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INDUSTRIA MUSICAL

La realización de festivales y la exención impositiva, en la mira de Javier Milei

La semana estuvo signada por el ataque del presidente Javier Milei contra el Cosquín Rock. Además, el mandatario continuó su violenta escalada contra la cantante pop Lali Espósito. Músicos locales piden reorientar la discusión y hablan de la importancia de la intervención estatal en materia cultural.

Cosquín Rock 2024
COSQUÍN ROCK. Llaryora adjudicó a Milei maniobras distraccionistas al ser acusado de usar fondos públicos para promover festivales como el Cosquín Rock. | Federico Rodríguez

Al mejor estilo Donald Trump, que convirtió en enemigo público a Taylor Swift, una de las artistas con mayor influencia de Estados Unidos, Javier Milei hizo lo propio con la cantante popular argentina Lali Espósito.

Los motivos aparentes de uno y otro son los mismos: ambas salieron públicamente a sentar posiciones políticas contrarias a los mandatarios.

Swift se pronunció primero en contra de una senadora trumpista que se oponía a los derechos de la comunidad LGBTIQ+ y finalmente contra el mismo Trump. Por estas latitudes el disparador del ataque de Milei contra la cantante pop comenzó a partir del posteo de Lali en sus redes sociales “Qué peligroso, qué triste”, tras el resultado de las PASO en 2023.

Continuando con el ataque sistemático a la cultura (su frustrada ley ómnibus contemplaba cierres y vaciamientos de instituciones históricas), esta semana el Presidente cuestionó duramente a Martín Llaryora por usar fondos públicos para financiar eventos como el Cosquín Rock, a través de su ley de exención impositiva, instaurada por José Manuel de la Sota.

Pero mientras desde el área de comunicación de la oficina del Presidente deciden qué es lo que debe estar en el centro de la discusión (el problema no es ni Lali Espósito ni Taylor Swift), músicos locales advierten que éstas son sólo maniobras de distracción que impiden poner el eje en la discusión real: políticas culturales convenientes a todo el arco creativo nacional, proyectos equitativos y distribución de oportunidades. 

Cuando el árbol nos tapa el bosque. “Todo este circo poniendo en duda la importancia de la cultura, de les artistas y de les trabajadores del entretenimiento, me parece de un nivel de bajeza y de abaratamiento de la discusión política que me angustia. Banco a Lali como a cualquier artista y creo que la discusión es filosófica. ¿El artista debe tener un espacio en el que su mensaje sea escuchado o no?, ¿las voces que no están en el mainstream son importantes o no?, ¿qué es lo que importa de la cultura? Por supuesto que les artistas tenemos que comer porque sino no hay discurso que sobreviva”, empieza diciendo la vocalista de Alapar, Mariana Piatti

Por su parte, Juan Iñaki también advierte sobre el engaño de la discusión: “Más allá de lo adolescente que me parece la pelea entre el presidente y Lali, creo que se está cambiando el foco de la discusión, que tiene que ver con la equidad. Y la equidad es tener un Estado presente que abra canales posibles para aquellos que no llegan a la gente”, reflexiona el cantante y compositor.

En el mismo sentido, la cantora argentina Mery Murúa sostiene que Lali es el blanco de moda, como lo fue Peteco Carabajal hace un mes. “Es un desvío grande de la atención de todo lo que el Gobierno nacional va haciendo por debajo, las subas de las tarifas y de los alimentos. Ellos también manejan el curso de la comunicación. ¿Por qué no estamos hablando de la suba del 200% del gas? Porque no quieren que hablemos de eso”.

Festivales, sí; festivales, no. “Los festivales acercan a la gente a una serie de artistas que de otra manera sería imposible; por eso el Estado tiene que apoyar estos eventos. Hoy me encontré con una señora que tiene, con su esposo y sus hijos, un puestito de comidas en las afueras del predio del Cosquín y trabajaron muchísimo gracias al festival”, cuenta Francisco ‘Pancho’ Castillo, de la Small Jazz Band.

