Es increíble que un enroque tan notorio no haya llamado la atención de nadie: el equipo de campaña de Alberto Fernández ahora está asesorando a Mauricio Macri y el team que diseñó la estrategia del Presidente pasó a ubicarse detrás de quien encabeza la fórmula del Frente de Todos. A mí no van a engañarme, porque semejante golpe de timón jamás podría pasar desapercibido para mi sagacidad.
Mientras el Gobierno interviene en el mercado cambiario, otorga beneficios impositivos y adelanta aumentos para los jubilados, la oposición promete que, de llegar al poder, honrará los compromisos con el Fondo Monetario Internacional y evitará cualquier tipo de cepo al dólar. Por suerte para ellos, estamos en 2019; porque si hoy estuviéramos en 2015, distinguir quién es quién sería más complicado que encontrar la salida de la Circunvalación a la altura del estadio Mario Alberto Kempes.
Otra cuestión que confunde a la ciudadanía son los cruces entre los poderes Ejecutivo y Judicial, que se pelean y se reconcilian como si vivieran en una canción de Pimpinela. Tras los resultados de las PASO, ciertas causas por corrupción que parecían al borde de la condena, se esfuman con la rapidez de un billete de 100 pesos.
Y otras acusaciones, que padecían las inclemencias climáticas del freezer, de repente se recalientan y hacen que algunos funcionarios sientan que están en el horno. Sería bueno que se ajuste el termostato, porque la gente puede cansarse de comer pizza fría y de tomar cerveza caliente. Y porque, cuando alguien grita “¡choro!”, ya no sabemos si se refiere a un punga que le manoteó el teléfono o a un ministro que le robó la confianza en las instituciones.
En Córdoba, mientras tanto, la transición entre el intendente Ramón Mestre y el electo Martín Llaryora se sigue postergando de manera indefinida. No sé si es que uno no se quiere ir, que el otro no quiere entrar, o que Llaryora decidió tomarse un colectivo para ir al Palacio 6 de Julio y hace semanas que está esperándolo en una parada por donde no pasa.
Desde el Concejo Deliberante, el edil Santiago Gómez, además de cantar cuarteto, ha denunciado que la actual gestión está realizando designaciones de último momento en cargos jerárquicos. Se comenta que habrían concursado la jefatura de la repartición de Buzos Tácticos de la Isla de los Patos, la dirección de la Oficina de Afinación de Silbatos de Zorros Grises y la titularidad de la Cátedra Abierta “Dale, dale, dale”, destinada a la educación vial de los naranjitas. Mestre, por su parte, volvió a recurrir a las arcas municipales para subsidiar el transporte y así postergar el incremento del boleto.
Mi recomendación sería que la gente destine algo de sus ingresos para la compra de bicicletas con sidecar (o en tándem), monopatines, tablas de skate o patines, porque cuando finalmente se autorice el aumento, viajar en bondi hasta el centro va a salir más caro que los pasajes a Marte que vende Elon Musk. Hay malpensados que dicen que el jefe comunal busca que sea el próximo quien asuma el costo político de una medida tan dolorosa.
Algo parecido al teorema Nalbandián, aunque aplicado al relevo en el municipio: “Paga el que viene atrás”. En Brasil, ante el desastre ambiental de los incendios en la región del Amazonas, Jair Bolsonaro quiso aplicar la misma táctica que Mauricio Macri. Cuando vio que todo se le prendía fuego, le echó la culpa a la oposición. Todavía falta la parte en que agarra la regadera y empieza a apagar las llamas, porque así como acá los bolsillos crujen de tan secos, allá la ecología corre el riesgo de entrar en default.
Mientras tanto, el Presidente argentino cruza los dedos para que no se caiga otra de sus promesas de campaña, si Emmanuel Macron insiste en dar de baja el acuerdo del Mercosur con la Unión Europea. Probablemente Macri apele a su sintonía con Bolsonaro y le diga: “Jair, meu cara, entre bomberos no nos vamos a pisar la mangueira”.