La Asamblea Paravachasca es un conjunto y red de vecinos, grupos, colectivos y otras asambleas que, desde fines de 2016, se reúnen para abordar las problemáticas socioambientales que afectan la vida de la zona.
Surgió con el intento de modificación de la Ley de Bosques, cuando se temió por la deforestación y por el incremento de emprendimientos en áreas protegidas. Desde entonces se mantiene, con variaciones, encendiéndose cuando los problemas se agudizan, como fue con los incendios del 2020 o el proyecto de autovía de este año.
Es una comunidad que se mantiene activa con reuniones, manifestaciones, como la que se llevó adelante el último viernes en Alta Gracia, y en redes sociales. El número de integrantes varía. Según explicaron a PERFIL CÓRDOBA está conformada
por “200 personas caminando, denominados ‘Caminata por el Buen vivir”, 100 personas en encuentros ‘Territorialidades’, otro grupo que combate incendios forestales, además de los que participan en los plenarios. Y el número crece cuando se realizan las movilizaciones.
Los activa “la autodeterminación y soberanía de los pueblos por un buen vivir”, explican. Hablan del cuidado de los bienes comunes, de
la naturaleza y el reconocimiento como sujetos políticos. Expresan que cada valle debe definir cómo quiere vivir e instan por una real participación de la ciudadanía en las decisiones que afectan a los vecinos.
“Nos juntamos periódicamente en función de los emergentes que se presentan y nos afectan en diferentes lugares del valle de Paravachasca, con plenarios cada 15 días. La participación y organización es horizontal”, le explicó a este medio Francisco Bertea, miembro de la Asamblea Paravachasca e investigador del Conicet.
Diego Aranda, también integrante del colectivo, dijo tiempo atrás: “El gran desafío es pensar conjuntamente que vivir con libertad, con una serie de garantías de derechos, tiene que ver inevitablemente con el modo en que nos vinculamos con el territorio. Paravachasca pone en discusión la cuestión ambiental”.
Denuncia. Recientemente fue publicado en la prestigiosa revista científica Science, un artículo con la firma de Bertea en conjunto con Guadalupe Peralta y Luciano Cagnolo, en el que advierten sobre la incesante pérdida de bosque nativo en Córdoba, ahora propiciada por la construcción de las autovías de Punilla y Paravachasca. Los investigadores destacan que no es solo el desmonte por la construcción de las rutas, sino también la pérdida de hábitat que ocurrirá debido a la especulación inmobiliaria que acompaña dichas obras viales. Algo por lo que la Asamblea Paravachasca está luchando.
A propósito, explican que la construcción de ambas autovías destruirá el bosque nativo, afectará cuencas hídricas, fragmentará el territorio perjudicando los hábitats y ecosistemas de animales y plantas. “En lo inmediato los efectos son aún más agresivos, mientras pasa una topadora y arranca de raíz árboles, aplasta madrigueras, pisotea y mata plantas y bichos. Donde se construye una autovía se reemplaza la vida del monte por cemento, vehículos y gases contaminantes”, expresó Bertea.
Además denuncian que estas autovías generan un incremento del valor económico de las tierras, lo cual propicia negocios inmobiliarios para algunos pocos.
La Asamblea recalca en sus comunicados y manifestaciones públicas que hay que recordar que los bosques nativos de la provincia están protegidos por ley y muchos afectados por estas obras viales e inmobiliarias se ubican en zona roja, de máximo valor de conservación y que no deberían ser modificados.
“Nos preguntamos dónde están nuestras voces en este tipo de iniciativas y megaobras disruptoras como las autovías”, afirma Bertea.
Pedido al gobierno
“Por acción u omisión, el Estado no aplica ni respeta las leyes existentes que cuidan la naturaleza y los bienes comunes. Se pudo ver durante 2021 cómo van apareciendo cada vez más carteles de venta de lotes en zonas de bosques protegidos y lugares en las sierras que han sido ‘limpiados’; ‘limpian’ el monte, arrasando y destruyendo todo menos algunos pocos árboles autóctonos. A mediano y largo plazo, como ya sucedió con los miles y miles de hectáreas que hoy están deforestadas y urbanizadas, donde actualmente vivimos, este proceso seguirá arrasando con el poco monte que queda en la provincia”, denunció Bertea.
Raúl Montenegro, profesor de la UNC, presidente de Funam y Premio Nobel Alternativo 2004, explicó a fines del año pasado que desde 1999 a 2017, los incendios afectaron más de 700 mil hectáreas y que al fuego se suma a los desmontes previos, y resaltó que en la provincia había 12 millones de hectáreas de bosque nativo a comienzos del siglo 20 y actualmente (sin contar lo destruido en 2020 y 2021) queda menos del 3% en buen estado de conservación. Un número que alarma. Por tal razón, desde la Asamblea sostienen que el Estado debería cuidar el poco bosque y explican que “en el caso de las autovías promovidas por la Provincia es trágico, porque es la misma provincia, a través de la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático, la que autoriza la destrucción del bosque nativo protegido por ley”.