Argentina es un país que históricamente gasta más de lo que le ingresa. La parte del gasto público que no se financió mediante em i sión monetaria implicó un aumento de la deuda tanto interna como externa y, dada la historia crediticia argentina, las tasas de interés no han sido bajas.
Pagar los servicios de deuda comenzó a ser un peso en los gastos que, dado el contexto (recesión de los últimos años agravado por la pandemia), se convirtió en insostenible. Afortunadamente, a principios de agosto se pudo llegar a un acuerdo con los acreedores mayoritarios de esta deuda que nos sobrepasaba, un paso firme y adelante, en un camino sinuoso que nos queda por transitar.
Por su parte, el gobierno de la Provincia de Córdoba se enfrenta a una restricción presupuestaria similar a la del Gobierno nacional, pero sin la posibilidad de la creación primaria de dinero. Al 30 de junio del 2020 la deuda provincial ascendió a 196 mil millones de pesos, pero más allá del número resulta interesante ahondar en su composición.
Debido a la posibilidad de acceso a mercados externos, el 87% de la deuda total provincial fue tomada en dólares, y cerca del 60% de este endeudamiento es de corto plazo, es decir son préstamos cuya fecha de finalización se produce hasta junio 2025.
Sin embargo, al analizar el destino, se destaca que el 95% de la deuda en dólares se tomó para generar obra pública (gasoductos, autovía, rutas, etc.), lo que será disfrutado por varias generaciones futuras, e incluso llegará a contribuir a la generación de divisas. Endeudarse para mejorar la infraestructura provincial demuestra una estrategia con visión a largo plazo, contrario al caso de un excesivo endeudamiento nacional dirigido a gastos corrientes, financiar deudas pasadas y sostener el valor nominal del tipo de cambio.
En los últimos dos años, los ingresos de la provincia marcaron una tendencia decreciente en términos reales, efecto que es y podrá ser reforzado por la crisis económica mundial.
Al analizar la recaudación propia , nos encontramos que , en promedio, cerca del 75% de los recursos tributarios provienen de Ingresos Brutos, un impuesto procíclico. En otras palabras, la recaudación de este impuesto se encuentra atada al ciclo económico: en épocas de recesión disminuyen los ingresos y en momentos de auge aumentan.
En cambio, el impuesto inmobiliario es más estable ante las crisis económicas, y solo representa, en promedio, el 15% de la recaudación. ¿Será momento de reconsiderar esta estructura tributaria y darle mayor participación a impuestos acíclicos?
En este panorama, Córdoba se encuentra en una situación apremiante: gran parte de su deuda está en dólares y con vencimiento en el corto plazo, recursos en declive y gastos inflexibles a la baja. La reestructuración de la deuda de la provincia resulta inminente.
De esta forma, que el Estado nacional haya llegado a una negociación de parte de su deuda, distiende un poco el camino para el reperfilamiento de la provincia, en parte por la existencia de tenedores de deuda en común. Córdoba, entonces, puede contar con un antecedente de refinanciamiento para sus negociaciones.
No hay que perder de vista que, si bien la carga de los servicios de la deuda nacional se aminoró en el presente, estas obligaciones se harán notar en el futuro. Lo mismo sucede para una expectante negociación provincial. Esto implica que el país debe hacerse de divisas para poder saldar estas deudas, y tanto Nación como Provincia deberán crecer y lograr una mejora en sus ingresos. Quedamos de cara al futuro con una responsabilidad mayor y una realidad, quizás, más complicada.
Rocío Cerino es economista