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Historia y antropología

Arqueólogos de la UNC parten a Egipto para explorar una tumba de 3.500 años

Está previsto que durante diciembre visiten el Valle de los Nobles – Sheikh Abd el Qurna. La delegación cordobesa se quedará unos 50 días explorando la necrópolis egipcia.

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HACIA EGIPTO. La delegación cordobesa partirá el próximo 12 de diciembre | Cedoc Perfil

Un grupo de arqueólogos de la UNC intentará descubrir algunos de los misterios que encierran las tumbas del Antiguo Egipto. El viaje se concretará en el mes de diciembre de este año, en el marco de una misión conjunta entre investigadores de Argentina y Brasil, en cooperación con el Ministerio de Antigüedades egipcio en Luxor, Antigua Tebas, donde se encuentran en ejecución las tareas de excavación y documentación de una tumba de la antigua necrópolis tebana.

Dicha tumba perteneció a Amenemhat, un escriba y contador que vivió durante el reinado de Tutmosis III, gobernador de Egipto entre 1479 a 1425 a. C. A cargo del proyecto se encuentra Bernarda Marconetto, investigadora del CONICET y del Instituto de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba (Idacor) quien ha participado en misiones similares y narró cómo es desentrañar información a metros de la ciudad de Luxor, un punto clave en la historia de la civilización actual. “Nuestra meta apunta a abordar el trabajo arqueológico que llevamos adelante en la Tumba TT123 de la necrópolis tebana en un sector del Valle de los Nobles (también conocido como Sheikh Abd el Qurna) desde una perspectiva antropológica, y en diálogo con otros actores, especialmente la población local de Qurna. Ese es el sello distintivo de esta tumba en la que trabajamos sudamericanos.

El abordaje no está enfocado desde la historia antigua o la egiptología, sino desde herramientas que nos da la antropología”, explicó. Marconetto contó que el trabajo de campo fue iniciado por investigadores brasileños que decidieron sumar a la Universidad Nacional de Córdoba debido a la perspectiva antropológica con la que cuentan los estudios arqueológicos de la casa de estudios local. De esta manera, la delegación cordobesa se quedará unos 50 días explorando la necrópolis egipcia.

—Al hablar de Egipto uno imagina todo tipo de misterios ocultos en esas necrópolis. ¿Cómo viven ustedes la previa de un viaje de estas características?

—Egipto despierta muchos imaginarios, tiene un aura muy particular, eso ya de por sí amerita investigarse. Hace más de 25 años que ejerzo la profesión, excavé en varios lugares y sin embargo esto despierta un particular interés en la gente que abarca desde las hijas pequeñas de amigas o sobrinos pequeños hasta colegas con trayectoria: es algo muy interesante lo que ocurre en torno a Egipto.

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—¿Se pueden obtener conclusiones para la sociedad actual en base a estudios de civilizaciones tan antiguas?

—Si bien la tumba en la que trabajamos fue construida hace unos 3.500 años, se trata de un espacio dinámico que albergó (y alberga) la interacción entre vivos y muertos a lo largo de los siglos hasta la actualidad. Por tanto, más allá de la “foto” del momento faraónico al que apuntan la mayoría de las investigaciones llevadas a cabo allí, nos interesa comprender la dinámica hasta nuestros días. La práctica de rezo de las tumbas era habitual en el período faraónico, los arqueólogos han llamado “usurpación” a esta práctica. Han pasado por esas tierras a lo largo de los siglos cristianos, romanos, otomanos, árabes, las tropas de militares y sabios napoleónicos que darán luz a la egiptología y el coleccionismo, hasta llegar a sus variantes contemporáneas; la patrimonialización, el turismo global, arqueólogos. Todos dejan su impronta en el lugar y siguen tejiendo una inmensa trama de relaciones.

—¿Cuál es el aporte de Córdoba en ese lugar?

—Más allá del lugar exotizante de ‘la UNC trabajando en Egipto’ se trata de pensar en qué sumamos como comunidad universitaria de la UNC. Estudiar una tumba faraónica puede pensarse como un aporte al conocimiento de la historia de la humanidad, aunque personalmente no me gusta esta aproximación. Habría que definir qué entendemos por humanidad y si hay una sola. Como antropólogos y arqueólogos nos interesa remarcar que esa humanidad es diversa -muy diversa- y si no entendemos las relaciones que se dan en esa diversidad no iremos muy lejos. El pensar nuestro espacio de investigación como un laboratorio de observación, del modo magnificado que permite el caso de Egipto en nuestro campo, nos permite afilar herramientas de trabajo para abordar otras problemáticas, locales en muchos casos.