Mucho antes de convertirse en el “Señor Cinco”, la máxima autoridad de la Agencia Federal de Inteligencia en la jerga de los espías, Gustavo Arribas ya se manejaba con mucho sigilo y era un hombre lleno de misterios.
Escribano de profesión, y empresario polirrubro con participación en negocios inmobiliarios y agencias de modelaje, el hombre al que sus íntimos llaman “el Negro” salió del ostracismo en 2005, cuando en su condición de representante de futbolistas participó en las ventas de Carlos Tevez y Javier Mascherano al Corinthians de Brasil. Aunque muy pocos conocían su rostro, ya era un nombre familiar para el fútbol cordobés.
En junio de 1999, Arribas le compró a Talleres el 50% del pase de Diego Garay, una de las figuras del equipo de barrio Jardín. Pagó 750.000 dólares y lo hizo en nombre del Fondo de Inversión Boca Juniors, un fideicomiso creado para potenciar el plantel xeneize con nuevos jugadores y luego hacerles ganar dinero al club y a los inversores con sus ventas al exterior.
Garay nunca llegó a vestir la camiseta azul y oro. Emisarios del Racing de Estrasburgo lo vieron jugar en Buenos Aires y quedaron embelesados con su talento. El club francés pagó 3,5 millones de dólares por la ficha del habilidoso mediocampista. “Me hubiera encantado jugar en Boca, pero era complicado porque en esa época estaba Riquelme”, refiere Garay.
Figura repetida
“Arribas fue muy prolijo, al menos mucho más que otros que hicieron negocios con Talleres en esos tiempos. Apenas se concretó la transferencia recibimos el depósito de 1.750.000 dólares”, recuerda Antonio Fauro, quien se desempeñó como gerente deportivo albiazul durante más de 30 años.
Como hombre clave de la gestión presidencial de Mauricio Macri en Boca Juniors, Arribas hizo otras dos operaciones con Talleres: las compras de los jugadores Javier Villarreal (también se convirtió en su representante) y Leonardo Baroni.
“La última fue para hacernos un favor, ya que no teníamos ni para pagar los sueldos”, cuenta Fauro sobre la transacción que Arribas formalizó, de incógnito y a las apuradas, en una oficina del Estadio Kempes minutos antes de un partido nocturno.
Mucha cancha
Tras su gestión en la AFI entre 2015 y 2019, por la que fue denunciado por escuchas ilegales a políticos, funcionarios, dirigentes y periodistas, Arribas retornó a Brasil, donde tiene su propia empresa de representación de futbolistas: Soccer Player Assessoria y Marketing Esportivo.
En el mundo de la pelota las polémicas también rozaron al exfuncionario macrista. El desembarco de Tevez y Mascherano en el West Ham inglés, previo paso por Corinthians, fue señalado por The Guardian como “un claro caso de blanqueo de dinero”.
El ex jefe de los espías figuró en los Panamá Papers como parte de Top Players Agency Coorp, una sociedad que compartía con Fernando Hidalgo, el empresario que representa al delantero cordobés Cristian Pavón, y estuvo en la mira de la Unidad de Información Financiera (UIF) por la supuesta triangulación de pases.
En este caso se investigó las cesiones de Gerónimo Rulli, Guido Carrillo y Jonathan Calleri al Deportivo Maldonado, un club de Uruguay que esos jugadores ni siquiera llegaron a conocer antes de emigrar al fútbol europeo. Con una operatoria similar y de la mano de Arribas, Gonzalo Higuaín pasó de River a Real Madrid, con escala virtual en Locarno de Suiza, en 2006.
Un pase que terminó mal
La estadía de Diego Garay en Racing de Estrasburgo duró apenas 22 partidos. En marzo de 2001, la Federación Francesa de Fútbol suspendió por tres meses al jugador por la portación de un pasaporte falso y sancionó al club con una multa económica.
Talleres fue denunciado por la entidad gala ante la FIFA –en 2004 la demanda entró en la quiebra albiazul y nunca más fue reclamada- y Garay decidió retornar a barrio Jardín porque no iba a poder seguir jugando en Europa ocupando cupo de extranjero.
“Volví a Talleres porque estaba convencido de que el DT me había pedido, pero después me di cuenta de que era un golpe de efecto. ‘Jota Jota’ López me hacía jugar por presión de los dirigentes y no por convicción. Con él no tuvimos una buena relación personal ni deportiva”, puntualiza.
De su experiencia en Francia, Garay –que trabaja en la Municipalidad de San Francisco- afirma: “Fue corta pero muy linda. Me costó mucho la adaptación, porque era la primera vez que viajaba afuera del país. La verdad es que no fui convencido”. Y añade: “Racing era un equipo de mitad de tabla. Al principio me ponían de enganche pero la veía pasar porque era todo pelotazo. Al final terminé jugando de volante por derecha”.
Consultado sobre su relación con Gustavo Arribas, el ídolo de la “T” sorprende con una confesión: “Nunca tuve un dialogo con él. Lo conocí en Ezeiza antes de viajar pero ni siquiera se acercó. Eso me sorprendió”. Y añade: “No me daba bola. Un agrandado terrible, siempre con cara de traste. Yo estuve todo el tiempo con mi representante y ni siquiera estuvo con nosotros en el mismo hotel. La verdad es que fue muy extraño”.