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CóRDOBA
EL HUMOR AL PODER

Anunciame la renuncia

1-11-2020-Logo Perfil
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Hasta el momento en que estoy escribiendo esta columna, no ha podido ser confirmada la versión de que la Walt Disney Company estaría apoyando en su negativa de aplicar el “descongelamiento” de tarifas, al subsecretario de Energía de la Nación, Federico Basualdo. Tampoco se ha expresado al respecto la vicepresidenta Cristina Fernández, a quien se sindica como el principal respaldo del funcionario, cuya renuncia fue solicitada por el presidente el viernes con el mismo entusiasmo con que los hinchas de Instituto pedían ese mismo día la del técnico Mauricio Caranta. La calentura que se agarró Alberto Fernández ante este episodio, habría motivado que lo hisoparan para descartar que su temperatura corporal se debiera a un nuevo cuadro de coronavirus.

Desde la oposición, en tanto Horacio Rodríguez Larreta volvió a mostrar cierta afinidad con las políticas sanitarias de la Nación, Patricia Bullrich insistió en su crítica despiadada al gobierno, aunque esta vez hubo daños colaterales que afectaron a la tropa propia. Al decir que se debió haber ofrecido las Islas Malvinas como garantía a cambio de la provisión de vacunas Pfizer, se ganó el repudio de sectores nacionalistas que antes la apoyaban y que ahora la colocan entre “traidores a la patria” como Bernardino Rivadavia, Isidoro Cañones y el profesor Neurus. No obstante, en el Panal habrían analizado la idea de la titular del PRO y tendrían en estudio la oferta de la Isla Crisol y la Isla de los Patos como caución para obtener futuras dosis.

Para no ser menos, otro referente que (todavía) integra la alianza de Juntos por el Cambio, el diputado nacional Luis Juez, también salió con los tapones de punta contra Alberto Fernández, al que calificó de “patotero”, “pendenciero” y “fastidioso”. Durante largas horas, los asesores del dirigente cordobés habrían estado buscando con denuedo adjetivos que no fueran ni discriminatorios, ni sexistas, ni xenófobos, ni homofóbicos ni racistas. Me contaron que Juez se habría negado a utilizar palabras como “mequetrefe”, “zanguango” o “gandul”; y que habría insistido en usar apelativos como “cara’e berenjena” o “bigote de mazapán”, hasta que sus allegados lo disuadieron de hacerlo.

Tal como se podía prever, el viernes se anunciaron medidas en busca de reducir la circulación y frenar el incremento de los contagios, que vienen creciendo más rápido que la barba de Larreta. En la provincia, las autoridades resolvieron instrumentar restricciones “a la cordobesa”, lo que fue interpretado por algunos como que sería declarada esencial la fabricación y venta de fernet, criollitos y tutuca. Otros supusieron que la adaptación local estaría dada por la aplicación de la fórmula polinómica con la que se determina el aumento del boleto urbano, para ponderar la incidencia de la pandemia en Córdoba. Pero esto hubiese implicado cálculos matemáticos más complicados que llegar al centro en auto.

Los que le sacaron punta al lápiz e hicieron las cuentas con fruición de almacenero fueron los empresarios del transporte interurbano, quienes solicitaron una suba del 87% en el precio de los pasajes. “Que no se preocupen si escasean la Sputnik y la AstraZeneca, porque nosotros nos vamos a encargar de vacunar a todos”, señalaron los responsables del servicio. Como durante gran parte de 2020 los colectivos no circularon en el interior provincial, si se aprueba semejante reajuste los sufridos pasajeros volverían a recurrir a sistemas alternativos como la bicicleta, los autitos chocadores, el carrito a rulemanes o la diligencia.

También salieron a expresar su reclamo los trabajadores cordobeses de la salud, quienes plantearon en la calle su queja de que el sueldo que perciben mensualmente se viene incrementando a través de bonos. “Si esto sigue así, en cualquier momento nos pagan con Lecor, Lecop o ticket canasta”, se atajó un manifestante que vestía chaqueta blanca y llevaba un estetoscopio, una mascarilla y un termómetro en forma de pistola que luego le habría sido requisado por la policía, debido a una supuesta violación de los códigos sobre portación de armas. Una columna de médicos truchos que tenía la intención de sumarse a la marcha, fue rechazada por los facultativos auténticos al grito de: “Qué pasa, qué pasa, qué pasa Sanidad, que se zampa un farsante en la guardia de hospital”.

(*) Sommelier de la política