El hecho destacable de la Europa del siglo XVIII es el avance cultural, que tuvo sus inicios en Gran Bretaña y Francia y se extendió a Alemania y al resto de Europa occidental (salvo España). A mediados del siglo, Francia lideró este proceso. Los pensadores galos gestaron la llamada ‘revolución intelectual’, que tenía como base la ‘duda metódica’, consistente en cuestionar todo lo establecido, para revisarlo a la luz de la razón y despojarlo de dogmas. Produjo profundos cambios no solo culturales, sino también sociales.
Hubo enemigos tempranos de la Ilustración: Joseph de Maistre y Giambattista Vico, entre otros. Maistre condenó la democracia, por ser causa de desorden social, y Vico combatió el racionalismo con el pensamiento sistémico y la semiótica.
Como movimiento de fuste, la contrailustración surgió en Alemania de finales del siglo XVIII y principios del siglo 19 en reacción al racionalismo, el universalismo y el empirismo. El pensamiento ‘despegó’ en los campos de la cultura, el arte y la filosofía y el contraataque fue dirigido por el filósofo Johann Hamann, “el enemigo más apasionado, consecuente, extremo e implacable de la Ilustración”. La consecuencia sorprendente de esta revuelta fue el pluralismo, que debe más a los enemigos de la Ilustración que a sus defensores, los cuales eran del ‘monismo’ (postura filosófica que sostiene que el universo está constituido por una única sustancia).
Fue Isaiah Berlin quien estableció su lugar en la historia de ideas. No obstante, en su libro ‘Enemies of the Enlightenment’ (2001), el historiador Darrin McMahon extiende la contrailustración hasta el nivel de Grub Street, complementando la visión germanocéntrica de Berlín. Grub Street fue –en el siglo 19–, una calle de Londres, famosa por su concentración de escritores empobrecidos, aspirantes a poetas, editores y libreros de bajo nivel.
El despotismo ilustrado. Fue después de la Segunda Guerra: la Ilustración resurgió como pensamiento social y político y en las ideas. El movimiento se percató de que la ‘razón’ justificaba los totalitarismos del siglo 20. La degeneración del concepto de la iluminación de la antigua Grecia –personificada por la astucia de Odiseo– justificó al fascismo del siglo 20. El comunismo soviético, totalitarismo regresivo, se aferró a los monismos materialista y hegeliano en conjunto.
Locura. Hasta Michel Foucault argumentó que las actitudes hacia los ‘locos’ muestran que las nociones supuestamente iluminadas del tratamiento humano, no son universalmente uniformes, por lo que la Era de la Razón debió construir una imagen ‘Unreason’ o crear una posición de oposición.
Actualidad. Los pensadores ilustrados están en las raíces intelectuales de nuestro mundo secularizado. Lo que une a todos los críticos de la Ilustración es un rechazo a la perversión de la razón: la distorsión de la razón. Por ello, los enemigos de la Ilustración no han abandonado la razón. La batalla ha sido sobre el alcance; no es un conflicto entre amigos y enemigos de la razón, como tampoco entre amigos y enemigos de la Ilustración.
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