En efecto, según informó José Palazzo, productor del Cosquín Rock, el festival generó más de 5.000 puestos de trabajo. “Lo que pasa es que hay que mirar los festivales como una inversión y no como un gasto, porque por ejemplo, con el Festival de Jesús María, una parte de la recaudación vuelve a un grupo de escuelas, que son las que iniciaron el festival”, dice el músico de la banda de jazz.

Sin embargo, hay muchos músicos que no son llamados a participar de los festivales y que actúan en circuitos alternativos, como es el caso de Juan Iñaki: “No son los festivales los que paran nuestras ollas. El porqué muchos de nosotros no estamos ahí, habría que preguntárselo a los gestores. Sí tienen una gran importancia para el municipio y para las personas que trabajan alrededor y que forman parte de una gran rueda en lo que significa un show. Pero los festivales no están teniendo una paleta muy diversa de programaciones, son siempre los mismos proyectos y contados con los dedos de la mano los que trabajan realmente en los festivales”.

Exención impositiva, una ley necesaria y polémica. La ley instaurada por De la Sota, que entre sus requisitos contempla la contratación de artistas locales en los grandes espectáculos musicales, tiene miradas a favor y otras un tanto críticas, como la de Pancho Castillo: “Así como se dan exenciones para las fábricas, por ejemplo, está muy bien que en cultura también se haga, aunque debería haber mayores controles porque las contrataciones muchas veces se dan sin ningún tipo de requisitos y en muchos casos contratan siempre a los mismos y en las peores condiciones. Yo los he visto tocando en la Plaza de la Música mientras la gente va entrando, con luces prendidas y sonido mínimo. No les dan el valor artístico que se merecen y además con cachés muy bajos”, observa.

Para Mariana la preocupación tiene que ver con que “pareciera que quienes trabajamos en el arte deberíamos ser siempre rentables, dar ganancias, ser personas fáciles de vender como productos, cuando el arte no tiene por qué cumplir esa función”.

El músico Juan Iñaki cuenta que la única vez que gozó del beneficio fue en los conciertos que Caetano Veloso hizo en Córdoba en 2014 y 2016. “Yo le hice la previa al show, con producción de José Palazzo. Pero me da la sensación de que esa ley está en una situación casi de inexistencia”.

El rol del Estado. Los músicos coinciden en que si bien debería haber una mayor racionalización del gasto, lo cierto es que sin la intervención estatal, que propone espectáculos abiertos y gratuitos, muchos músicos no tendrían manera de visibilizar su arte. “Creo que hemos tenido Estados más presentes que otros. Lo que me enoja un poco de toda esta situación con Lali, es que ella no es una persona que dependa del Estado, yo soy una persona que dependo del Estado porque la música con la que trabajo requiere de escuchas mucho más sensibles. Son oportunidades grandes para acceder a vidrieras que traccionan todo un trabajo independiente. Y si lo quieren poner en términos comerciales, de última, no podemos confiárselo a los privados porque hay un montón de variables que hacen que lo que se termina programando tenga determinado corte. Y ahí está la necesidad de tener un Estado presente”, dice Iñaki.

En el mismo sentido, Piatti dice que el rol del Estado es fundamental en la distribución de las oportunidades que tienen los artistas, porque “al productor privado le va a convenir más poner un artista que corte entradas a un artista que está empezando a tocar y que todavía no tiene la llegada que tiene Lali, por ejemplo”.

Reorientar la discusión. Para Mery Murúa hay que repensar la política cultural a nivel federal. “La política cultural tiene que ser más federal, comunitaria, colectiva, abarcativa. Porque, y a esto también hay que decirlo, se ha usado un montón de dinero del Estado para hacer campañas políticas culturales. Pero hay que apostar a una macro política cultural centrada en lo federal”.