Febrero de 2018, hace casi cuatro años, fue el último mes en el que los salarios le ganaron al incremento de precios. El dato no es menor y da cuenta del creciente deterioro de los ingresos que impacta para terminar de configurar una foto cada día más preocupante: el del desplazamiento de grandes franjas de la población hacia condiciones de empobrecimiento.
La serie histórica de la evolución de los salarios, en base a datos del Indec, y publicada por el Centro de Investigación y Formación Profesional de la CTA remarca que los salarios reales de las y los trabajadores del sector privado se ubican 19,3% por debajo de noviembre de 2015, y los de las y que el salario de los trabajadores los estatales cayó aún más: está un 24,8% por debajo.
Ese retroceso acumulado del salario real es aún más marcado en el caso de los trabajadores informales o de los cuentapropistas que no tienen una red institucional para activar negociaciones a fin de conseguir incrementos salariales para aliviar el impacto de la suba de precios. El deterioro de los ingresos se hace muy palpable al analizar la evolución y modificaciones que se dan en la pirámide socio económica argentina. Al ritmo de un proceso inflacionario que avanza con más vigor que con el que aumentan los salarios, la llamada “clase media argentina” es un segmento cada vez más chico. Este tema fue uno de los que se analizó en un reciente webinar organizado por Idesa en el que se plantearon algunas perspectivas de cara al 2022.
Menos clase media. Sobre las modificaciones en la pirámide poblacional la economista de Idesa, Virginia Giordano explicó que al contrario de la mayoría de los países vecinos que fueron mejorando, la Argentina -con vaivenes- hizo un proceso inverso. Apuntó que la calidad de vida va en permanente decadencia a lo largo de los últimos 50 años y remarcó que la pandemia aceleró aún más este deterioro.
“Una forma de analizar como disminuyó la calidad de vida de los argentinos es ver qué pasó con la ‘clase media’. En los últimos cinco años la movilidad social fue descendente; el estrato social más grande fue el segmento de ingresos bajos, con casi 12 millones de argentinos considerados pobres. La clase media disminuyó a 41% de la población”, sostuvo.
Mirando los datos de la pirámide, a nivel nacional, en el segundo trimestre de 2016 era clase alta el 9% de la población, clase media el 48%, clase media baja el 11% y clase baja el 32%. Para el segundo trimestre del presente año esos valores cambiaron bastante: la clase alta oscila entre el 5% y el 6%, la clase media pasó a ser el 41%, la clase media baja el 12% y la clase baja trepó al 41% de la población.
“A nivel país, la clase media paso de 48% a mediados de 2016 al 41% en el segundo trimestre de 2021. Esto es muy vulnerable a lo que pasa con la macro. Uno de los momentos en que la clase media era más importante fue en 2018 en los meses previos a que se desencadene la crisis financiera y económica. Llego al 51% de la población y luego empezó a caer. Se mueve en función de cómo opere la inflación que es lo que erosiona los salarios. Entonces, vemos que la caída de la clase media se aceleró desde 2018, cayó 10 puntos porcentuales. Esa caída, desde 2016 a 2021 son cerca de 1,2 millón de personas que dejaron de ser de clase media a nivel nacional. Entre 2016 y 2021 la clase media baja aumentó en medio millón de personas y la clase baja creció 3,5 millones de personas. Hoy tenemos a 12 millones de personas en situación de pobreza. Las personas en situación de pobreza eran el 32% y hoy son el 41%”, apuntó Giordano en diálogo con Perfil Córdoba.
Córdoba, con caída más grave. Si la situación de la clase media a nivel país es grave, lo que pasa en el Gran Córdoba es aún más alarmante. El desplome de la clase media en los últimos 5 años es muy marcado.
En ese sentido, un informe de Idesa mirando la realidad local destaca que al segundo trimestre de 2016, si un hogar promedio del Gran Córdoba sumaba todos sus ingresos podía repartir $28.151 entre cada miembro[1]. Para el mismo trimestre de 2021, dicha cifra cayó a $24.899. Esto define una pérdida de poder adquisitivo de los hogares en torno al 12% en los últimos 5 años, aún teniendo en cuenta toda la ayuda social recibida desde la pandemia. Por decil de ingreso, se observa que todos los sectores perdieron y en magnitudes similares. Pero como es de esperar, si alguien cercano a la línea de la pobreza pierde el 12% de sus ingresos probablemente pase a ser pobre (que fue lo que ocurrió en este lustro), y alguien de mayor ingreso, no. Entonces, en este contexto la desigualdad no aumenta tanto pero sí la pobreza.
