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VISIÓN MACRO

Levy Yeyati: “Hoy estamos como en marzo de 1989”

El economista y académico pasó por Córdoba y aseguró que “la percepción que tienen los inversionistas es que estamos en medio de un puente colgante y desde un lado hay alguien que mueve el puente todo el tiempo. Y nosotros estamos arriba tratando de agarrarnos”.

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Eduardo Levy Yeyati, en la entrevista con Jorge Fontevecchia | MARCELO DUBINI

El economista Eduardo Levy Yeyati pasó por Córdoba y dejó su análisis de la situación macro económica que atraviesa y el país y lo que puede pasar desde el lunes 23 con el resultado de la elección consumado. En ese sentido, Levy Yeyati hizo un paralelismo con otras situaciones de crisis económica que vivió el país y trazó una comparación del actual momento con la hiperinflación de 1989.

“Hoy estamos en marzo de 1989”, graficó Levy Yevati haciendo referencia a una antesala a la crisis de precios que –en julio de ese año- sufrieron subas de 200% mensual. “La percepción del país que tienen los inversionistas es que estamos en el medio de un puente colgante. Al otro extremo, el puente está más o menos agarrado a algo que ancla la posibilidad de un derrumbe. Ese algo hace tres meses era la posibilidad de que un nuevo gobierno más sensato, con capital político y con equipo técnico, para lograr de alguna forma ordenar la economía. Después de las PASO, apareció la posibilidad de Milei, que no es un poste que ancla el otro extremo del puente sino que es más bien un tipo que está todo el tiempo moviendo el puente. Nosotros estamos ahí arriba tratando de agarrarnos, sin saber cuándo lo va a soltar, para qué lado va a ir o si lo va a lograr anclar”, expresó el economista.

Levy Yeyati disertó en Córdoba invitado por la Facultad de Ciencias Económicas -a través del Centro de Estudiantes- y en San Francisco, donde fue convocado por el Instituto para el Futuro de San Francisco. En ese contexto, diálogo con PERFIL CÓRODBA.

-¿Cuál es el margen de reformas que se pueden encarar hoy?
-Hay que encarar todo tipo de reformas, desde la previsional hasta algunos cambios relacionados a la modernización del régimen laboral, un acuerdo fiscal con las provincias, una reforma tributaria que elimine impuestos y racionalice un poco el laberinto tributario y después algunas relacionadas a la reforma del Estado pero para mí no son tan prioritarias como las que mencioné primero. La previsional, la laboral y la tributaria/fiscal hay que abordarlas desde el día uno. En Argentina, los ciclos electorales son muy cortos, por lo que aquello que no pongas sobre la mesa en los primeros seis meses va a quedar para el segundo mandato, si es que hay segundo mandato. Todo tiene que ser rápido.

-¿Se pueden tomar medidas con shock en este contexto o se impone el gradualismo por la magnitud de la crisis? Fue una discusión en el gobierno de Macri.
-Lo de shock o gradualismo en el gobierno de Macri se tergiversó porque sucedió que en 2016 en vez de reducir gradualmente el déficit, de eso se trataba, se aumentó. Se cometió un error por varias razones que se han estudiado y hay diferentes opiniones. Pero el tema es que hoy no tenés espacio para esperar porque nadie te va a financiar ese gradualismo, cualquiera sea. Lo que no puedas hacer lo vas a tener que pagar con más inflación, más incertidumbre y menos crecimiento. Hoy ya ni siquiera hay una opción, ya no se trata de shock: la paciencia de la gente es muy corta y lo que no hagas rápido no lo vas a poder hacer.

-¿Por qué cree que se instaló con tanta fuerza el debate sobre la dolarización? ¿Qué compró la gente ahí?
-La dolarización es una promesa que, salvo la gente que tiene conocimientos técnicos, es una promesa de estabilidad en un país que hace mucho que está deseando, y cada vez más, tener una estabilidad de precios. Creo que desde el punto de vista del marketing tal vez sirva, ya que la gente prefiere tener una moneda estable a una inestable, pero el tema es que se trata de algo inviable, por lo que es natural que eso suceda. La dolarización es muy popular en Ecuador a pesar de que no resolvió ningún problema. La gente quiere estabilidad y a veces no tiene la capacidad o la intención de pagar los costos y la dolarización le ofrece un atajo, según sus propulsores, pero que es incruento.

-¿Qué puede pasar con el dólar? ¿Qué escenarios se imagina?
-Yo creo que el gobierno va a tratar de mantener el dólar a cualquier costo y ese costo es extraordinariamente alto porque están emitiendo deuda a tasas altísimas, pero aún con este costo van a tratar de mantenerlo controlado hasta noviembre y la presión cambiaria la vamos a ver cada vez más en la brecha, y ya hemos visto cómo se han sido separando los tipos de cambios paralelos respecto a los oficiales. Mi impresión es que cualquier incertidumbre electoral o espiralización de las expectativas se va a ver en la brecha y eso puede acabar en cualquier lado porque el Banco Central se está quedando sin munición para intervenir en la brecha como lo venía haciendo hasta hace poco. Ahora, a cuánto va a estar la brecha a fin de año no sabría decirte porque en estos procesos la interacción del tipo de cambio con la inflación te puede llevar a cualquier lado.

-En febrero, usted dijo que más que al consenso, apuntaría a un acuerdo de no obstrucción. Hoy eso está más vigente que nunca.
-Sí, por dos razones: en general, es muy difícil generar consenso político y popular alrededor de reformas que tocan algunos intereses personales. Las reformas las abraza la población y la política si son exitosas y a posteriori. Entonces, al inicio, el gobierno lidera y juega solo y a lo que puede aspirar es a que no le pongan palos en la rueda, que no inhiban el proceso de discusión en el Congreso, que no boicoteen las alternativas, pero de ahí a que la oposición se saque una foto con un gobierno recién electo que va por reformas, o que la gente salga a la calle a apoyar esas reformas, no va a ocurrir. Lo que esperamos es que la gente apoye las reformas cuando los resultados sean positivos, pero no va a ser antes, por eso es indispensable un acuerdo de no obstrucción.