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CóRDOBA
CLAVES DE LA ECONOMIA QUE VIENE

Calma financiera, 4 meses más de recesión y problemas de empleo

El dólar se está afianzando en zona de equilibrio, la actividad económica no se recuperará hasta abril; ya se destruyeron más de cien mil empleos y este se volvió el tema más crítico.

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UN AÑO COMPLICADO. En 2019, Macri tendrá un “veranito” con la derrama económica de la cosecha, pero el contexto internacional no jugará a favor de la recuperación. | CEDOC PERFIL

Cuando el 12 de mayo los cordobeses concurran una vez más a las urnas para elegir Gobierno provincial, la economía podría haber transitado su primer mes de recuperación tras la profunda recesión que se inició en abril de este año. Un repaso de la prospectiva que realizan el Gobierno nacional, consultoras privadas y el Fondo Monetario Internacional (FMI) indican que las cinco claves de la economía que se viene son:

Nivel de actividad. “Dujovne sigue confiando en que la economía estará creciendo un 8% hacia el último trimestre de 2019, respecto del último trimestre de este año”, indicó a este medio una fuente cercana al Ministerio de Economía de la Nación.

Según los cálculos del Gobierno, el crecimiento del primer trimestre sería de apenas el 1%, pero en abril tomaría ritmo con un 4,5% gracias a la esperada cosecha. El equipo de Macri ve una recuperación de tipo V, con rebote pronunciado en el cuarto mes y desde allí un sostenido crecimiento hasta fin de año.

El FMI es algo más cauteloso. La última misión revisora del acuerdo, que acaba de completarse, reportó a la directora gerente, Christine Lagarde, que los resultados se están dando en “términos de estabilidad financiera”. Si esto se prolonga, el Fondo prevé “unos duros cuatro meses (entre diciembre y marzo)” y que la situación comenzará a revertirse al inicio del segundo trimestre.

A diferencia del Gobierno, los técnicos del FMI prevén una evolución de la economía de tipo L, con un repunte del 3% gracias al campo, pero advierten que pasada la cosecha volvería el estancamiento porque no hay suficientes motores en otros sectores que dinamicen la actividad.

Desde el sector privado, el consenso de economistas coincide en que una caída de más del 2 % en el 2018 producirá un efecto arrastre el próximo año. Si bien admiten que el campo podría motivar un nuevo ciclo de crecimiento, advierten que el factor político y el consumo son dos condicionantes que pueden limitarlo. Por ello, la mayoría no ve un repunte sostenido de la actividad hasta pasada las elecciones presidenciales. Siendo así, el dibujo de la recuperación no es V ni L, sino de U, en el mejor de los casos.

Inflación y tasas. El ancla más profunda que pudiera tirar el crecimiento para arraigarse el próximo año tiene que ver con la dinámica que logre el tándem inflación-tasas. Según el economista jefe del Ieral, Jorge Vasconcelos, la inflación entró a un ritmo de 0,6 % semanal en noviembre. Esto significa “casi la mitad del guarismo promedio de los 10 primeros meses del año”, señala el experto y anticipa: “Con este escenario, el Banco Central permitiría que en diciembre la tasa de interés de política monetaria perfore el piso de 60 %”, en una pendiente que podría aterrizar en un 45 % hacia fin del primer trimestre del año próximo.

Dólar. Aun con la mejor intención que guíe al Gobierno de bajar las tasas, todo dependerá también de lo que ocurra con el dólar.

Lo que los economistas definen “dólar real a valor de hoy” (dólar del momento más inflación del período considerado) es 24% más bajo que el que había cuando Néstor Kirchner inició su mandato, pero está 60% por arriba del dólar que dejó el gobierno de Cristina Fernández en 2015.

Mirado desde esta perspectiva, un dólar de $40 ofrece márgenes de competitividad en tanto la inflación se modere efectivamente.

Sin embargo, entrado el 2019, el dólar también empezará a moverse por otras expectativas que no son estrictamente macroeconómicas. Las diferentes consultoras ya hablan de “expectativas devaluatorias por riesgo político”. Si esas expectativas se acentúan, la divisa se mantendrá volátil y las tasas no podrán bajar lo suficiente o al ritmo necesario para apuntalar la actividad.

Contexto internacional. La transición política de la Argentina (con la volatilidad que eso genera al dólar y la retracción de inversión productiva que tiene como colateral) coincidirá con un ciclo ascendente de la tasa de interés en los Estados Unidos.

La Administración Trump logró la desocupación más baja en medio siglo (3,7%) y el PBI crece al 3%; en este marco, la inflación comenzó a acelerarse. Fuentes como Goldman y JPMorgan calculan que la Reserva Federal podría hacer hasta cinco incrementos graduales de los tipos de interés entre 2019 e inicios de 2020. Llevaría la tasa a un nivel del 3,2%, desde el 2,25% actual.

Desde este lado del mundo, eso se traduce como: dificultades significativas para conseguir financiamiento externo.

Empleo. Remando con la incertidumbre de un año electoral y un contexto internacional poco favorable para la afluencia de capitales hacia mercados emergentes, a la economía argentina se le dificultará crear empleo durante el 2019.

Según datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (Sipa), septiembre fue una muestra palpable de lo preocupante de la situación: se contabilizaron 70.000 trabajadores menos que un año atrás (-0,6%). El grueso fue del sector asalariado privado. Si se considera lo ocurrido entre julio y octubre, desaparecieron 97.000 empleos registrados, según el Observatorio de Comercio Exterior, Producción y Empleo (Cepe). Para el cierre del 2018 la cifra podría superar cómodamente los 100.000, contemplando todo el segundo semestre y aun cuando se desacelere el ritmo de destrucción de puestos de trabajo.

