el desatendido y esencial ingrediente de la democracia.