Luisella Gonelli es una joven trabajadora como la mayoría. Trabaja casi todo el día, necesita dinero muchas horas para llegar a fin de mes. Había logrado ahorrar unos pocos dólares y algunos pesos. Su abuela, ya de 91 años, debía continuar sus días en un geriátrico y la casa que alquilaba era mucho más económica, ideal para los ingresos de la nieta.
Hace dos semanas tomó la decisión de mudarse a barrio San Martín Anexo (Esmeralda 567). Lo hizo en varios viajes, evitó pagarle a una empresa de mudanzas. “Yo me mudé hace dos semanas a la casa de mi abuela, tiene 91 años, me mude hace dos semanas, estuve varios días haciendo la mudanza. Trabajo todo el día para poder mantenerme, me voy muy temprano y vuelvo muy tarde”, relató Luisella.
El sábado, todo cambió. “El sábado volví y encontré la puerta reventada. Fueron directamente a donde tenía una plata guardada”, contó.
La manera en que forzaron el ingreso, destruyó la cerradura y la puerta. “La puerta no sirve más. Yo no puedo pagar un cerrajero. Estoy esperando que mi viejo me instale lo pasadores”.
Luisella afirma que le llevaron “600 dólares y 50 mil pesos. No suelo tener plata en casa, pero como es vieja tenía la plata a mano para cualquier emergencia”, explicó. El dinero lo guardaba para mejorar el lavarropas y hacer otros arreglos en la vivienda.
Todo se desmoronó. “¿Cuándo volveré a juntar esto?”, se preguntó.
Pero la odisea no termina ahí, a un par de días del asalto a su nueva casa lo asaltan a su padre. “Ahora, dos días después, el lunes, a mi viejo le roba en barrio Talleres. Le llevan la billetera, la camioneta. No sé si es un entregador o algo”, expresó.
Cansada, indignada reclamó que “ya la situación del país para que un pobre le robe a otro pobre”.
Al mismo tiempo, agradece el trabajo de la policía que llegó a los pocos minutos del llamado. También destaca la predisposición y colaboración de los vecinos. Ahora duda si ratificar la denuncia. “Hacer la denuncia parece que no sirve de nada. Los vecinos, super solidarios”.
Pide ayuda para poder volver a la normalidad. Debe arreglar los daños y roturas producidos en la vivienda. Pero sobre todo, recomponer la confianza en el barrio y sacarse el miedo de perder todo nuevamente.