Marcelo Polakoff, rabino del Centro Unión Israelita de Córdoba, tomó contacto con la familia del fiscal Alberto Nisman a partir de su muerte. Días después del hecho que conmocionó a todo el país el 18 de enero de 2014, viajó a Buenos Aires y acompañó a Sara Garfunkel y Sandra Nisman, madre y hermana del fiscal, durante el reconocimiento del cuerpo. En ese trámite, recuerda, fue amenazado.
Al llegar a la morgue, una persona asignada a la seguridad se acercó y le dijo: “Quédese tranquilo rabino, no les va a pasar nada… por ahora”. Al día siguiente, el 30 de enero, presidió la ceremonia del entierro.
Por todo lo que vivió hace cinco años desde dentro del seno de la familia Nisman, por las posiciones que sostuvo y expresó públicamente, PERFIL CORDOBA le propuso una entrevista. Cada vez que se refirió a la muerte del fiscal usó el término ´asesinato´, lo que expresa su pensamiento y convicción sobre el caso.
Pero, además, hay un hilo invisible que une en su historia ese hecho trágico y el atentado que investigaba el fiscal: la voladura de la Amia en 1994. Por entonces, él trabajaba en la sede de la mutual de calle Pasteur. “El 18 de julio yo estaba en Europa haciendo un curso, era seminarista -rememora- y cuando volví la Amia no existía más”.
Le tocó, también en aquella ocasión, acudir a la morgue para reconocer el cuerpo de las víctimas del atentado. El mismo trámite al que acompañó a la madre de Nisman, 20 años después.
—¿Qué reflexión tiene a 5 años de la muerte de Alberto Nisman?
—En principio, la tristeza natural por una muerte violenta. No conocí al fiscal Nisman. Lo conocí en la morgue acompañando a su familia para reconocer su cuerpo. Y también, sintiendo muy de cerca ese dolor, con mucha admiración por cada una de ellas. Por la dignidad con la que han enfrontado tantas situaciones cruentas y terribles. Que a cinco años del hecho todavía no tengamos muchas certezas, le suma más pesar al hecho.
—¿Por qué estuvo junto a Sara Garfunkel en la morgue?
—Me habían llamado para que las acompañe en este proceso. El cuerpo todavía estaba en la morgue cuando me encontré con la familia en Buenos Aires. Me pidieron que los ayudara con los temas vinculados al entierro y en el proceso del duelo. Antes no la conocía. Fue un aprendizaje mutuo de conocimiento y encariñamiento, tanto como con la mamá Sara y la hermana Sandra, como con su exesposa Sandra y sus hijas Iara y Kala. Cinco mujeres a las que admiro. Nos seguimos viendo, no con tanta asiduidad como al principio.
—¿Por qué las hijas decidieron retirar la querella?
—Lo dijo Sandra Arroyo Salgado. Les suma mayor dignidad todavía. Explicó que retirar la querella no significaba dañar la investigación y sí iba a proteger el crecimiento de sus hijas que tenían que reconstruir su vida, un poquito más despegadas de esta tragedia.
—¿Qué le pareció el documental de Justin Webster para Netflix?
—Muy largo, muy denso, muy triste. Tiene logros, como conseguir personajes interesantes, con mucho cinismo (NdeR: hace referencia soslayada a Jaime Stiusso). Y uno ve eso y se repiten los patrones de la investigación en la Amia, la misma corrupción en la investigación, la intromisión de la política, los servicios, el barro sobre el barro. No sé si fue por una cuestión temporal, se terminó hace dos años, pero el documental no incluye la imputación de los cuatro custodios. Si no es por una razón temporal, es un error grave. Lo más atinado es lo que se escucha de un funcionario estadounidense: si uno hubiera querido torpedear la causa, mejor no se habría podido hacer.
/—¿Tiene expectativas de que se puedan esclarecer ambos hechos?
—La verdad es que a esta altura el atentado a la Amia no creo que avance mucho, más allá de las líneas de la investigación, de que hay sospechosos, imputados que no vienen a declarar. Dadas las características de la causa, el tiempo transcurrido y la no declaración de los responsables, me parece que no tiene mucha salida. En cuanto a la investigación del asesinato del fiscal Nisman creo que hay algunas chances más, que avancen líneas de investigación que muestren más claramente todo lo extraño que se vio alrededor de su muerte.
—En aquel momento, la muerte de Nisman fue un golpe para toda la sociedad, ¿cómo fue para la comunidad que usted asiste?
—Ya venía golpeada y fue como una especie de tercer atentado, sin la envergadura de los anteriores. La primera reacción fue la de una indefensión total como ciudadanos argentinos, sin importar de qué tradición religiosa sean. Un fiscal de la Nación investigando una causa de semejante tamaño, a punto de acusar a la Presidenta de la Nación de ese momento, de encubrir a los imputados por el atentado a la Amia, generó la sensación de que nadie tenía seguridad en su vida. Terrible. Y todo lo que pasó después no hizo más que echar barro.
—¿Desde dónde se politizó más?
—De todos lados. Es lo que escribí el otro día: ´Elegí tu propio Nisman´. Las opiniones son divergentes, agrietadas y se da un abanico enorme. Eso va en desmedro de las investigaciones porque se tienen que dejar de lado las opiniones para pasar a ser evidencias. Espero que en el transcurso de los próximos meses algunas líneas avancen. Ahora no es solo la causa del asesinato del fiscal, la que él estaba investigando que sigue a pesar de los intentos por acallarla, la investigación a la fiscal (Mónica) Fein por su desempeño, contra (Sergio) Berni, las causas conexas, hay una enorme cantidad de cosas que están alrededor que siguen abriendo interrogantes. Como ciudadanos tenemos que velar porque la Justicia tenga el apoyo en términos institucionales del Poder Ejecutivo, las garantías de trabajo independiente, las fuerzas de seguridad a disposición para la investigación como para la consecución de las penas que probablemente se den; y del Poder Legislativo, las leyes necesarias para que se pueda investigar con procedimientos claros, transparentes. Toda la causa Nisman está viciada de entrada y es un dato que repite el patrón del atentado a la Embajada como de la Amia.