En el peor momento de la crisis generada por el Covid-19, hacia abril y mayo del año pasado, cuando las restricciones a la circulación y a cientos de actividades generaron una fuerte contracción de la economía, el mercado laboral pasó por su peor momento. Durante esos meses se llegó al pico de destrucción de empleos, con cientos de mipymes dejando de operar y miles de trabajadores cuentapropistas o independientes retirándose del mercado laboral. La tasa de actividad que había sido del 58,6% en el primer trimestre del año pasado bajó, según los datos del Indec, hasta el 49,2%. Pero lo que no dice ese dato, son las profundas desigualdades que la crisis evidenció, expuso y que aún hoy se mantienen. Y al parecer se mantendrán por largo tiempo. Y es que la tasa de actividad para varones había bajado a 58%, pero la de mujeres descendió hasta el 41%.
Hoy esos valores se recuperaron, pero la distancia entre géneros sigue muy presente. Al primer trimestre de este año, la tasa de actividad fue del 69,7% para los varones y del 49% para mujeres. Más de 20 puntos porcentuales de brecha. Al analizar las poblaciones específicas por sexo y edad, se observa que entre las mujeres de 14 a 29 años esta tasa fue de 39%, mientras que la tasa de varones en este mismo rango de edad fue 53,7%.
En tanto, bajó el desempleo en varones, pero subió el de mujeres. En el primer trimestre de 2020, el desempleo entre varones era del 9,7% y bajó al 8,5% hacia el primer trimestre de 2021. En contrapartida, la desocupación afectaba al 11,2% de las mujeres activas y creció al 12,2% en el primer trimestre de este año, también según el Indec.
“Durante la crisis sanitaria por el COVID-19, las mujeres han tenido más probabilidades que los varones de volverse económicamente inactivas, abandonando la fuerza laboral. Esto se debe a la carga del cuidado, pero también a que, a nivel mundial, el 40% de todas las mujeres empleadas trabajan en los sectores más afectados, incluidos el alojamiento y los servicios de alimentación, el comercio mayorista y minorista, el sector inmobiliario, las actividades comerciales y administrativas y la fabricación”, dice un reporte de la consultora Grow, especializada en mercado laboral y género.
En la misma línea remarcan que los sectores económicos con mayor participación femenina fueron los más afectados por la pandemia de COVID-19, por las medidas de aislamiento y las restricciones a la movilidad. Solo en América Latina 23 millones de mujeres cayeron en la pobreza debido a la pérdida de sus fuentes de trabajo. Esta caída en los niveles de participación femenina en el mercado laboral representa un retroceso de una década.
“Lo que estamos viendo es que subió mucho la cantidad de mujeres inactivas, el número de mujeres que ni siquiera están buscando trabajo porque o saben que no lo consiguen porque su actividad sigue muy golpeada o porque han tenido que replegarse a sus hogares atendiendo tareas domésticas. Ha habido un fuerte aumento en la inactividad de las mujeres. Hay que remarcar que se ve un retroceso en la participación de las mujeres en el mercado laboral. Si hace 10 años estaba en un 47%, en la región, hace un par de años se había alcanzado un 51%, y ahora estamos de nuevo en un 47%. Por eso decimos que se vivió un retroceso de una década”, señala Georgina Sticco, directora de Grow.
-¿Qué escenarios ven para la pos pandemia?
-Creo que lo central es analizar cuáles son las cosas que se perdieron o quienes son las personas y los puestos más afectados para poder pensar estrategias para volver a incluirlos en el mercado laboral. Si es necesario una reconversión tecnológica o incorporar nuevas habilidades hay que hacer ese análisis y hacerlo con una mirada generacional, una mirada de género y macroeconómica. Entender esto para poder distribuir los recursos. El derrame no funciona como estrategia para una integración laboral que permita salir de esto.
-Así como tuvimos ATP o IFE, ¿hay políticas de ayuda que incorporen la mirada de género?
-Falta una mirada desde ese lugar. Hubo muchos retrocesos en el ámbito privado, se afectó la red de cuidados y eso impacta en muchas áreas. Creo que hoy un ámbito político para hacerlo, para generar esas herramientas. Si no tenemos esa mirada la incorporación de las mujeres va a costar mucho, hay que hacer algo para no recorrer el mismo camino. En una reunión como la de Facundo Moyano, donde se habla de la agenda feminista y las mujeres no están, así no vamos.