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CóRDOBA
PROBLEMÁTICA SOCIAL

El síndrome de la casa abandonada que nadie quiso ver en Laboulaye

Nadie advirtió que el cuerpo de Joaquín estuvo tres días en una vivienda abandonada que todos conocían. Acaso es la representación más cruel de lo que no vemos o no queremos ver de las problemáticas de nuestros niños y adolescentes.

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La casa abandonada donde encontraron el cadáver de Joaquín en Laboulaye. | CEDOC

El brutal crimen en la localidad del sudeste de Córdoba ocurrió a plena luz de día en un barrio residencial, atrás de una escuela, en una vieja estructura entre dos casas habitadas y a sólo cuatro cuadras de la plaza céntrica. Nadie vio, ni escuchó.

Luego, nadie encontró a Joaquín durante tres días desaparecido, pese a la búsqueda por todo el pueblo. Todos sabían de la casa abandonada, equidistante a dos escuelas, a la que concurren desde hace varios años los estudiantes que se escapan de clases. Pero nadie advirtió que allí podía estar el adolescente de 14 años.

Después de 72 horas, un vecino sugirió a las primas de Joaquín que busquen en esa vieja vivienda deshabitada y allí encontraron, casi de casualidad, el horror más cruento. Luego se conocería que su mejor amigo de 13 años era el principal acusado de matarlo, siempre según la investigación que ordenó demorarlo y trasladarlo a un instituto socioeducativo de menores.

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Toda esta escena se vuelve ininteligible para la comunidad laboulayense que, con este inédito desenlace, sufre el socavamiento de la confianza en el otro, de la cercanía, de las relaciones. Es una bisagra social que abrirá interrogantes en el pueblo.

Pero este caso, con varios puntos ciegos desconocidos que esclarecerá la Justicia, invita a reflexionar sobre esa vivienda abandonada que nadie observó o nadie quiso ver, que podría representar lo que descuidamos como sociedad de las problemáticas infanto-juveniles.

La mirada profesional

Por estos días se pondrán en consideración pública especificidades del asesinato, el vínculo que tenía Joaquín con su mejor amigo y presunto victimario, los cuestionamientos de la familia de la víctima a la escuela a la que asistían por una advertencia de bullying no atendida, testimonios de vecinos y varios detalles no relevantes.

Pero lo que debe interesar para encontrar respuestas que permitan evitar otros casos trágicos similares son las señales que van expresando las potenciales víctimas y los victimarios con determinados comportamientos.

La casa donde hallaron el cadáver de Joaquín.

Consultada por PERFIL CÓRDOBA, Ana María Alle, psiquiatra infanto juvenil cordobesa (MP 19648), reconoce que esas señales muchas veces “son inespecíficas y pueden deberse a múltiples causas”. Pero coincide con Liliana González, reconocida profesora y licenciada en psicopedagogía, especialista en clínica de niños y adolescentes, en que “siempre hay indicadores” que necesitan ser advertidos.

Ambas profesionales de la salud mental concuerdan en que niños y adolescentes atraviesan una época en la que “crecen apurados” por los adultos de sus grupos familiares y “no son respetados en sus etapas de formación”, por lo cual “están siendo adultizados” tempranamente.

“Se intentan introducir estimulaciones o existen sobreestimulaciones de diferentes ámbitos que, por su desarrollo evolutivo, los chicos y las chicas no están en condiciones de elaborar o comprender”, explicó Alle.

Sobre ello, González apuntó a Internet, las redes sociales, los videojuegos y el impacto de la tecnología: “Casi todos los juegos requieren estrategias para matar y lo ven como algo cercano. Aprenden a resolver los problemas matando”.

Al respecto, la psiquiatra agregó: “Se naturalizan personajes violentos en películas, dibujos animados, realidad virtual y videojuegos que facilitan la confusión entre la realidad y la fantasía. Gana el que mató más”.

Los problemas del sistema

Los niños y adolescentes atraviesan problemáticas vinculadas a “la sexualidad y la agresividad”, explica Alle, que comenzaron a manifestarse hace dos décadas y que se acentuaron y generalizaron en estos años. A ello, se suman los inconvenientes dados por la ineficiencia de los sistemas de educación y de salud.

“Hay un no querer asumir, no saber o no poder asumir una serie de planteos. Lo están sufriendo todos, incluso los adultos. Los grupos familiares no están pudiendo dar respuesta, tampoco desde lo social desde ámbitos como la educación y la salud”, señala la experta en Violencia y Abuso Sexual Infantojuvenil.

González, al respecto, puntualiza: “Hay docentes que van a las escuelas a dar contenido, y hay otros que van a cambiarle la vida a los niños y niñas. Por lo tanto, hay docentes que ponen problemas bajo la alfombra para no tener inconvenientes con los padres, para evitar el conflicto”.

Alle coincide en que “hay modos de abordaje que no están siendo adecuados desde lo educativo” y que, en ese ámbito, “no hay respuesta de sanciones que ordenen lo que se debe y lo que no se debe hacer”. Aunque también considera que los docentes y el personal de Salud “están sobrecargados” por la “vorágine de tener que responder a todo”.

La escuela a la que asistía Joaquín con su amigo.