“Los medios no son responsables del aumento de la violencia de género”, dice la periodista y editora de género de los Servicios de Radio y Televisión de la Universidad Nacional de Córdoba, Gabriela Weller, pero hace, en diálogo con PERFIL CÓRDOBA, una salvedad: “Al vivir la sociedad patriarcal, se profundizan y se propalan a través de los medios los estereotipos de género, los mandatos de la masculinidad, las supuestas debilidades de las mujeres y de otras identidades. Cuando se hacen eco de esa manera de percibir el mundo por supuesto que contribuyen, indirectamente, a sostener el patriarcado y a sus prácticas violentas”.
En una semana signada por la multiplicación de femicidios –en la Provincia el número de mujeres asesinadas en 2021 ascendió a siete (ver página 20)–, casos de violencia machista y de mujeres desaparecidas, para la especialista y también editora de El Tajo, “los medios de comunicación deben ser aliados. Sin ellos será muy difícil el cambio cultural hacia una sociedad igualitaria”.
–¿Está de acuerdo con la idea del efecto multiplicador cuando se da información detallada sobre los femicidios?
–Hace mucho tiempo que las teorías de los estudios de género se plantean la duda de no solo el efecto multiplicador, sino también del efecto anestesiante, que puede ser igual o más peligroso. En principio, creo que necesitamos visibilizar los casos de violencia para sensibilizar a la sociedad. En ese contexto, es necesaria una distinción con el efecto anestesiante porque las formas de comunicar no deben provocar la indiferencia en la sociedad. Y es algo complejo porque, por ejemplo, con la pandemia nos acostumbramos a que todos los días haya muertos. Cuando el número de muertes diarias era alto, pensaba cómo reaccionaríamos si todos los días se cayera un avión. Así, es evidente que en la comunicación de la pandemia falló la estrategia porque se produjo ese efecto. En el caso de la violencia de género debemos seguir comunicando, pero con mucho cuidado en las estrategias discursivas para no anestesiar.
–¿Cómo valora la comunicación que hace el poder judicial y el gobierno provincial en relación con, por ejemplo, los casos de la última semana?
–El silencio del Ministerio de la Mujer con respecto a los femicidios del 2021 es atronador. Vemos que en otras jurisdicciones ponen la cara, dicen que las políticas públicas no están o fallan. Es decir, dan algún tipo de explicación, asumiendo el rol que deben tener políticos, agentes y técnicos del estado. Lamentablemente, me duele decirlo, porque apoyo la existencia del Polo de la Mujer y del Ministerio, no encuentro explicación de por qué no intervienen de manera pública. Salvo que lleven adelante una estrategia, en mi opinión equivocada, de no dar a conocer lo que sucede. Tampoco tengo noticias de que se haya impulsado algún tipo de política concreta vinculada a los últimos hechos que nos ubican como la segunda provincia con más femicidios.
–¿Se burocratizó la perspectiva de género como una marca?
–Es probable que se haya burocratizado y que también se haya incorporado a las agendas políticas de manera cosmética. Las encuestas marcaron, en algún momento, que el género era un tema moderno e importante. Y desde 2015, en particular, había que darle una respuesta urgente al ‘Ni Una Menos’.
–¿Percibe que se pasó de cierto consenso a una reacción antifeminista? Plasmada, por ejemplo, en un proyecto de ley que habla de violencia de género hacia los hombres.
–Así como la violencia machista se trata de una disputa de poder —de no permitir a las mujeres ejercer su libertad— y también de una distribución desigual de ese poder en la sociedad, en la medida en que las mujeres se empoderan, salen a la calle, se organizan, dicen que no y reclaman, obviamente se da una respuesta, que puede ser para bien, como las leyes que ampliaron derechos. Pero, para que las cosas cambien, hay una parte de la sociedad que tiene que renunciar a sus privilegios. Y si hay una lucha para derribarlos es evidente que habrá una resistencia del otro lado.
El caso del proyecto de ley Alejo no solamente expresa una resistencia sino también de ignorancia y de improvisación absolutas. La violencia de género es violencia machista. No existe la violencia de género de una mujer hacia un hombre. Son hechos aislados. Según el informe de 2019 del Poder Judicial, las denuncias de ese tipo no llegan al 1%.