La primera muestra fue en 2017, pero el proyecto comenzó a gestarse 10 años antes, cuando un grupo de artistas y aficionados al arte se embarcaron en la majestuosa tarea de poner en pie, en pleno corazón del departamento Colón, un espacio que no solo visibilizara a los artistas de la zona sino que también recibiera obras de otras latitudes.
Así nació la Fundación Macu, una entidad sin fines de lucro que se dio a la tarea de pensar un proyecto que, al principio, sería un parque de esculturas y que terminó convirtiéndose en un museo con estándares internacionales (en materia de infraestructura y de concepto), en el predio donde se asentaba la vieja estación del ferrocarril.
Hoy, bajo la gestión de cuatro artistas que viven en la zona –José Utrera, Pablo Canedo, Raúl Díaz y Ernesto Berra– el espacio se ha consolidado como un referente de un corredor que va desde Saldán hasta Ascochinga. “Somos un grupo muy diverso y hay intercambios de roles todo el tiempo, nos turnamos para atender el museo y además lo tenemos a Luli Chalub que es nuestro especialista en montaje; él ha colgado el 90% de las muestras que hemos hecho”, empieza contando José Utrera.
Todo a pulmón. Con una escasa participación estatal en cuanto a la financiación (el 90% es privada) cuando le contaron la idea a Canedo, lo primero que hizo fue hablarles de la complejidad del proyecto. “Yo, que venía de la gestión pública, cuando me llamaron les dije que estaban locos, que era muy difícil, pero finalmente me terminé sumando. Pensaba en un formato un poco más chico pero terminó ganando la posición de quienes querían un museo de mayor tamaño, pensando en traer muestras importantes”, recuerda.
Entonces se dieron a la acción: armaron un plan pensando en la recaudación de dinero a partir de la venta y donación de obras –propias y de otros artistas– y fueron edificando a medida que iban recaudando los fondos.
Mientras tanto las muestras que producían se exponían en el Museo Lino E. Spilimbergo, en el Palacio Ferreyra o en otros espacios. “Una de las cosas que pensábamos era cuál podía ser el gesto institucional para empezar a ser un museo. Entonces elegimos un ladrillo como base fundacional y le entregamos ladrillos de cerámica a 10 artistas para que los intervinieran. Colaboraron artistas como Carlos Alonso y Antonio Seguí, incluso. Eran 50 piezas por cada artista, es decir, unas 500 piezas. Hicimos una muestra en La Angelina porque el Macu todavía no estaba en pie, la gente iba, compraba una entrada y se llevaba una obra, aunque no sabían de quién les iba a tocar”, detalla Díaz.
Con la venta de aquellas obras pudieron avanzar en la primera etapa del edificio que aún hoy sigue en construcción: “Ahora estamos en un 60%. Falta el ascensor, la sala de depósito, una librería y el espacio para los chicos. Es decir, hemos pensado en todo lo que tiene que ver con la museología moderna contemporánea”, explica Canedo.
Rompiendo los esquemas. “Macu se corre del rol tradicional de los museos y se ha instalado como uno parecido a los de norteamérica. Nosotros producimos, vendemos e incluso le damos trabajo a grabadores y fundidores”, detalla el expresidente de la Agencia Córdoba Cultura.
La dinámica que llevan adelante es la de mostrar a artistas consolidados y en proyección y señalan la importancia de darles lugar a aquellos a los que les cuesta conseguir espacios de exposición.
Así, el museo recibe carpetas y propuestas, sigue la obra de los artistas y les da la oportunidad de exponer, legitimando su trabajo.
Autofinanciado. Además de la colaboración y la solidaridad de muchos artistas –“Seguí nos mandaba obras desde París y Marta Minujín, Juan Carlos Distefano y Carlos Alonso también nos ayudaron siempre con obras”, dice Berra–, la fundación organiza anualmente un evento para recaudar dinero. “Como es una fundación sin fines de lucro, todo lo recaudado es para mantener, hacer muestras e invertir en infraestructura. Todos acá trabajamos ad honorem y jugando todos los roles, desde llevar, traer y colgar obras hasta hacer la comida que se vende en el bar”, relatan.
