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CRECIMIENTO DE CASOS

Código de bioética: cómo funciona la guía para la selección de pacientes

Profesionales explican qué criterios se utilizan con ocupación de camas casi al 100%. Admiten que es posible que haya sido necesario aplicarlos.

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SITUACIÓN LÍMITE. Los criterios que se aplican sobre determinados pacientes y no otros, están basados desde la perspectiva de los derechos humanos. | CEDOC PERFIL

Durante la primera ola de Covid se creó en Córdoba el Comité de Bioética y Derechos Humanos, con el objetivo de abordar los dilemas derivados de la atención de pacientes con coronavirus. Para agosto de 2020, los lineamientos fueron apuntados por el Ministerio de Salud de la Nación y luego cada jurisdicción provincial lo adaptó según su propia realidad.
El propósito fue establecer pautas para los profesionales de la salud, darles un respaldo legal ante una decisión extrema y brindarles herramientas de procedimiento. También para garantizar una atención igualitaria a todos los pacientes.
Córdoba atraviesa el peor momento desde el comienzo de la pandemia, con una ocupación de camas que ronda el 90%, por lo que se impone saber qué criterios se tienen en cuenta para el caso límite en el cual se deba decidir a quién se le otorga una cama crítica y a quién no.
“Las guías funcionan como un instrumento de apoyo para los equipos de salud que deben tomar decisiones difíciles al momento de reasignar recursos. La priorización de pacientes ha existido siempre, porque el recurso del cuidado intensivo es el de más alto costo, por eso es importante priorizar a quién tiene posibilidades de supervivencia”, sostiene Susana Vanoni, médica especialista en Neumonología, magíster en Bioética, profesora titular en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC y coordinadora del Comité de Ética. ¿Qué se evalúa cuándo los recursos llegan al límite? “Los criterios que se aplican son siempre desde la perspectiva de los derechos humanos. Nunca se abandona un paciente”, sostiene Vanoni.
Desde esa mirada, profundiza: “No hay un solo criterio que predomine por sobre otro. La edad no es un principio único que permita definir a quién le corresponde el recurso y a quién no, aunque puede inclinar la balanza ante cuestiones de paridad. Existe algo que se conoce como años de vida salvados o expectativa de etapa de la vida por vivir, pero la edad no es nunca la única condición. Las comorbilidades de los pacientes también se tienen en cuenta: con un mayor número de patologías previas hay una menor expectativa de supervivencia. En ese caso, cuando haya un paciente de la misma edad pero con mejores perspectivas en su calidad de vida, es probable que la balanza se incline para ese lado. Siempre hablamos de los daños que ha generado la enfermedad”.

Decisiones difíciles. “Explicarle a un familiar que un paciente no tiene posibilidades de acceder a un determinado recurso, es un momento de mucha angustia para todo el personal de salud. El médico es, generalmente, quien tiene que enfrentar a los familiares y darles a conocer esta decisión. Es una de las tareas más difíciles que nos toca a los médicos. La realidad de la pandemia nos ha puesto en estas circunstancias tan complejas, no hay un manual o un libreto para decirle al familiar de un paciente que ya no está en condiciones de recibir un determinado recurso”, sostiene Vanoni.
En pandemia, la posible saturación del sistema sanitario ha sido siempre un temor de las autoridades, médicos, enfermos y sus familiares.
En ese sentido, Córdoba experimenta desde hace varias semanas una realidad muy compleja por la cantidad de contagios, fallecidos y de ocupación de camas críticas. Ante la consulta sobre si en la Provincia ya aplicaron en alguna oportunidad los criterios de selección de pacientes, Vanoni afirma que “por la escasez de camas suponemos que en Córdoba se están reasignando recursos y seleccionando qué pacientes acceden a una cama crítica y cuáles no. Sabemos que el sistema, en muchos lugares, está al ciento por ciento”.
Ante semejante panorama, Vanoni reflexiona: “El mayor principio que debe regir en una pandemia es la solidaridad. Deberíamos haber puesto el foco en reducir el número de casos, en no agotar los sistemas de salud. No debería existir la situación de priorizar un recurso. Pero ese principio de solidaridad no es siempre el que se pone en práctica y muchas veces termina primando el principio de autonomía del ‘voy donde quiero’, ‘me junto porque me parece’, ‘me movilizo porque me conviene’. Debería primar la solidaridad”.

Al límite. Armando Andruet es el coordinador del Comité de Bioética y también reconoce la gravedad de la situación: “La situación es grave y no se puede desconocer que aún el fortalecido sistema de salud provincial, tanto público como privado, sufre embates severos por tantos contagiados. Si bien no tengo una información indubitada de cuál es la realidad sanitaria en cada terapia intensiva, no puedo ignorar que las definiciones que se están tomando en ellas han de ser difíciles, delicadas y críticas. Ello es casi inevitable”.
En ese sentido, añadió que “a tal efecto, un año atrás, los equipos de bioeticistas y también de médicos, conformamos criterios que resultaban valiosos para la toma de decisiones en estas condiciones de extrema gravedad y todo ello acorde al máximo estándar sanitario posible de ser brindado, ajustado a los principios bioéticos universales”.
Respecto a los preceptos que se utilizan en estas circunstancias, Andruet reafirma que “con esta guía se quiere evitar cualquier criterio profesional arbitrario y también que el triaje que se cumpla sea lo más equilibrado posible y que los cuidados paliativos, cuando correspondan brindarlos, no dejen de ser ejecutados. Sin dudas que la referencia teórica del problema se empaña con la realidad dolorosa de quienes fallecen dentro o fuera de las terapias intensivas: adultos y jóvenes”.
Andruet es contundente al relatar la situación sanitaria. “El sistema sanitario está extenuado, porque comenzó una carrera exigida un poco más de un año atrás, recuperó algo de energía entre enero y febrero y volvió a la lucha este año, con su enemigo revitalizado. En el siglo XV las pestes no se curaban, sino que se ganaban a fuerza de muertes y encierros. Las vacunas y su temporaneidad es el camino definitivo, la hospitalización no puede ser la solución, porque naturalmente no puede resistir una maratón que no tiene línea de llegada”, sostiene el profesional.