En la misma línea se informa que en el Gran Córdoba, sobre principios de 2016 el 36% de las personas eran clase baja y un 10% vulnerables (en total, un 46% con riesgo inminente de pobreza). En 2021, un 49% son de clase baja y 9% de clase media baja respectivamente (sumando 58%). La clase media a secas, pasó de 48%-49% a 36%, mientras que la alta, cayó de 6% a 5%. En concreto, una de cada cuatro personas que eran de clase media pasaron a ser de clase baja; la clase media se redujo un 25% en 5 años y se engrosó la clase baja.
En suma, aumentaron las clases bajas (pobre y no pobre) y se achicó la clase media. Tras las sucesivas crisis cambiarias desde 2018 y sumado la pandemia, toda esa estructura se vio amenazada, debido a que hasta los empleados en blanco sufrieron de un mes a otro recortes del 25% de sus salarios o directamente perdieron sus ingresos.
Analizando esta realidad en números concretos, se estima que unas 11 mil personas en el Gran Córdoba dejaron de pertenecer a la clase alta, en tanto más de 168 mil personas ya no son parte de la clase media. El estrato medio tenía 739 mil cordobeses hace 6 años y hoy tiene a 571 mil personas. En tan sólo 5 años, ese proceso de deterioro de las condiciones socio económicas determinó que la clase baja creciera de 544 mil personas en el segundo trimestre de 2016 a más de 772 mil personas en el mismo período de este año, es decir la clase baja sumó a 228 mil cordobeses.
“Si la inflación sigue en torno al 50% anual es muy probable que el encarecimiento de la canasta básica total lleve a un mayor deterioro de la pirámide social, puesto que pocas paritarias cerraron valores cercanos a la inflación y tampoco hay perspectivas de mejora en la calidad de los trabajos. La ayuda social podría compensar en parte este deterioro, pero será otro remedio temporal. Sin embargo, de no abordarse un ordenamiento integral del sector público esto conduciría a mayores niveles de inflación”, apuntan desde Idesa.
-¿Qué se puede prever en términos de tendencia, teniendo en cuenta lo que se espera para el proceso inflacionario? ¿Va a haber menos clase media?
-No vemos que el gobierno esté tomando las medidas correctas que apunten a reducir la inflación y que sería, básicamente, disminuir el desorden fiscal. El gobierno está con la política de controles de precios, de aumento de prestaciones nominales, sube de jubilaciones, bonos, ayudas por la pandemia. No alcanza con ponerle plata a la gente en el bolsillo si se le va. Acá lo que marcamos como muy importante es que los salarios deben crecer por encima de la inflación y la forma es resolver la inflación. Pero el gobierno no viene atacando el problema de fondo y no vemos una buena perspectiva en el corto plazo. Con este gobierno no pareciera entender que el problema es este e insiste con aumentos nominales, controlando precios y tarifas.
“Otro punto a trabajar es mejorar la calidad del Estado. Tenemos un Estado que no provee buenos y mejores servicios. No pasa tanto por achicar el Estado, sino hacerlo más eficiente. Mejorar los bienes y servicios en educación, seguridad y salud ayudaría a la clase media. La clase media termina destinando recursos para tener transporte, salud y educación privados”, remarca Giordano.
-La perspectiva de inflación real para el año que viene no ayuda.
-No. En febrero de 2018 fue el último mes que los salarios le ganaron a la inflación, desde ahí en adelante perdieron siempre. Ya hay años acumulados de pérdida y con inflación por encima del 50% es muy difícil que los salarios se recompongan. El presidente tiene ese discurso en torno a que va a dar paritarias y demás, pero está hablando de un mercado laboral formal donde el gobierno puede tener algún tipo de control o por los convenios colectivos. Pero el salario de los informales y los cuentapropistas se rige por fuera del mercado, no hay mucha influencia por parte del gobierno. Ese salario es difícil que se recomponga si no baja la inflación.
[1]A precios del 2do trimestre de 2021, utilizando IPC Córdoba.