Rosa Godoy corre y sueña. A paso firme y con la mirada puesta en la meta. Así es desde que tenía 12 años y empezó a desandar los caminos del atletismo en la Asociación Atlético Banda Norte, en su Río Cuarto natal. “Hoy seguimos pensando en sumar puntos para clasificar a Tokio”, le cuenta a PERFIL CÓRDOBA. “Sería maravilloso poder estar en los próximos Juegos”, añade la mejor maratonista argentina en Río de Janeiro 2016, quien está enfocada en asegurar su segunda participación olímpica.
“El 14 de febrero tenemos una carrera en Sevilla, aunque me parece un poco temprano teniendo en cuenta lo que está pasando en Europa con los rebrotes de Covid-19. Después viene una competencia importante que se hace en La Pampa el 18 de abril. Si bien en este momento hay más posibilidades de sumar puntos sin necesidad de salir de Argentina, hay que correr y correr siempre fuerte para lograr el objetivo”, sostiene Rosa.
“Me tengo fe. Hace cinco meses que trabajo al ciento por ciento, haciendo una preparación a conciencia. Con mi entrenador, Martín González, creemos que somos capaces”, dice la riocuartense sobre la chance de representar al país en la cita de Japón. “Ojalá los plazos no se sigan prolongando porque si no la temporada se va a hacer larga y desgastante, aunque esto que ha sucedido nos ha enseñado a ser pacientes”, puntualiza.
Volver a empezar
Cuando habla de “esto que nos ha sucedido” Rosa se refiere a la pandemia, que en marzo pasado frenó su carrera hacia los Juegos. “Fue un golpe duro. Nos faltaban 20 días para competir en Paris y de repente, nada. A guardarnos. Al principio no sabía bien qué estaba pasando, pero lo tomé con calma. Siempre digo que las cosas pasan por algo”, comenta.
“Paré completamente durante dos meses y cuando se levantaron las restricciones empecé a activar nuevamente. Me costó arrancar, retomar la rutina de levantarme temprano, cuidarme con la comida y ordenar el sueño, pero enseguida las cosas se acomodaron y volvieron a la normalidad. Ahora ya estoy en mis tiempos y mucho mejor. Con más ganas que antes”, añade la cordobesa, quien busca el pasaporte para la maratón olímpica que correrán otras dos atletas argentinas: Marcela Gómez y Daiana Ocampo.
En el caso de Rosa, el obligado paréntesis profesional coincidió con un momento muy especial en lo personal. “En marzo regresé a Río Cuarto después de muchos años. Fue una decisión de vida. Sentí que mi ciclo en Villa Carlos Paz ya había terminado y necesitaba el reencuentro con la familia, volver a las fuentes”, comenta. “Al principio no pude verme con mi gente por el tema del aislamiento, pero siempre las cosas son más fáciles sabiendo que ellos están cerca”, enfatiza.
Pasión y trabajo
En su primera participación olímpica, el 14 de agosto de 2016 en Río de Janeiro, Rosa concluyó en el puesto 110º, con un tiempo de 2h52m31s, a 28 minutos de la keniata Jemima Sumgong, quien ganó la medalla dorada. “Fue una experiencia inolvidable. La verdad es que no terminás de caer que estás allí. Se trabaja tanto para estar en ese lugar que cuando llegás casi no te das cuenta, porque siempre hay que seguir corriendo”, rememora.
“Para mí correr es una pasión”, responde a la pregunta sobre el sacrificio del atleta y los asuntos que el deporte va postergando. “No soy de cuestionarme y tampoco de mirar para atrás. Sí se van dejando cosas de lado, pero son elecciones. No he sido madre todavía y tengo 38 años; lo hablamos mucho con mi pareja y siempre decimos `lo dejamos para más adelante’. El asunto es que estamos buscando clasificaciones importantes. Ni más ni menos que la posibilidad de competir en los Juegos Olímpicos.
-¿Te ves corriendo en Tokio 2021?
-Dicen que soñar no cuesta nada, ¿no?. Pero yo hace 25 años que estoy en esto. A esta altura ya no sueño: entreno y pongo toda la carne en el asador.
TODA UNA VIDA. Rosa Godoy lleva 25 años en el atletismo. “A esta altura ya no sueño: entreno y pongo toda la carne en el asador”, afirma.
“Solos no lo podemos hacer”
“Hoy se hace muy difícil salir a competir fuera del país si no tenés el apoyo económico necesario”, sostiene Rosa Godoy en alusión al impacto que los vaivenes de la economía provocan en el deporte de alto rendimiento. “Antes podíamos conseguir pasajes a Europa por 40 ó 50 mil pesos y ahora hay que tener por lo menos el doble de ese dinero para poder viajar. Los deportistas solos no lo podemos hacer. Necesitamos de todos los que quieran sumarse, ya sea el Estado o los privados. Mucha gente no entiende que éste es nuestro trabajo. Hay que ponerse en el lugar del otro”, enfatiza.
“En mi caso me apoyó muchísimo la Dirección de Deportes de Río Cuarto, que se sumó con la idea de que podamos estar juntos en Tokio”, comenta. Y se refiere a la dificultad de conseguir sponsors para un atleta: “Es muy difícil si no sos algo así como un influencer y vendés en las redes. Ya no alcanza con los logros deportivos. En mi caso yo tengo un perfil muy bajo y, aunque estoy en ellas, me cuesta mucho el uso de las redes”.