Desde hace tiempo, el sector de las artes visuales viene reclamando cambios en la ley de “Circulación Internacional de Obras de Arte”, que data del año 1996. Si bien hay un fuerte cuestionamiento a que estas modificaciones se realicen dentro de un Decreto de Necesidad y Urgencia, la realidad es que facilitará la entrada y salida de cuadros y esculturas. Tanto galeristas como artistas y curadores locales coinciden en lo engorroso que es sacar obras fuera del país y señalan la importancia de facilitar a jóvenes artistas la exposición de su arte al mundo.
En este sentido, Maru Becerra (galería Vía Margutta) cuenta que hace tres años, en una reunión a la que asistió como referente de la cultura cordobesa en el marco de la campaña electoral de Cambiemos, le pidió a Marcos Peña (jefe de Gabinete) la creación de una Secretaría de Cultura Federal: “Le conté el drama que teníamos con la exportación y él no estaba ni enterado; todo el tramiterío que hay que hacer te lleva, con suerte, entre cuatro y cinco días, más el dinero que implica. Para mí, es una ley extraordinaria”.
Si vamos un poco más lejos, Luis Cuello, dedicado a la gestión cultural desde hace 40 años, resalta la necesidad de debatir una ley para la exportación de obras, de la mano de un ente vinculado íntimamente al Ministerio de la Nación: “Lamentablemente, está dentro de un DNU y como dice (Pablo) Avelluto, debería haber sido una ley, pero iba a pasar mucho tiempo hasta que se aprobase y hay una tremenda necesidad de los artistas, que quieren estar hoy en ferias internacionales o llevar obras a galerías de afuera”.
Lo cierto es que aún tampoco se sabe de qué manera se implementará, ya que solo ha trascendido que se podrían llevar hasta 15 obras como equipaje de mano. “En la década del 80 trabajé mucho con pinturas europeas, que vendía a Sotheby’s de NY y de Londres; se podía, era mucho más sencillo, pero en el 96 se complicó bastante. Hoy le ponemos palos en la rueda a un chico de 30 años que quiere crecer a nivel internacional y que tiene talento; incluso a artistas consagrados, como Carlos Alonso que ha tenido inconvenientes para llevar su obra afuera por la cantidad de trámites”, sostiene Cuello.
Y a la inversa sucede lo mismo: cada vez que Antonio Seguí ingresa su obra desde París, tiene que hacer una serie de trámites de importación. “Yo les pediría a los funcionarios que hagan el trámite y que me digan cómo se sienten”, dispara Alejandro Dávila, de SashaD Espacio de Arte. Y agrega: “Ojalá que podamos terminar con esta complicación burocrática que no conduce a nada. No puede ser que si comprás una campera de cuero que vale mil dólares y salís del país con ella, nadie te diga nada, pero si sacás una obra de arte que cuesta la mitad, tengas que hacer un montón de trámites y perder el tiempo”.
Por último, Gustavo Piñero (curador y actual director del Museo Genaro Pérez) señala que no comparte los argumentos de demora que demandaría debatir una ley de estas características y preferiría que tenga las discusiones necesarias, aunque acuerda con que sería de gran utilidad para galerías y artistas: “Si un artista quiere participar en una exposición en el exterior, puede hacerlo con un trámite sencillo, lo cual va a generar para el arte argentino una mayor posibilidad de expansión internacional. Además, permite generar estadísticas que pueden servir para organizar programas de apoyo a la actividad”.
Fuga del patrimonio cultural
Uno de los puntos polémicos tiene que ver con el temor a perder el patrimonio cultural del país. “El patrimonio de un país se defiende difundiendo la obra de nuestros artistas en el mundo; un país es grande cuando muestra afuera lo que hace”, apunta Alejandro Dávila.
Por su parte, Luis Cuello señala que la modificación no incluye la fotografía: “ Hay grandes coleccionistas de fotografía y ahí sí se puede perder mucho nuestro patrimonio cultural. En el Archivo Histórico de la Nación hay fotos increíbles, tanto de los pueblos originarios en Tierra del Fuego como de La Campaña del Desierto o la Toldería Tehuelche; obras por las que afuera los coleccionistas pagarían fortunas”.
Según Becerra, en Estados Unidos y en Europa se funciona más por lógica: “Supongamos que fuera algo del patrimonio cultural de ese país y no quiere que se lo lleven afuera, entonces el Gobierno te lo compra al precio que vos tenías la oferta, si no te lo tiene que dejar pasar. Acá eso no sucede, los argentinos funcionamos más por desconocimiento, por miedo”. Cauteloso, Gustavo Piñero no cree que genere fuga de patrimonio, pero reclama más detalles de cómo se va a poner en marcha: “Por ahora, me parece una noticia auspiciosa”.