El mundo observa con asombro cómo la pandemia de Covid-19 sigue golpeando a países que parecían tener controlado al virus y que empezaban a despedirse de esta tragedia mundial, iniciada en los primeros meses de 2020. Nuevas variantes de preocupación y diversos problemas en torno a las campañas de vacunación, son algunos de los desafíos actuales que se presentan alrededor del globo.
Para analizar algunas de estas cuestiones, PERFIL CÓRDOBA convocó al doctor Sergio Grutadauria, bioquímico y especialista en Virología, quien se desempeña en el Laboratorio Central del Sanatorio Allende, una de las primeras instituciones en realizar análisis y diagnósticos de la enfermedad mediante la técnica de PCR, cuando empezó la circulación del virus en el país.
—Como experto en virus, ¿por qué cree que se sabía tan poco de los coronavirus?
—Si bien conocíamos la existencia de algunos coronavirus humanos, nunca se les prestó mucha atención: causan infecciones respiratorias altas, sin consecuencias, con sintomatologías muy leves, principalmente en niños. Algo similar ocurre con los rinovirus, causantes del resfrío común: una enfermedad muy difundida pero que no tiene una sintomatología grave, el paciente no requiere internación y por tal motivo ni se diagnostica. Nadie en el mundo profundizó en el estudio de los coronavirus, al menos en estas latitudes, debido a que eran pocos y sin efectos graves. Esta es la primera vez que un coronavirus trascendió el lugar donde apareció y se distribuyó en todo el mundo.
—Virólogos expertos afirmaban en marzo 2020, que una pandemia dura tres años. ¿En qué momento de la pandemia estamos? ¿Cree que nos estamos acercando al final?
—Todos los sanitaristas y todos los políticos que dijeron cosas sobre el futuro de la pandemia, asumieron un gran riesgo. Y si vemos para atrás muchos se equivocaron. Lo que hizo este virus fue demostrarle a la humanidad que la naturaleza nos tenía una sorpresa guardada, que iba a traer muchas más incertidumbres que certezas. Ha habido brotes de sarampión, paperas, rubeola y uno sabía cómo se comportaban esos virus, cómo se diagnosticaban, si mutaban o no y qué análisis debían hacerse para saber si la persona estaba protegida. De este virus no sabemos nada. Al desconocer cuáles son las tasas de transmisibilidad efectiva, las tasas de mutación y la interacción que el virus tiene con el sistema inmunológico de cada persona, fue lo que resultó en este gran caos. Mientras que algunas personas ancianas salen bien de la infección, algunos jóvenes se mueren. Por lo tanto, pronosticar para el futuro es adivinar. Lo más certero es ver lo que ocurre a corto plazo. En Córdoba, por ejemplo, tenemos una ventaja: vemos lo que está ocurriendo sanitariamente en Buenos Aires, ciudad de la que estamos dos o tres semanas atrás. Eso nos da un buen margen como para prepararnos a lo que se viene.
—¿Era posible frenar el ingreso de la variante Delta al país?
—Yo vivo en Argüello y cuando hay un incendio en La Calera, a 5 kilómetros, no logro evitar que el olor a humo entre en mi casa. No importa cuánto cierre las puertas y ventanas, el olor entra, porque ninguna casa es hermética. Lo mismo pasa con los virus. Argentina es parte de un planeta globalizado. No se iba a poder frenar, era inevitable que el SARS-CoV-2 no ingresara. Ni las islas (Cuba, por ejemplo) pudieron frenar su diseminación. Aparte no podés encerrar indefinidamente a los 40 y pico de millones de habitantes que hay en el país. Lo mismo pasa con la cepa Delta. Iba a llegar sí o sí en avión, automóvil o barco. No podemos separarnos del mundo, salvo que hiciéramos una colonia en la Luna. La cepa Delta tiene todas las características para seguir avanzando, como ya lo hizo en otros países del mundo.
—¿Es una variante de temer o se magnifica el poder de destrucción de esta mutación del virus?
—La cepa Delta es como una puerta que tiene un picaporte muy grande, infecta a las células con mayor eficiencia. Lo que se mutó es la proteína S, la llave que usa el virus para poner en la cerradura de la célula y poder infectarla. El resto del virus no ha tenido modificaciones importantes que lo hagan más letal, que dé más fiebre, que dé más diarrea, o que haya mayor necesidad de internar al paciente. Eso no se ha observado y no se ha podido comprobar hasta el momento. Ahora bien, de la misma manera es importante remarcar que esta variante, cuando encuentre a una persona vacunada, va a tener muchísimos menos síntomas que una persona que no fue vacunada nunca.
Las vacunas, clave
Consultado sobre la importancia de la vacunación, Grutadauria precisó que “el foco no está en que la cepa Delta entre y se disemine. El foco debe ser vacunar lo más rápido posible a la mayor cantidad de personas. Cualquier cepa tendrá un efecto más dañino en los no vacunados que en los que sí se vacunaron. La protección que te da la vacuna no es para no contagiarte, sino para no pasarla tan mal y morirte”.
–¿Al futuro de la pandemia lo marcará el éxito o fracaso de la campaña de inmunización?
–La pandemia va a continuar hasta que estemos todos protegidos. Haciendo futurología, es probable que en cuatro o cinco años el coronavirus siga circulando pero va a quedar relegado a la población pediátrica. Se convertirá en una infección respiratoria más de la niñez, como otros virus respiratorios, los cuales producen bronquitis en niños pequeños. Estas bronquitis no son mortales. El virus seguirá circulando a nivel mundial pero no afectará gravemente a personas mayores.