Los Juegos Olímpicos son la panacea de la perfección deportiva. Todo parece ‘color de rosa’ cuando se observan las lágrimas de alegría por los récords y las medallas obtenidas. Pero muchas veces esas lágrimas son más de desahogo que de felicidad. Y, en ese marco, en Tokio 2020 los deportistas comenzaron a hablar de un tema que era tabú y preocupaba siempre en secreto, a miles y miles de deportistas de todo el planeta: la salud mental.
La gimnasta Simone Biles es una de las atletas más destacadas del mundo contemporáneo. Verla en la pista es sinónimo de perfección. Pero la presión que esa ‘perfección’ provocaba era gigante. Y explotó, y tal vez lo que venga sea un efecto dominó que, seguramente, será saludable para todos los deportistas.
“Desde que entro al tapiz estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza (...) Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi salud y mi bienestar”, explicó Biles minutos después de que el equipo de gimnasia de Estados Unidos perdiera el oro. Al día siguiente no se presentó a las finales individuales. Priorizó su salud mental.
Marcó un antes y un después en el mundo del deporte de élite y dejó un legado, ya que expuso públicamente que debe cuidarse mentalmente y que la gimnasia no es lo más importante, por más que se trate de unos Juegos Olímpicos. Previo al inicio de Tokio, en Estados Unidos la entrevistaron y le preguntaron sobre el momento más feliz de su carrera. Y la cinco veces campeona del mundo respondió: “Con sinceridad, tal vez mi tiempo libre”.
Pero ojo, no fue la primera que sacudió el deporte de élite con acciones. Otra referente olímpica, la tenista japonesa Naomi Osaka, también expuso la situación. La encargada de encender el pebetero en Tokio semanas atrás, hizo público sus problemas de ansiedad después de renunciar a jugar en Roland Garros y Wimbledon. En una reciente miniserie documental en Netflix, la tenista habla de las presiones, el miedo a fallar, la angustia y se pregunta: “Si no soy una buena tenista, ¿quién soy entonces?”
Dos exitosas mujeres deportistas expusieron su vulnerabilidad y abrieron una puerta gigante. Entonces, aparecieron más voces, que
se animaron a hablar.
Brutal. La estrella británica Andy Murray, el tenista ganador de dos oros olímpicos, a sus 34 años confesó al perder esta semana en Tokio: “Me siento aplastado. El deporte puede ser brutal. Es el final de mi viaje olímpico”.
Pero si hay un ícono olímpico es el norteamericano Michael Phelps. El nadador, ya retirado, ganador de 23
medallas, fue uno de los primeros en hablar de sus ideas suicidas y de su depresión. Incluso tiene una fundación
que se dedica a los problemas de salud mental. “Cargamos una pesada mochila sobre nuestros hombros. Esta es una oportunidad para que todos nosotros aprendamos realmente más sobre la salud mental, para que todos se ayuden unos a otros. Quiero que se pueda tener a alguien que los apoye, que no juzgue a los deportistas. Ya no podemos esconder estas cosas bajo la alfombra”, declaró en las últimas horas apoyando a Biles.
Más allá de la empatía que puedan provocar semejantes confesiones, los ‘haters’ (‘odiadores’, gente que usa redes sociales para agredir) no paran con sus críticas.
De hecho, dos deportistas argentinas fueron blancos de estas agresiones. La nadadora Delfina Pignatiello y la tiradora Fernanda Russo. A propósito, la cordobesa, exponiendo sobre la catarata de agresiones, reflexionó al terminar su participación en Tokio: “Primero que nada, los deportistas somos humanos”.
“Hay un exitismo social que se vuelca y afecta al deporte”
El psicólogo especialista en deportistas de élite, Claudio Vasalo, analizó la situación que viven los atletas en las competencias de repercusión mundial y afirmó: “El deporte es un trabajo de alto riesgo con mucho efecto de audiencia, y, en este caso de los Juegos Olímpicos, con miles de millones de espectadores. Es altamente estresante”. Además, el especialista cordobés expresó: “En el alto rendimiento es más aprender a perder que aprender a ganar. Por eso es importante la alta tolerancia a la frustración, y esa es la variable mental que divide a los atletas de alto rendimiento con el resto”. Y sobre la situación de la gimnasta norteamericana aseguró: "Ojalá podamos entender el mensaje de Biles, está diciendo que necesitan entrenamiento mental todos. Para ser deportistas se exige una preparación física y, también, una preparación emocional. La vidriera que tienen es enorme, todos los miramos y juzgamos. Hay un exitismo social que se vuelva al deporte, a veces deteriora el disfrute de los deportistas y afecta la calidad de la experiencia deportiva".
En la misma línea el ex futbolista cordobés César Carignano reflexionó: “Las frustraciones nacen antes de que ocurran ejerciendo una desmedida presión, una autoexigencia extrema y una demonización del resultado adverso. El negocio y su aceitado sistema lo han logrado”; y agregó: “El sistema no espera, exprime personas al extremo”.