En la recta final hacia las primarias abiertas las lecturas sobre cada encuesta, sobre las señales que van dejando los actos partidarios y sobre los resultados de las elecciones provinciales que se suceden en la previa se potencian para generar un cúmulo de expectativas que se canalizan y descomprimen con distintos matices. En ese marco, las especulaciones que se despliegan en torno a los posibles efectos de las primarias del próximo domingo se posicionan sobre los efectos que tendrían los dos escenarios posibles: el de una derrota del oficialismo que complique el quorum del gobierno en el Congreso o el de un victoria oficial que podría decodificarse como un inédito respaldo para reforzar el camino elegido. Algo a lo que muchos analistas le asignan una baja probabilidad, en un contexto mundial en que los oficialismos suman contados logros, afectados por la inconsistente gestión de la pandemia.
La hipótesis que cobra fuerza entre los círculos empresariales, los mercados bursátiles y los analistas económicos que miran de cerca la contienda política apunta a que una derrota del oficialismo, por el perfil de la propia administración, implicaría una dosis de calma y tranquilidad en los mercados, mayor chance de ingresar en una senda de estabilidad cambiaria y una importante mejora en las expectativas de mediano plazo hacia 2023. En esa senda se sitúa el análisis en que se incrusta lo que podríamos llamar “la paradoja PASO” y que plantea que, perdiendo, el gobierno ganaría. Si una derrota del oficialismo contribuye a generar calma entre los agentes del mercado y cierta estabilidad en las variables más volátiles ese combo ayudaría a contener la incertidumbre y mejorar la gobernabilidad.
Todo lo contraría podría decirse del escenario opuesto, uno donde el gobierno obtiene un resultado aceptable o incluso un triunfo cómodo. Para el mercado, esa opción, menos probable hoy, generaría un posible agravamiento del contexto cambiario, con un incremento en el ritmo de fuga de capitales, generando mayor tensión hacia el tipo de cambio y consecuentes presiones devaluatorios después de las elecciones. En concreto, incremento de incertidumbre y más complicaciones para responder hacia los desequilibrios todavía no resueltos de la macro.
Para Gastón Utrera, de Economic Trends más allá de que algunos jugadores en el mercado o algunos analistas políticos planteen que es posible una devaluación, cuando uno mira los números el tipo de cambio no está atrasado: “no sería esperable una devaluación desde ese punto de vista, como sí hacía falta antes. Lo que ocurre es que va a haber mayor presión hacia devaluar si después de las elecciones las expectativas son tan malas. Un resultado que parece más dañino para la economía, pero que hoy parece más improbable es un triunfo claro del oficialismo. Sería difícil un triunfo claro, cuando vemos una economía muy golpeada y un poder político que se ve debilitado. Pero si se da un triunfo holgado del oficialismo es probable que tengamos un efecto ´agosto 2019´, que seguramente no será tan brutal, porque tuvimos muchos inversores posicionando en pesos el viernes y saliendo desesperados el lunes a comprar dólares porque el cimbronazo de las expectativas fue gigantesco. Es improbable que gane holgadamente y aun así es improbable un golpe tan brusco porque no hay un cambio de expectativas tan fuerte”, explica.
Una lectura que hizo esta semana la politóloga Paula Zurban en Punto a Punto Radio es que, si se concreta un triunfo acotado del gobierno, pero triunfo al fin, podría tomar los fundamentos y respaldos necesarios para “radicalizarse política y económicamente”.
En su paso por Córdoba y en el marco de la cena de campaña que tuvo con empresarios locales, el ministro Guzmán describió y explicó algunos ejes de la política económica, esquivó la mala perfomance y proyección en relación a la inflación y no hizo ninguna mención a un aspecto que por estos días preocupa a muchos hombres de negocio: cómo gestionará, en caso de una derrota electoral, las presiones a aumentar fuertemente el gasto hasta las elecciones generales, teniendo en cuenta que él siempre eligió el camino de la reducción y la prudencia fiscal.
“Pueden pasar las dos cosas, una radicalización porque leen que tienen que tirar toda la leña al fuego para levantar el resultado, algo que podría complicar las expectativas y perjudica el escenario para los próximos dos años. Uno podría pensar que, si no les va bien, las expectativas del sector empresario mejorarían para el 2023, podrían retomarse algunos proyectos de inversión ante la expectativa de otro horizonte. Pero eso se choca con el escenario de corto plazo, el camino para llegar a 2023, con un presidente totalmente debilitado no va a ser fácil. Podría tomarse más protagonismo por parte de Cristina en el gabinete, por caso. Pero también cabría esperar que por propia inteligencia de supervivencia en el gobierno se den cuenta que no pueden ir contra los mercados y contra las expectativas. Están coqueteando con todo eso. Cuando Cristina se junta con Redrado es porque están en análisis todos esos escenarios hacia adelante”, apunta Utrera.