Según un informe de la consultora Idesa, titulado Se puede evitar la destrucción de empleos, “urge pensar en herramientas innovadoras que morigeren los impactos sociales de la crisis y preparen las condiciones para una rápida recuperación”. Entre esas herramientas sugiere que “las empresas más pequeñas puedan apartarse del convenio sectorial y negociar con sus trabajadores a nivel de empresa”.

“A través de acuerdos entre el empleador y todos sus trabajadores, con la homologación de la autoridad laboral local, las empresas más chicas podrían negociar reglas internas específicas para preservar empleos en la crisis y facilitar su creación en la fase de recuperación”, sostiene Idesa. “Los convenios colectivos sectoriales son escleróticos. Datan de las décadas de los ’70s y’80s. Habilitar a las pymes para que se aparten de este perverso esquema regulatorio es la forma de revertir la destrucción de empleos”, apunta Idesa.

Esta salida, que permitió a países europeos superar los estragos en el empleo que dejó la crisis del 2008, podría significar un disruptor difícil de activar en una Argentina en año electoral. Y esa es una realidad tan factible como el análisis que dejó el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, a su paso por el G20: "En la Argentina, los debates deberían ser menos ideológicos porque están disociados de la realidad”.

FODA PARA ARMAR "CORDOBA, MODELO 2019"

“No va a ser trágico, pero estaremos lejos de recuperar lo perdido con la recesión”. Con estas palabras definía un empresario cordobés el panorama que vislumbra para el año próximo, desde una compañía que depende en gran medida de la reactivación del mercado interno.

En algunos despachos corporativos de la provincia se están trazando análisis Foda de lo que puede ser una “Córdoba Modelo 2019”.

Fortalezas. Entre las fortalezas se rescata el hecho de que, si bien la inversión en obra pública no tendrá el ímpetu de este año, “los cañones se orientaron a una obra que nos servirá a todos: el aeropuerto”, explicaba la fuente consultada.

Los $6.000 millones anunciados para las obras de la estación aérea internacional Ambrosio Taravella generarán 3.300 empleos en dos años y de algún modo vienen a compensar los $5.000 millones que la Nación quedó adeudando a la Provincia por obra pública.

Empresas de diferentes sectores empezaron a ver con seriedad el impacto económico que está generando el turismo receptivo (nacional y extranjero), que entre el 1 de diciembre del 2017 y el 31 de octubre de 2018 generó ingresos por más de $38.000 millones.

Córdoba se está transformando en una plaza multitarget donde el turismo extranjero (procedente especialmente de Chile, Brasil, Paraguay y Perú), convive con el que llega desde diferentes puntos del país gracias a la mayor conectividad aérea y al turismo local que, por la situación económica, vacaciona en la provincia aprovechando más intensamente los feriados largos.

El turismo como una actividad sostenible en todo el año es, por tanto, una de las fortalezas que ayudará el año próximo.

Brasil, por su parte, se suma a las fortalezas. Hasta tanto la nueva administración Bolsonaro termine de explicitar el rumbo que adoptará el principal socio del Mercosur persistirán dudas; pero, lo cierto es que su progresiva recuperación ya es una buena noticia para Córdoba.

Según datos del Ieral, en 2018 las exportaciones de vehículos hacia Brasil están aumentando un 33% interanual y las de trigo lo hacen un 36 %. Si se mantiene la evolución positiva del vecino, traccionará a otros sectores de la economía provincial.

Oportunidades. Curiosamente, entre las oportunidades que se mencionan desde el sector privado para el próximo año está el adelantamiento de las elecciones provinciales, un tema que resultó de alta sensibilidad en el ambiente político partidario.

Algunos empresarios estiman que es una forma de liberar de incertidumbre el escenario provincial apenas comienza a transitarse el año y en el entorno de la mayor actividad que va a empezar a dejar el sector agrícola.

Debilidades. La mayor debilidad del ecosistema provincial sigue dominada por el costo del servicio de la energía eléctrica, a lo que ahora los empresarios (más allá de su tamaño) suman “las escasas respuestas que hay en materia de políticas públicas para ayudar al sector de las MiPymes”.

La progresiva desaparición de microempresas, el ahogo financiero de las pequeñas y la entrada en procesos preventivos de crisis de las medianas es un tema que preocupa al conjunto del empresariado cordobés porque “se deteriora el consumo, el empleo y la tranquilidad social”, advierten.

Desde esta óptica, un factor de debilidad que deriva de esto es “la creciente inseguridad y violencia”.

Amenazas. Las amenazas están directamente asociadas a la incapacidad que todavía tiene la Argentina para reducir el riesgo país.

“Esto impacta directamente en Córdoba porque impide a la Provincia salir a tomar una deuda que sería fundamental para impulsar obras”, explicaba un empresario. Asimismo, inhibe decisiones de inversores externos y encarece en general el crédito para grandes empresas (muchas de ellas del sector agroalimentario) que necesitan reponerse del impacto de la crisis vivida este año.

Aunque es un tema de largo plazo, pero no menor, desde el sector privado se aprecia también como una amenaza, que las diferentes instancias de gobierno (provincial, municipales y hasta comunales) no aceleren su modernización para ganar en productividad y eficiencia.

Esa rémora la asocian directamente a una prolongación en el tiempo de la alta presión fiscal, “cuando todo el mundo, empezando por las economías vecinas de la región, están en el camino inverso”, concluyen.