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redenciones

Yo soy espía

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La explosión de asuntos ligados con el espionaje, su relación con la política local y los vínculos con los grandes núcleos de conspiraciones de agencias gubernamentales y paragubernamentales de inteligencia (CIA, Mossad, MI6) nos puso en situación de ansiedad televisiva, tan disparatado suena todo (y, al mismo tiempo, tan ominoso y tan vulgar).

Destaco dos series, más o menos idénticas en sus presupuestos. Una es The Americans, que cuenta la vida de agentes de la KGB infiltrados como una familia de ciudadanos estadounidenses durante los últimos años de la Guerra Fría. La trama pretende ser realista y funda su verosimilitud en el hecho de haber sido inspirada por ciertas notas de un ex agente de la KGB.

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Allegiance es más encantadora, pero no gustó y fue discontinuada. A diferencia de la anterior, sucede en la época actual. Una madre rusa que reside en Brooklyn es la espía, asistida por su amado esposo irlandés y la hija mayor de la familia, Natalie, también cooptada por el SVR (Servicio de Inteligencia Extranjera ruso), a cuya cabeza están unos resentidos que sólo quieren destruir los Estados Unidos, porque sí.

Se desconocen las tareas de inteligencia que habrían realizado estas mujeres antes de que la serie comenzara, porque todo se organiza alrededor de la figura del hijo varón, Alex O’Connor, muchacho muy despierto al que los rusos quieren poner al servicio de sus oscurísimos propósitos desde el momento en que el joven es promovido en la CIA, para la cual trabaja.

Si en la tragedia griega las familias estaban desgarradas por principios éticos y concepciones del Estado irreconciliables, la familia de Allegiance logra sobreponerse a la guerra desatada en su seno entre las más poderosas agencias de inteligencia del mundo y marcha unida hacia su propia redención, como tendría que ser siempre, incluso en el caso (no lo quiera el cielo) de que un hermano militara en La Cámpora y el otro en el massismo.