El 95% de las noticias con información original proviene de los medios tradicionales y la mayoría de esas noticias son producidas por los diarios. Esas producciones son las que “definen la agenda que sigue la mayoría de los otros medios”. Las nuevas tecnologías y los nuevos medios, blogs, Twitter y los websites locales juegan “un rol limitado” como sistema de alerta y diseminación de las noticias. Así dice un estudio del prestigioso Pew Research Center de Estados Unidos.
Los datos: diarios, 50%; televisión local, 30%; medios especializados, 10%; radio, 6%, y nuevos medios, 4%.
El estudio analizó la producción periodística de 53 fuentes sobre seis historias principales durante tres días en Baltimore, Maryland, la vigésima ciudad de EE.UU. por población. Sus autores admiten que se trata de una “fotografía”, es decir una imagen limitada a un momento y una parte de un territorio.
El estudio es una alegría para los diarios, acosados por caídas en circulación y venta de avisos, costos crecientes, gratuidad (etc. etc.), y en medio de un cambio de época que desafía su centralidad y su control del territorio periodístico. El estudio ayuda a los que sostienen que sin los diarios “nadie tendría nada que escribir”. Y respalda las iniciativas para cobrar contenidos on line.
El trabajo del Pew dice implícitamente que si los diarios murieran la gente se quedaría a oscuras, hoy que “colapsa el modelo que ha subsidiado al periodismo profesional” y se reduce drásticamente el número de periodistas en televisión, diarios y radio.
Jeff Jarvis, periodista, analista de nuevos medios, académico, dice que el estudio sólo considera las noticias en los términos tradicionales. “Nosotros en la City University de New York creemos que (si desaparecieran las noticias de los medios periodísticos tradicionales) el mercado las proveería con más eficiencia y, quizá, con mayor eficacia. Quizá no serían noticias en el sentido definido por los diarios”.
Steve Buttry, veterano periodista, experto del American Press Institute en procesos de transformación en medios, demuestra que el estudio omitió a una blogger –que había producido ella sí información original y valiosa– porque no se presentaba como periodista sino como partidaria de una causa: evitar la venta de un teatro.
Esa crítica es correcta: el Pew dijo que quería analizar el “ecosistema de noticias” y no el mundo del periodismo consagrado por los medios tradicionales. Jarvis quiere decir que el Pew confundió una cosa con la otra. Pero aun así es difícil que un blog modifique sustancialmente los resultados.
Pienso que el estudio podría reflejar una realidad similar a la nuestra: acá los diarios tienen aun mayor gravitación para establecer la agenda. La TV y la radio la definen en menor grado y ocasionalmente, aunque la TV tiene mayor alcance social y poder de persuasión en la imposición de aquella agenda.
Los nuevos medios –descarto aquí las versiones on line de los diarios de papel– cuentan poco, incluso en un estudio como el del Pew, precisamente porque están construyendo otro “ecosistema de noticias”. No sé cómo será. No digo que los viejos medios no participarán en esa construcción. Pero los que sobrevivan serán otros tipos de medios.
Para comprender este momento histórico –un modelo está en extinción y no hay un reemplazo a la vista– sirve un texto de Clay Shirky, Thinking the unthinkable (Pensando lo impensable). Lo recomiendo. Shirky cita a la historiadora Elizabeth Eisenstein para trazar paralelos entre el salto cultural y la crisis que produjo la imprenta y el que produce Internet en nuestra era.
Con la imprenta creció el alfabetismo, los libros se escribían en lenguajes contemporáneos y no en latín. Lutero aprovechó para producir un descalabro religioso y político. Terminaba un monopolio del conocimiento. La Biblia se tradujo a los lenguajes locales, cualquiera podía analizarla; aparecieron las novelas eróticas. ¿Obras del demonio? Era un salto en la comunicación y la difusión de conocimiento sólo comparable al que trajo Internet.
La mayoría sólo veía el caos, ¿cuántos veían las oportunidades? ¿Quién podía imaginar entonces cómo sería un mundo cultural en el que la Iglesia ya no podía controlar qué se publicaba y comenzaba a declinar como fuerza política y social?
Dice Shirky: “Cuando alguien pide saber cómo vamos a reemplazar los diarios, en realidad quiere que se le diga que hoy no estamos viviendo una revolución (y) que los viejos sistemas no se romperán antes de que los nuevos estén en funcionamiento”.
No estamos bien, no estamos cómodos. Los medios tradicionales lo saben. El mismo informe del Pew dice que en los seis temas noticiosos estudiados, el 63% de ellos provenía de fuentes gubernamentales, el 23% de “grupos de interés“ y apenas el 14% de los propios medios. O sea: el gobierno y los grupos de interés fijan la agenda que luego imponen los medios. Los medios tienen menor iniciativa. Son todos problemas frecuentes entre nosotros. Lástima que acá no se realiza (o no se difunde) este tipo de estudios y no podemos evaluarlos.
Si hoy cesaran los diarios, habría un “caos” (y, como después de todo caos, una nueva estabilidad). Pero los procesos históricos no se dan de un día para el otro. La transición hacia el nuevo “ecosistema de noticias” no será prolija ni el futuro será un edén. Por suerte, ya empezó: hay que prepararse para un camino sinuoso y lleno de obstáculos. La “foto” del Pew es sólo una foto.
*Periodista. www.robertoguareschi.com.