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CóRDOBA
MANZANA Y ESTANCIAS JESUÍTICAS

Preparativos hacia los 20 años de la Declaración de Patrimonio Mundial

En noviembre de 2000, la Unesco declaró a este conjunto arquitectónico parte del Patrimonio de la Humanidad. Los espacios trabajan en una serie de eventos que empiezan el mes que viene.

Estancia Jesuitica Jesús María
REFACCIONES. La Estancia de Jesús María realiza tareas de mantenimiento en sus instalaciones, de cara a las celebraciones. | Estancia Jesuítica Jesús María

En el marco de la conmemoración de la declaratoria, las estancias de la Provincia trabajan en la puesta a punto de sus instalaciones con refacciones, nuevas narrativas y cronogramas de actividades que tendrán festejos conjuntos los días 17, 18 y 19 de diciembre.

Si bien esta declaratoria es simbólica, es decir que no cuentan con un apoyo económico por parte de la Unesco, sí compromete a los gobiernos al mantenimiento del conjunto que, en este caso, está repartido entre los Gobiernos nacional, provincial y la Universidad Nacional de Córdoba (Los municipios también son parte de quienes administran el sistema; al igual que el Arzobispado). 

El conjunto declarado Patrimonio Mundial está compuesto por la Manzana Jesuítica (conformada por el Colegio Monserrat, la Iglesia y la Residencia de la Compañía de Jesús; a cargo de la UNC) y las estancias jesuíticas de Jesús María y Alta Gracia (ambos Museos Nacionales), Caroya y La Candelaria (a cargo de la Agencia Córdoba Cultura) y Santa Catalina (consorcio privado).

"Esta declaratoria es de una gran importancia porque puso a Córdoba en las guías de turismo de todo el mundo y le dio un estatuto y una visibilidad que antes no tenía. Pero también plantea retos y estos 20 años son un momento clave para volver a mirar el patrimonio y repensar cómo se ha gestionado durante estos años”, empieza diciendo Tomás Bondone, director del Museo Nacional Estrancia Jesuítica de Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers.

En ese sentido, señaló que aprovechando la particular situación de pandemia, en el museo han trabajado mucho en renovaciones y programaciones. “Estamos trabajando -de manera conjunta con la Estancia de Jesús María- en una serie de acciones previstas para los días 17, 18 y 19 de diciembre. El jueves 17 haremos una conferencia magistral a cargo de Horacio Gnemmi Bohogú, historiador de arquitectura, que trabajó en los fundamentos de la declaratoria allá por el 2000.

El 18 habrá un acto en Jesús María y el sábado 19 tendremos otros actos aquí, en Alta Gracia. La idea es que venga el ministro de Cultura de la Nación (Tristán Bauer) y otros funcionarios de Museos y Patrimonio”, detalló.

El museo también realiza algunas modificaciones en salas, renueva sus narrativas en la búsqueda de un espacio más dinámico y sensible y está incorporando arte contemporáneo: “Hemos invitado a dos artistas de Alta Gracia que han hecho proyectos de sitio específico pensado para el museo en diálogo con la historia. Además, renovamos toda la cocina de Liniers y estamos haciendo una limpieza visual, sacando el exceso de información. También en octubre estamos haciendo un ciclo de charlas dialogadas (ver recuadro)”.

Restauraciones. Por su parte, Carlos Ferreyra, desde la Estancia de Jesús María (declarada también por la Unesco Sitio de Memoria de la Esclavitud en 2013) dijo a este medio que se encuentran en plena etapa de restauraciones de cara al 18 de diciembre. “Tenemos varias obras en curso que queremos inaugurar en fecha cercana a la conmemoración de la declaratoria. Estamos restaurando techos que se han caído y después de dos años y medio de trabajo vamos a terminarlos. También estamos haciendo mejoras en el sistema eléctrico y cambios en la reserva y depósitos patrimoniales. Tenemos comprometido al ministro de Cultura de la Nación a un acto que realizaremos el 18 de diciembre con la Orquesta Barroca. El evento se hará con público o sin público, dependiendo el momento de la pandemia y daremos un concierto de música barroca hispanoamericana ya que varios jesuitas fueron compositores y vivieron en las estancias, como el caso de Domingo Zipoli”, cuenta Ferreyra, que también dirige la Posta de Sinsacate.

En la Estancia también apuestan fuerte a la virtualidad, continuando un trabajo que habían comenzado en 2018 y que incluye redes y equipamiento (el museo cuenta con un canal en Youtube con visitas guiadas).

