El cordobés Fabricio Vay admite que el ofrecimiento para integrar el seleccionado de básquetbol 3x3 de Austria en el preolímpico de mayo próximo fue algo impensado para él. Como caído del cielo. “La posibilidad de estar en los Juegos es un sueño para cualquier deportista. En mi caso es algo que creía imposible y que me llega cuando ya estaba evaluando dar vuelta la página”, le cuenta a PERFIL CÓRDOBA desde Traiskirchen, ciudad ubicada a 30 kilómetros de Viena en la que reside desde 2013.
A los 34 años, el alero de Jesús María –con pasado en los seleccionados argentinos de juveniles y mayores- viene de jugar en el Basket Flames de la segunda división austríaca. “De toda crisis siempre sale una oportunidad. Por la pandemia no se sabía si iba a seguir compitiendo en la modalidad 5x5, así que me comentaron de esta chance y aquí estoy. Se me juntan mucho la vida familiar, el estudio y los viajes y muchas veces llego con lo justo, pero la verdad es que tengo la ilusión de un nene”, enfatiza.
“La Federación Austríaca apostó muy fuerte por este proyecto y el objetivo es la clasificación. Son 16 equipos y tres plazas en juego y en nuestro grupo está Letonia, que es uno de los mejores. Es un desafío enorme y una responsabilidad muy grande, más teniendo en cuenta que seremos locales”, asegura sobre el torneo que se realizará en Graz del 26 al 30 de mayo.
Saltar el corralito
Vay asomaba en la primera de Atenas cuando se fue a Europa con apenas 16 años y un montón de ilusiones. En aquel diciembre de 2002 que hoy le parece tan lejano, su promisoria carrera registraba pasos por Instituto y por Alianza y Falucho, en su Jesús María natal. “No fue una decisión fácil. Fue la época del colapso, del corralito y de todo lo que vino después. Había mucha incertidumbre”, recuerda el alero de 2,06m de estatura.
Pamesa Valencia fue su primer destino en el Viejo Continente. Allí compartió plantel con Oberto, Kammerichs, Montecchia y Mainoldi. “Una buena banda de argentinos”, rememora. Pero fue su paso por el Rimini el que marcó su destino: “Estuve muy poquito. No podía jugar por el cupo de extranjeros y decidieron prestarme. Argentina no estaba tan fuerte como para volver y entonces empecé a dar vueltas”.
El primer giro lo llevó por primera vez a Austria hace 15 años. “Perdí el tren de Italia a Viena y se hizo tarde. La gente del equipo (Arkadia Lions) que me había ido a recibir ya se había ido y me terminó buscando la hija del manager”, cuenta. Anna, aquella improvisada recepcionista, es la esposa de Fabricio y la mamá de Sophie, la pequeña heredera de cinco años. “Anna era la única persona que hablaba español así que no tenía muchas más chances de socializar”, comenta Fabricio con una sonrisa.
DIFERENCIAS. “Austria es tranquilo y previsible. En Argentina las decisiones de los gobiernos tienen un impacto muy grande en el día a día de la gente”, afirma Vay.
Globetrotter
Además de sus pasos por España, Italia y Austria, donde fue mejor jugador en 2011, Vay registra experiencias en Hungría y Suiza y con la camiseta del Iowa Energy fue el primer argentino en la liga de desarrollo de la NBA. En la Liga Nacional representó a Libertad, Sionista y Gimnasia de Comodoro Rivadavia. “Ya perdí la perdí la cuenta pero habré jugado en 20 equipos”, comenta. “Pasé de todo. Tuve experiencias positivas y también problemas de contratos, lesiones y pasaportes. Es parte del juego. En el deporte la clave es ser cabeza dura y no bajar los brazos”, enfatiza.
“Si me quedaba en Atenas quizá hubiera tenido un desarrollo mejor, pero el contexto social te lleva a tomar decisiones”, reflexiona. “Lo pensé un par de veces pero es muy difícil volver y empezar de nuevo. Mi vida está en Austria, donde todo es distinto. Aquí no entienden que los precios cambien cada dos semanas… Es imposible explicar Argentina”, sostiene.
“Hace tres años que no puedo ir, así que ya tengo ganas”, dice sobre Jesús María, donde están su mamá Susana, su hermano Duilio y su abuelo Miguel. “¡Nada que ver!”, exclama cuando le preguntan sobre similitudes entre la ciudad del norte cordobés y su residencia actual. “Acá ya pasaron las nevadas, pero hay que llegar a marzo. ¡Es bravo el invierno!”, apunta. “Tomo mate de vez en cuando, pero el dulce de leche y el asado ya fueron. La distancia me pudo. Me tendré que poner al día cuando vaya”, comenta.
Fabricio es DT y estudia profesorado de educación física en la Universidad de Viena. “Mi vida ha sido básquet, básquet y básquet. Ojalá pueda seguir ligado al deporte, aunque el mercado laboral acá no está fácil”, concluye.
DE SELECCIÓN. Vay integró varios planteles juveniles argentinos y también jugó un Súper 4 con la mayor.
De la generación post dorada
Nacido en 1986, Vay se reconoce como parte de la camada posterior a la Generación Dorada del básquetbol argentino. “Como todos los chicos de mi época, crecí viendo a Marcelo Milanesio y Michael Jordan. Después me enganché con Manu (Ginóbili) y ahora con Facu Campazzo, un ejemplo de esfuerzo y superación”, destaca. Aunque hoy tiene la chance de participar en su primer Juego Olímpico como integrante del equipo de 3x3 de Austria, el alero cordobés representó a nuestro país en varias oportunidades.
En 2002 jugó el Sudamericano de Cadetes de Guayaquil bajo la conducción de Rubén Magnano (“un grande que marcó una época y fue una referencia para muchos técnicos”, dice) y el Premundial Sub 19 de Isla Margarita. Y tres años más tarde participó del Mundial Sub 21 con sedes en Córdoba y Mar del Plata. En 2009 Sergio Hernández lo sumó a la selección mayor que jugó un Súper 4 en Rosario con Brasil, Uruguay y Australia. Aquella vez compartió plantel con “los dorados” Scola, Sconochini y Quinteros.