¿Sigue el rally? Carla Daniele Barra, analista de la sociedad de bolsa Dracma, plantea que de haber movimientos en los mercados el 13S habrá que encontrarlos en la reacción de las acciones y los bonos y no tanto en el mercado cambiario, donde las regulaciones para operar en el tipo de cambio oficial son cada vez más fuertes. “Creo que ahí se juegan más fuerte las expectativas que en otros planos como el cambiario. No creo que el resultado tenga tanto impacto en el mercado cambiario donde el margen de movimiento es más estrecho por las restricciones actuales. Independientemente del resultado puede haber algo de tensión cambiaria, pero no será algo que mueva la aguja. Es una elección en la que no se juega la continuidad inmediata del gobierno, por lo que veo que la estrategia posiblemente sea la misma, asociada a mantener el plano cambiario oficial contenido y con el ritmo de devaluación que no se mueva tanto hasta después de las elecciones generales”, señala.
En relación a los dólares financieros, para Barra ahí también se pueden esperar más presiones: “Hay que poner en perspectiva que se viene de regulación en regulación para contener esos mercados lo esperable es que sigamos en esa dirección y es posible que se acentúen un poco más esos controles y regulaciones buscando contener la brecha para que no se vaya por los aires. No me imagino el día después el dólar volando, porque se interviene vía bonos. No le asigno mucha probabilidad a un escenario de crisis cambiaria en estas PASO”, afirma.
El dato que da la pauta sobre lo que espera el mercado es el fuerte rally que se viene dando en las últimas semanas, con subas acumuladas del 40% en algunos papeles (se destacan las cotizaciones de empresas energéticas y financieras). “Pero no hay valor de fondo, no es que compran en el mercado argentino porque creen en las empresas y en sus papeles, el driver está en el plano político. Es un trade electoral que se explica por un optimismo del mercado que lee encuestas que mostrarían un mal resultados del oficialismo. No podemos confiar en las encuestas como algo certero, ya pasó en las últimas elecciones, pero el mercado está comprando un optimismo desde ese lado. Pero hay que tener en cuenta que los bonos siguen deprimidos y las paridades siguen estando en torno al 35%, esos niveles te siguen diciendo lo mismo: que Argentina sigue siendo riesgosa, que nadie compra Riesgo argentino o que para comprarlo te exige rendimientos altísimos. Por eso lo que mueve la aguja para decidir ahora son las elecciones”, apunta Barra.
Sobre este rally, desde Invecq Consultora plantean que si bien las últimas semanas demostraron resultados alentadores para el mercado accionario y los bonos podrían continuar esta dinámica, la sostenibilidad del precio de los activos no bastará solo con expectativas electorales, dado que es dificultoso sanear el plano monetario sin un anclaje de expectativas. “La celebración de las cotizaciones evidenciadas en el corto plazo continúa sujeta a un programa de consolidación post-electoral, que permita despejar las distorsiones previamente expuestas”, apuntan desde esa firma.
Devaluta. Entre los analistas que abonan un cambio después de las elecciones generales está Salvador Di Stéfano. El economista y consultor escribió un análisis en el que plantea que el tipo de cambio oficial no se puede mantener en una tasa de devaluación del 12% anual, y que vamos a un movimiento sísmico del tipo de cambio oficial en el verano, que a corto plazo impactará en el dólar MEP. Para él, si hay nuevo gabinete de ministros, habrá una nueva política monetaria y cambiaria. “Martín Guzmán es número puesto a salir de la cancha, sus diferencias con el presidente del Banco Central son notorias, y no podemos seguir incrementando pasivos monetarios al ritmo actual”, señala.
En definitiva y de cara al 13S, el mercado suma incertidumbre, pero se mantiene con expectativas que juegan en el terreno de un optimismo moderado. “Las expectativas van a estar fluctuando. Si le va mal al gobierno, mejoran las expectativas de mediano y largo plazo, pensando en 2023, pero también puede ser una complicación para el corto plazo y en tránsito hacia el 2023 con un gobierno debilitado. Siempre hay sorpresas, si el oficialismo tuviera un buen resultado sería un golpe durísimo para las expectativas del mercado y el empresariado”, completa Utrera.