En relación a las estancias que están bajo la órbita de la Agencia Córdoba Cultura, Fernando Blanco, director de Patrimonio Histórico, señaló que una comisión trabaja de manera conjunta en las actividades que realizarán de cara a esta conmemoración. “Hemos estado un poco complicados con el tema de los incendios en La Candelaria, por suerte no llegó al inmueble pero sí está comprometido el sistema eléctrico. En 15 días recién volveremos a tener luz y de momento tampoco tenemos agua”, señaló.

En efecto, si bien aún no hay definiciones sobre las actividades previstas, la comisión empezó a trabajar el jueves pasado sobre una serie de temas y evalúan la realización de un congreso con referentes en la materia. Mientras tanto, ambas estancias se encuentran abocadas a tareas de mantenimiento.

Por su parte, el vicerrector de la Universidad Nacional de Córdoba, Pedro Yanzi Ferreyra, señaló que vienen trabajando activamente desde agosto en un extenso cronograma de actividades que se dará a conocer en unos 15 días y que tendrá un acto central el 30 de noviembre.

Museo Jesús María


Historias dialogadas

Entre el 15 y el 29 de octubre se llevará a cabo el ciclo de charlas Historias Dialogadas en el Museo de Alta Gracia. El primer jueves del ciclo se realizará la charla ‘Las Estancias Jesuíticas, ¿germen de un emprendimiento cordobés?’, en tanto que el 22 de octubre tendrá lugar la charla ‘Tensiones y armonías en las Estancias’.
Por último, el jueves 29 se dictará ‘Estrategias para entrar y salir de la historia’. Todas las charlas -previstas a las 18:30 por la plataforma Google Meet- estarán a cargo de Carlos Crouzeilles y Mariano Giosa.

Estancia La Candelaria

PUNTO DE VISTA
Veinte años después
Por Mónica Risnicoff de Gorgas (Museóloga Grupo Córdoba la Ruta del Esclavo)

Me resulta paradójico pensar desde una postura crítica la declaración como Patrimonio Mundial de la Manzana y Estancias Jesuíticas de Córdoba porque en su momento tuve una participación activa en un proyecto que, liderado por Noemí Lozada de Solla, entonces directora del Museo de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia, convocó a muchas voluntades que promovieron que la Argentina solicitara su inclusión en la lista de la Unesco. Una mirada crítica que pretende situar y analizar desde otra perspectiva el mismo concepto de patrimonio y la validez de las declaratorias.

El patrimonio es una construcción social por medio de la cual un determinado grupo adjudica significado a ciertos objetos mediante un proceso simbólico de apropiación, he aquí el valor simbólico, el valor de uso y el valor de mediación del patrimonio.

Es en ese sentido que cabe preguntarse sobre la validez de los criterios universales de valoración y plantear que ciertas instancias de decisión y legitimación están ligadas a procesos estructurados y controlados desde núcleos de poder; pues sería ingenuo pensar que este generoso reconocimiento de la cultura del otro en el patrimonio de la humanidad elimina las desigualdades entre las metrópolis y las sociedades periféricas.

Así, tanto las declaratorias de patrimonio mundial de la Unesco como las solicitudes de reconocimiento por parte de organismos y Estados parte, pueden ser objeto de reflexiones críticas, pues no sólo tienden al reconocimiento de esos bienes y su conservación, sino que también son poderosos medios de control social y económico.

Se justifica la inclusión por la supuesta sustentabilidad de los bienes culturales con la promesa de que el turismo va a traer una mejor calidad de vida y en muchos casos las comunidades locales terminan excluidas de los sitios y su manejo.

En el caso del patrimonio jesuítico de Córdoba, se puede poner en cuestión no haber advertido el impacto en lo social, en lo económico y en lo político de la declaratoria de un bien compuesto por sitios culturales complejos gestionados por jurisdicciones administrativas diferentes, en donde inevitablemente las relaciones de poder generan conflictividad social. El resultado previsible es que no ha podido elaborarse un relato unificado ni ponerse en práctica un plan integrador de manejo, con convenios interjurisdiccionales y con la participación de las comunidades involucradas.

Pero bueno es también reconocer que los equipos de trabajo de la manzana y las estancias han asumido la responsabilidad, reconociéndose como sitios de memoria. Claro ejemplo de cultura colaborativa, compartieron trabajos de investigación, proyectos de conservación, programas educativos involucrando a sus comunidades, recuperando tradiciones populares y enfocando hechos históricos que suceden entre grupos que no conforman la elite de la sociedad, como los esclavos negros, los artesanos, los criollos y los indios.

Veinte años después otras lecturas posibles podrán definir tipos de relación más cercana con los patrimonios, con formas renovadas de interpretación y de apropiación.

Cada generación hace su aporte y los nuevos responsables de los conjuntos, sin esquivar el conflicto, se preparan para nuevos cambios de paradigma.