El 12 de septiembre de 2017, Julio César Peralta ingresó a los tribunales, se escondió en un baño del tercer piso y allí esperó hasta las 23 aproximadamente. Con el uso de ganzúas logró abrir la puerta donde se custodia el material secuestrado y acondicionó en tres mochilas 21 kg de cocaína. En la ronda habitual de los policías federales que custodian el edificio, uno de ellos detectó que la habitación estaba cerrada pero sin llave y le llamó la atención la presencia de dos mochilas al costado. El policía pidió colaboración al destacamento de seguridad y cuando ingresó con otro efectivo observó que estaban dispuestas para ser cargadas y llevadas tres mochilas con la cocaína.
Los hechos fueron determinados en la investigación penal que concluyó el martes último con un juicio en el Tribunal Oral Federal 2, integrado en forma unipersonal por el vocal Carlos Lascano. Peralta fue condenado a tres años de prisión efectiva por el delito de robo agravado por uso de ganzúa y llave falsa en grado de tentativa, la misma pena que había solicitado el fiscal en la acusación, Carlos Gonella. Se consideró que no logró sacar del edificio los bolsos con los estupefacientes, de allí la calificación como tentativa.
También se le aplicó una multa de $ 5.000. Durante la última palabra, Peralta dijo estar arrepentido y pidió perdón.
Vulnerabilidad. El dato saliente del juicio se advierte en las consideraciones que expuso el fiscal en su alegato. “Es tanto o más grave que el intento de robo, la información que utilizó el acusado para acceder”, sostuvo Gonella. La hipótesis es que alguien desde adentro del sistema judicial le proporcionó datos sensibles porque Peralta actuó conociendo detalles del acceso al depósito judicial. Cubrió las cámaras con toallas. A oscuras ingresó al sector de la habitación de custodia. Conocía los horarios de circulación de los policías y el personal de limpieza.
Casos escandalosos. En la última década no son pocos los hechos de robos o desaparición de material secuestrado desde depósitos de los tribunales federales. Quizás el caso más impactante es el de Río Cuarto. Ocurrió entre 2013 y 2014. En ocasión de una pericia sobre armas secuestradas en un hecho delictivo se hallaron las cajas vacías. Se ordenó un inventario que determinó la desaparición de 198 armas. Hasta hoy no se supo qué sucedió.