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SISTEMA ENERGÉTICO

Extensión de vida de Atucha I: un paso clave para recuperar potencia en un contexto de escasez

Desde la Secretaría de Energía alertaron que durante el verano habrá “menos reserva de potencia” que el año pasado. La falta de generación, uno de los puntos débiles del sistema y que pone en riesgo la atención de la demanda de energía.

Paró Atucha I por primera vez en 50 años por mantenimiento.
Paró Atucha I por primera vez en 50 años por mantenimiento. | Noticias Argentinas (NA)

Argentina se encamina a transitar por experiencias ya vividas en los veranos de los años ‘80 y de mediados de la década del 2000: una ola de calor de varios días de duración, con escasez de energía eléctrica que podría derivar en cortes del suministro a industrias e incluso a la red domiciliaria.

Las autoridades de la Secretaría de Energía oficializaron el miércoles 2 de octubre el “Plan de Contingencia y previsión para meses críticos del período 2024”, con el objetivo de evitar que se produzcan cortes preventivos en el suministro.

Daniel González, secretario Coordinador de Energía y Minería, expresó en un encuentro con empresarios del sector de energía que “todos saben que el año pasado en el verano la crisis ‘pegó en el palo’ porque no había ninguna reserva de potencia. Este verano tenemos algo menos de potencia disponible. No sabemos cuánto calor va a hacer. No sabemos cuánta agua va a haber en Brasil, pero estamos preparándonos para el peor escenario. La resolución que salió hoy busca mitigar esos riesgos con medidas de mercado”.

Tanto el mercado como los responsables de conducir los destinos de la política energética del país entienden que la falta de generación es uno de los puntos débiles del sistema y que pone en riesgo la atención de la demanda de energía.

Expertos y empresarios del sector coinciden en que la atención de la contingencia es una acción necesaria pero que también se torna urgente la búsqueda de soluciones a largo plazo que fortalezcan el sistema. Existen proyectos de gran importancia en desarrollo, como son las centrales hidroeléctricas de Santa Cruz, centrales termoeléctricas y proyectos de generación solar y eólica en San Juan, La Pampa y Buenos Aires que esperan definiciones políticas y regulatorias y se podrán convertir en realidad en los próximos años aportando nueva y más potencia.

Otro proyecto que en los próximos meses comenzará a desarrollarse y que permitirá recuperar megas es la extensión de vida de la Central Nuclear Atucha 1, puesta en marcha en 1974 y que este 29 de septiembre comenzó la parada técnica para el inicio los trabajos de extensión de vida. Los trabajos en la central se han convertido en un tema de gran relevancia para el sector energético argentino, ya que permite sostener una fuente confiable y estable de energía en el país.

Juan Manuel Pereyra, presidente de Eling Energía, empresa que participó activamente tanto en la extensión de vida de la central nuclear Embalse como en la construcción de Atucha II, destacó la importancia de estos esfuerzos.

“La extensión de vida de Atucha I representa no sólo un desafío tecnológico sino que también es una oportunidad para fortalecer la seguridad energética del país y para optimizar la utilización de recursos existentes. Gracias a este tipo de proyectos podemos seguir garantizando la producción de energía limpia y sustentable para los argentinos”, sostuvo.

La previsión es que los trabajos demanden unos 30 meses de ejecución y permitan recuperar y garantizar, por 20 años más, 362 MW de potencia. Este proyecto se enmarca dentro de una inversión de aproximadamente 700 millones de dólares que incluye también la construcción de un sistema de almacenamiento en seco para el combustible consumido de Atucha II. La central está bajo la órbita de Nucleoeléctrica Argentina S.A., sociedad del estado que conduce Alberto Lamagna, quien el 26 de septiembre anunció que está asegurado el presupuesto para concretar los trabajos para extender la operación.

Se estima que el reactor de Atucha I volverá a entrar en operación en 2027, y se espera que contribuya a reducir las emisiones de CO2 en aproximadamente un millón de toneladas anuales en comparación con otras fuentes de energía termoeléctrica fósil del país.

Según Pereyra, “extender la vida útil de Atucha I significa maximizar la inversión realizada hace décadas, aprovechar el know how del desarrollo de la ingeniería y construcción argentina que se impulsó en la construcción, montaje, puesta en marcha y operación de la Central Nuclear Atucha II y en la Extensión de Vida de la Central Nuclear de Embalse, evitando la necesidad de reemplazar completamente la planta por una nueva”.

En ese sentido, el empresario añadió que “si no se decidiera por la extensión de vida, se tendría que poner en acción un plan de cierre definitivo de la central nuclear Atucha I, con toda la contingencia que ello conlleva e inversión asociada para su culminación segura. Esta es la manera más eficiente de aprovechar los recursos públicos y privados, logrando un balance positivo en términos de costos y beneficios; sumando generación de energía firme, con los más altos índices de disponibilidad, generando oferta en la base de la demanda”.

La extensión de vida de Atucha I contribuye a la estabilidad de la matriz energética argentina, que se encuentra en un proceso de transición hacia otras fuentes de generación, diversificando la matriz energética. La energía nuclear se presenta como una alternativa sólida para garantizar el suministro, reducir la dependencia de combustibles fósiles y, a la vez, contribuir a la reducción de emisiones de carbono.