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“Las escuelas especiales están en una situación desesperante”

Cristina Gentili es representante del Centro Educativo Mater, ubicado en Villa Cabrera. En el marco de la crisis económica actual, describe un panorama crítico para las instituciones de este tipo.

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CRISIS. Las demoras en los pagos de obras sociales y los aumentos al personal afectan a estas instituciones | Cedoc Perfil

Cristina Gentili tiene 66 años y lleva más de la mitad de su vida luchando por la inclusión y la formación de niños con discapacidad. Según ella misma cuenta, esta vocación nació como fruto de una necesidad generada por su propio hijo quien requería una institución con estas características.

Gentili es la representante legal del Centro Educativo Mater, una institución de enseñanza media que lleva 24 años trabajando en “el desarrollo educativo, social y laboral de jóvenes con dificultades de aprendizaje para su inserción en la sociedad”. En los últimos meses y como consecuencia de la crisis económica que vive el país, se generaron una serie de dificultades que amenazan la subsistencia de la institución y el panorama para el futuro es de extrema preocupación.

En diálogo con PERFIL CÓRDOBA, Gentili brindó detalles del complejo panorama que vive el ‘Mater’. “Estamos en una situación desesperante por los problemas económicos que tenemos, los cuales se generan principalmente por la demora en cobrar que tenemos de las mutuales. A los padres no se les cobra nada y las obras sociales nos están pagando a 90, 120 días. En ese lapso hay aumentos a docentes y al personal que son todos los meses. La inflación y la demora se transformaron en un problema muy grave para nuestras finanzas”, narró.

“Las obras sociales pagan cuando quieren. El año pasado durante cuatro meses no cobramos nada, también sufrimos mucho la pandemia. Venimos con un atraso en los pagos de las obras sociales, en función de la inflación que tenemos que es del 100 por ciento, más de los aumentos que nos han dado. Todo el sistema atraviesa una crisis muy importante”, agregó.

La profesional expresó también su malestar debido a que en el último censo no se incluyeron consultas que puntualicen el número de personas discapacitadas, lo cual habría permitido un mejor ordenamiento de las políticas públicas en pos de la inclusión. “Fueron eliminados del censo los discapacitados. No preguntaron qué tipo de discapacidad tenía la persona, o si tiene una escuela donde concurrir. Fue un desastre, se levantaron algunas voces pero no les importó. Desapareció el número real de personas con discapacidad que existe en la Argentina y que necesitan atención médica, acompañamiento para insertarse en la sociedad, una educación personalizada, entre muchas otras variables”.

“Inclusión mal implementada”. Además de los problemas económicos que atraviesa la institución, Gentili considera que hay situaciones más coyunturales que en algún momento deberán discutirse y lo llama: “inclusión mal implementada”.

“Cuando hablamos de discapacidad hay un espectro muy amplio. No es lo mismo un niño que tiene una discapacidad visual o auditiva, que alguna cognitiva. Hay una inclusión mal implementada, porque la inclusión que se busca en las escuelas argentinas implicó 20 o 30 años poder llevarlas a cabo en escuelas de otros puntos del mundo, en países desarrollados como Suecia o Suiza. Allí se brinda un método de enseñanza personalizada. Tienen una explosión demográfica muy baja y en la mayoría de los colegios hay entre 14 y 16 alumnos por aula del secundario. Acá en Argentina no tenés ese nivel de alumnos en el secundario. Acá se superan los 30 ampliamente. Si a eso le pones cuatro o cinco personas con discapacidad, o una sola, ¿en qué momento podés aplicar las metodologías necesarias para su aprendizaje?”, se pregunta Gentili.

“Creo que entre los múltiples problemas que hay para implementar esto, uno de ellos es la situación social de Argentina que no brinda la posibilidad de que esta inclusión dé resultado. Las maestras de grado deben estar muy formadas en la atención de la diversidad en el aula. Hay chicos que pueden estar incluidos perfectamente porque dentro del espectro de la discapacidad hay mucha diversidad. Si una persona está en silla de ruedas, adaptás el colegio. Si tiene problemas auditivos, implementas refacciones y se puede adaptar, pero la mayoría de las personas con discapacidad les cuesta mucho adaptarse por docentes que no están preparados”, explicó.

Por todo esto, Gentili considera que las políticas públicas están mal enfocadas por una cuestión social y de tiempo. “Hay un problema socio económico, pero además de tiempo. A ningún cambio lo podés hacer en un corto plazo, porque tenés que capacitar a todos los cuerpos docentes, es algo que no se hace en tres meses o en un año. La pedagogía es toda una carrera en sí misma. Hay que acompañar con psicología y pedagogía para la atención de la diversidad en un aula. Eso no se brinda en un curso. No todos los docentes están capacitados para acompañar el proceso de aprendizaje de niños con discapacidad. A las escuelas secundarias especiales les sacaron la titulación y nosotros a nuestro instituto lo hemos defendido a rajatabla”, completó