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ELECCIONES Y DESPUÉS

La incertidumbre manda, cualquiera sea el resultado

La elección a presidente se da en un marco de mucha ansiedad, angustia y enojo. Genera malestar el estado de convulsión actual. Pero esto se potencia porque no hay elementos como para proyectar qué pasará luego de dirimido el acto eleccionario. Cualquiera sea el resultado de las elecciones, el panorama es el mismo: la incertidumbre. Estamos mal y seguiremos mal.

21-10-2023-Dólar peso
. | CEDOC PERFIL

El punto más traumático es la precaria situación económica y social. Tal vez la descripción que más se ajusta a la realidad es que caminamos en la cornisa de una hiperinflación. El artífice principal de este muy riesgoso experimento es el ministro de Economía y candidato a presidente Sergio Massa.

Arrancó su gestión a mediados del año pasado prometiendo controlar la inflación en una situación que ya era muy crítica. Pero como hizo todo lo contrario a lo que había que hacer, rápidamente cambió de objetivos y su prioridad pasó a ser sostener su candidatura. Con un nivel de audacia sin precedentes apeló a congraciarse con el electorado bajando impuestos y aumentando el gasto público. Toda a costa de más deuda y más emisión, aún cuando la tasa de inflación nunca dejó de escalar.

La contabilidad del Banco Central refleja una situación desesperante. El gobierno tuvo la mala suerte de la sequía, pero en lugar de paliar sus impactos con una política cambiaria acorde a la escasez de dólares, hizo exactamente al revés. Atrasó el tipo de cambio para paliar los impactos inflacionarios de los excesos de emisión derivados del déficit fiscal. Incluso, cuando aplicó un salto devaluatorio luego de las PASO, lo hizo tal mal que provocó que automáticamente los precios se dispararan dejando la competitividad peor que antes de la devaluación. Es tan precaria la situación que se llegó al extremo de festejar como si ganáramos una final que el gobierno chino amplíe el swap en 6.500 millones de dólares.

Las magnitudes de las inconsistencias acumuladas abruman. El Banco Central con reservas netas negativas (-10 como en el chinchón), brecha cambiaria diluida por la represión sobre el dólar blue (ahora tenemos un blue oficial y un blue blue) pero seguro por encima del 100% y el stock de plazos fijo que cayó un 7% el mes pasado. La última medición de precios de Orlando Ferres señala que la inflación mensual está en el orden del 16% mensual. Un nivel similar a  marzo de 1989, dos meses antes de que estallara la hiperinflación.

Las encuestas no ayudan
Una herramienta que en el pasado ayudaba a predecir el futuro eran las encuestas. Midiendo la intención de voto de los ciudadanos se podía imaginar, con mejores elementos, cuáles eran los cambios que se avecinaban como consecuencia de las elecciones. Pero últimamente las encuestas vienen fallando. Ocurrió en las PASO, donde ninguna vaticinó el triunfo de Javier Milei, y también en las elecciones presidenciales de 2019, donde ninguna predijo el triunfo de Alberto Fernández.

El fenómeno de la desacreditación de las encuestas potencia la incertidumbre. Estamos en una económica atada con alambres y sin tener indicios de quién se hará cargo de conducirla.

Una campaña con pocas ideas
La pobreza de la campaña electoral tampoco contribuyó a delineara el futuro. Enormes esfuerzos invertidos en campañas publicitarias (incluso apelando a dinero del cual es difícil de explicar su procedencia) concentrado en las personas. Las referencias a ideas y proyectos fueron las excepciones. Conclusión: sabemos muy poco de lo que los principales candidatos tienen programado hacer para salir de la profunda crisis en la que estamos sumergidos.

Abundaron los ataques a las personas y la distribución de culpas (del FMI, de la casta, etc.), el voluntarismo y los simplismos. Tal vez el ejemplo más ilustrativo es plantear que dolarizando se resuelven todos los problemas de la economía argentina.

Hasta en los debates entre candidatos (el ámbito que nuestras normas contemplan para forzar explicitar proyectos) no fueron aprovechados plenamente. En parte porque los candidatos los usaron para continuar con las referencias personales y también por errores en el diseño. Por ejemplo, incluyendo temas que no son de incumbencia nacional (educación) y dejando de lado temas cruciales de cara al futuro (previsión social).

Discutir personas y no ideas degrada. Somos un país extenso, variado, heterogéneo y diseñado desde sus orígenes como un régimen federal. Pero prevalece el presidencialismo, con una enorme concentración de poder en pocas personas. Esto lleva fatalmente a un planteo irracional: confiar que aparezca un líder salvador.

Ni la profunda crisis en la que estamos pareciera alcanzar para cambiar de enfoque. Seguimos empecinados en concentrar la atención en las personas y desatender las ideas y los proyectos. Una posición cómoda y simplista, en la que prevalece la falta de análisis crítico, reflexión y debates. Mientras que la organización y administración del Estado plantean problemas cada vez más complejos y sofisticados, el debate de políticas públicas no se renueva ni actualiza.

La esperanza, lo último que se pierde
En este mar de incertidumbres las probabilidades de que, llegada la instancia de tomar decisiones, se adopte el rumbo que nos lleve a salir de la decadencia no son nulas. Existe la posibilidad de que dirimida la contienda electoral emerja un liderazgo político que aborde el desafío de atacar los problemas de organización del Estado. Esta es la manera de generar las condiciones para alcanzar y sostener el equilibrio fiscal mejorando simultáneamente la calidad de la gestión pública.

En este sentido, la nueva conformación del Congreso y la renovación de gobernadores es una oportunidad. Frente a la necesidad de introducir cambios disruptivos en la organización del Estado con un enfoque integral (es decir, que involucre los tres niveles de gobierno) pareciera que está emergiendo un marco institucional mucho más favorable que el que tuvimos en los 40 años de democracia.

Para no desaprovechar esta oportunidad inédita, es fundamental no caer en la tentación de repetir las fallidas experiencias de ajuste fiscal. Entender que esto no se arregla licuando jubilaciones, creando nuevos impuestos transitorios o suspendiendo la obra pública y el pago a proveedores. Se necesita imaginar, con mucha creatividad, audacia e innovación una nueva organización del Estado que involucre a los tres niveles de gobierno.

* Coordinadora de Investigación Idesa