El conflicto por la soberanía con Gran Bretaña osciló entre dos grandes aproximaciones desde Argentina. Por un lado, el acercamiento a la potencia con un relajamiento de la tensión política-diplomática, favoreciendo el diálogo en temas comerciales y económicos (incluida la pesca y la explotación de hidrocarburos). Por otro, dentro de esta oscilación, se ve un enfrentamiento o un aumento de las tensiones con Gran Bretaña y, a su vez, un condicionamiento a las concesiones económicas del territorio en disputa, a que primero se negocie la soberanía. Es decir, en esta segunda opción existe una forma de presión sobre los isleños para que Gran Bretaña finalmente acceda a sentarse a negociar. La primera forma de aproximación comprende el período de 1989 hasta principios del siglo 21. Mientras que la segunda, identifica la política exterior de Alfonsín y, más recientemente, los tres gobiernos kirchneristas.
Macri. En lo específico, durante la presidencia de Mauricio Macri se ve una inclinación clara hacia un relajamiento en las tensiones con Gran Bretaña, al disminuir el tono del discurso tanto en foros internacionales como en forma bilateral. La reunión de Susana Malcorra con Alan Duncan en 2016 fue un claro indicador de esta redefinición de la postura argentina en cuanto al vínculo global con Gran Bretaña.
Los compromisos que se alcanzaron en esa oportunidad sentaron las bases para un relajamiento en las medidas que Argentina impuso sobre las Malvinas y sobre los malvinenses en los últimos 15 años.
Estas medidas estaban orientadas a limitar y controlar la explotación pesquera y energética en el territorio disputado porque, para la Argentina, se entendía que la soberanía se extiende también sobre los recursos de las aguas y que, por lo tanto, no pueden ser explotados de manera unilateral hasta que se resuelva la soberanía del territorio.
Interlocutores. Hay una reciente reactivación de la discusión sobre la explotación pesquera que pone en la mesa cuestiones de fondo que siguen latentes desde hace 36 años. Una de ellas es si los kelpers son un interlocutor más en las negociaciones. En este tema, hasta 2016, Argentina mantuvo una firme postura de reconocimiento solo del gobierno británico como interlocutor válido. Ahora, reina el silencio de la Cancillería y del Ejecutivo ante los comunicados que emitieron los kelpers sobre una negociación por la explotación pesquera y el avance en la cooperación científica con Gran Bretaña. Lo que demuestra una aceptación tácita de un rol más protagónico de los isleños. Por otro lado, la flexibilización en las restricciones sobre la explotación de los recursos y las comunicaciones favorece a los isleños y por lo tanto a la posición británica. Pero lo más llamativo es que no representa ningún avance concreto para la posición negociadora de la Argentina. Es decir, de algún modo se están realizando concesiones sin retribuciones, lo que perjudica la postura argentina.
Status. Por último, hay que observar que en estos dos años, la política de hechos consumados británicos respecto a las islas avanzó, sin lugar a dudas, y el silencio de Argentina frente a este avance solo favorece el mantenimiento de la situación sobre las islas lo que significa un aceptación del status de ocupación de las islas.
En algún sentido lo que podemos ver es que, aunque hay un discurso del poder ejecutivo de no renunciamiento al reclamo, también se ve que no se busca el tratamiento bilateral para sentarse a negociar finalmente el problema de la soberanía.
Además, se abandonó una política de presión que tienda a llevar a Gran Bretaña a la mesa de negociaciones. La política parece ser sentarse a negociar todos los puntos menos el de la soberanía, el único que le puede permitir a Argentina acercarse al objetivo de recuperar las islas.
Florencia Rubiolo
Doctora en Relaciones Internacionales, investigadora adjunta de Conicet, profesora de la Universidad Católica de Córdoba