En ‘Consagrada’, el unipersonal que Gabriela Parigi presentó días atrás en Córdoba, en el marco del Festival Circo en Escena, la niña y la adolescente gimnasta confluye con la mujer actriz, acróbata, bailarina y docente, bajo una temática común: el deporte de elite. “Para mí es muy fuerte. Estuve 16 años haciendo gimnasia artística y llevó 16 años arriba de los escenarios y en las aulas”, le cuenta a PERFIL CÓRDOBA.
En la obra, la exintegrante de los seleccionados argentinos hace un abordaje crítico sobre el alto rendimiento y hace hincapié en cuestiones que ya le generaban ruido en sus tiempos de atleta de elite. Ella misma les pone nombre: “abusos, violencia de género, meritocracia, cuerpos y mentes adoctrinados para el éxito, infancias exigidas, desprecio por la salud física, mental y emocional, discriminación”.
“Son todas cosas que nos interpelan”, asegura. “Hoy lo hago con otro bagaje y con una mirada adulta, y en otro contexto social. Por suerte, transitamos una época bien diferente. En aquellos tiempos se naturalizaban cosas horrorosas en el deporte”, enfatiza.
Gabriela fue gimnasta desde los 4 años y hasta los 19. Disputó Mundiales (“muchos”), representó al país en los Juegos de la Juventud de Moscú 1998, y a nivel Panamericano fue subcampeona en Curitiba 2000 y también participó en Santo Domingo 2002. “Cuando dejé de competir, me hice entrenadora y empecé a trabajar con niñas en la Selección. Lo sentía como un legado, una responsabilidad que debía asumir a partir de toda la información empírica que tenía. Fue una decisión ética e ideológica; quería repetir lo que estaba bien y cambiar las cosas con las que no acordaba”, relata.
"Había algo en el alto rendimiento que iba más allá de que cómo yo lo hiciera. Eso de competir como un fin en sí mismo, de ganar como sea sin importar lo que vas dejando en el medio… Por eso me mudé de ecosistema”,
“Estaba convencida de que podía encarar esa tarea con una pedagogía diferente, desde otras perspectivas y lógicas. Pero había algo en el alto rendimiento que iba más allá de que yo lo hiciera de una u otra forma. Eso de competir como un fin en sí mismo, de ganar como sea sin importar lo que vas dejando en el medio… Por eso decidí mudarme de ecosistema”, afirma. “A través del arte escénico, el circo, la danza, el teatro, la acrobacia, la dirección artística y la docencia, encontré tierra fértil para trabajar con objetivos más lúdicos y menos tóxicos”, puntualiza.
EN OTRO ESCENARIO. La exgimnasta del seleccionado argentino presentó su unipersonal a sala llena en el Pabellón Argentina de la UNC. /// FOTO: CEDOC PERFIL
Detrás de escena
“En la obra hay vivencias propias y también situaciones ficcionadas. Parto desde ahí para visibilizar esa lógica del éxito que trasciende al deporte”, dice Parigi. “Hay muchas cosas que sabemos que pasan y que están muy calladas: la meritocracia, la competencia, la perspectiva de género, dejar el cuerpo y la salud de lado, qué estimulamos en la infancia… Razonamientos que se replican y operan en toda la sociedad. Por eso es necesario sacarlos a la luz, instalar nuevas conversaciones y debatir sin hacer grietas”, sostiene.
“Hay una parte muy luminosa del deporte, que es el show, lo que vemos en la TV. Pero el deporte también tiene sus recovecos. Hay lógicas muy retorcidas, frases icónicas que miradas con lupa están totalmente dislocadas”, refiere Parigi.
“Existe una mirada productivista del cuerpo, una mirada capitalista. Nalbandian y Coria fueron conmigo a Moscú 1998 y recién les dieron bola en el tenis cuando cayeron con sus medallas. ‘Primero ganá y después te ayudo’. Es una batalla cultural. Y por eso es importante que también se involucre la política”, precisa la exgimnasta.
“Por suerte no viví situaciones de abuso sexual, aunque conozco a un montón de gente a la que le pasó. Pero a los otros abusos los padecí a todos".
De su experiencia personal, refiere: “Mi familia me apoyó y me contuvo mucho. Me dio herramientas sanas para no quedar rota y poder reciclar. Pero no puede depender de qué familia te toca”.
“Yo era de las que se sacaba las hebillitas del pelo para pesar menos”, recuerda. “De lunes a viernes te subían a la balanza y te obligaban a bajar 100 gramos por día. Si no dabas el peso, te señalaban como ‘la gorda’ y te mandaban a correr a la pista como castigo. ¿Vos creés que nos ponían nutricionista? Eso me llevó a la bulimia y a la anorexia”, precisa.
“Tuve la lucidez y la fuerza para pedir ayuda, y una familia que me acompañó. No la estaba pasando bien”, subraya.
ANÁLISIS CRÍTICO. “Existe una mirada productivista del cuerpo, una mirada capitalista", dice Parigi al hablar del alto rendimiento deportivo. /// FOTO: CEDOC PERFIL. .
Que se haga la luz
Aunque los tiempos vayan cambiando, Gabriela asegura que el deporte competitivo “mantiene lógicas de opresión y exitismo que son abusivas y que no sólo involucran a las mujeres”.
Se conmueve al hablar de los casos de dos atletas estadounidenses: la gimnasta Simone Biles, que renunció a disputar las finales de Tokio 2020 argumentando “falta de confianza”, y la nadadora Anita Álvarez, quien relató que “todo se puso negro” antes de desmayarse en una pileta en el Mundial de Budapest. “Es importantísimo que una Simone Biles, que tiene muchísimas medallas en el cuello, diga que estas cosas siguen pasando y que nos tenemos que ocupar”, señala.
Y menciona a Delfina Pignatello, la promesa de la natación argentina que decidió dar “un paso al costado” por las críticas que recibió en las redes tras su participación olímpica del año pasado. “Delfi fue a ver la obra, me dijo que le ayudó muchísimo y luego subió un posteo muy lindo”, revela.
“Es importantísimo que una Simone Biles, que tiene muchísimas medallas en el cuello, diga que estas cosas siguen pasando y que nos tenemos que ocupar”.
Sobre los casos de agresiones sexuales del médico Larry Nasser contra integrantes del equipo estadounidense de gimnasia, reflejados en el documental ‘Atleta A’, Parigi apunta: “Esa era la lógica de mi época. Lo interesante de ese caso es que devela al sistema en su totalidad”.
“En el deporte hay muchos abusos: sexuales, físicos, psíquicos, emocionales, metodológicos”, detalla. “Por suerte no viví situaciones de abuso sexual, aunque conozco a un montón de gente a la que le pasó. Pero a los otros abusos los padecí a todos. Qué te dicen, cómo te lo dicen, el miedo que te fomentan, la manipulación para anular temores y lesiones… De todos modos, no me puedo quedar en mi experiencia. Si sabemos que esto pasa, lo hablemos. Le pongamos un poco de luz”, manifiesta.
“Lamentablemente, el sistema es muy complejo y sigue operando. Hay que reconfigurar esa lógica de ganar como sea. Tenemos que replantearnos cuáles son los verdaderos valores que promueve el deporte”, concluye.