Pero las limitaciones económicas que supone la autofinanciación, muchas veces imposibilitan la realización de muestras con artistas de afuera. “Nosotros levantamos el teléfono y traemos una muestra de Estados Unidos si queremos; el problema es el costo que eso implica. Hoy hay instituciones privadas que tienen muestras nacionales e internacionales armadas y te cobran un fee o tarifa. Traer una muestra de Le Parc, por ejemplo, te sale 70.000 dólares y eso incluye todo. Pero nosotros no manejamos esos montos”, advierte Canedo. Y sigue: “Es más, la muestra de ‘Dante x Alonso’ si no estaban los italianos, no terminaba en Unquillo y eso que había ido por cinco lugares del país. Por suerte ellos pusieron el transporte y el seguro y pudimos traerla; fue la muestra más exitosa hasta ahora y la que, en cierta medida, consolidó al museo”.
Exposiciones. La primera muestra que albergó el espacio fue una colectiva con más de 70 artistas que colaboraron con el museo. “Luego hubo una muestra de esculturas de bronce fundido con artistas de Buenos Aires y Córdoba”, cuenta Berra, quien se incorporó al equipo atraído por la idea de hacer un museo hecho
por artistas.
A la hora de decidir qué muestras se exponen, el equipo lo discute todo: “Lo más difícil es dejar en el cajón del escritorio el gusto personal pero ellos se mueven con el gusto personal, lo cual es muy bueno porque todos tienen una conciencia de qué es movimiento de arte y qué no”, dice Canedo en relación al resto del equipo con el que trabaja.
Así, el año pasado expusieron obras de Hernán Dompé, un escultor que vive en Capilla del Monte y un maestro de la escultura que siempre colabora en la producción de obras del Macu. Y para este año ya tienen previstas cuatro nuevas exposiciones: “Hemos planificado muestras individuales y compartidas y las vamos a ir renovando cada dos meses. Acá hay distintos espacios para mostrar; una sala grande, una antesala y dos espacios más, arriba. En marzo empezamos con José Landoni, un escultor de Río Tercero que estuvo viviendo en Nueva York muchos años. Luego tendremos una muestra de Laura Actis Danna, después vendrá Roger Mantegani con Jorge Asis, que van a tomar las dos salas de arriba. Y finalmente hemos pensado en una muestra de Manuel Quiroga, que tomará todas las salas. La idea es cerrar el año con alguna colectiva”, finaliza Díaz.
DANTE X ALONSO. La muestra con la que el museo cerró el año y se consolidó como espacio de arte contemporáneo.
“Un museo no se termina nunca”
Bajo el paradigma de los grandes museos del mundo, además de las exposiciones planificadas, en el Macu se realizan periódicamente visitas guiadas con todos los colegios –públicos y privados– de la zona, a los que les dan charlas los mismos artistas. Además desde el ‘Macu Joven’, dan clases y forman a los más jóvenes.
–¿Cuándo va a estar terminado el museo?
–(Canedo) El museo no se termina nunca. Lamentablemente, como todo depende de los recursos económicos, aún nos falta avanzar sobre varias cosas, pero son cosas que ya las tenemos pensadas, como por ejemplo la librería. Y también queremos avanzar con una sala para chicos porque vemos que todos los museos del mundo tienen un lugar para ellos.
Este año arrancó en el mismo predio el proyecto de un cine al aire libre y tuvieron una gran temporada de verano con proyecciones de películas y debates, bajo la curaduría de Yannick Costantin.
DE VIERNES A DOMINGO. El Museo de Arte Contemporáneo de Unquillo está ubicado en Avenida San Martín 588 y abre sus puertas de viernes a domingo.