Perfil
CóRDOBA
El humor al poder

¿Qué culpa tiene el año?

1-11-2020-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

Menos mal que el 2021 se hizo presente, aunque más no sea para derribar las expectativas que siempre se generan con el paso del 31 de diciembre al 1 de enero. El coronavirus no desapareció, la inflación tampoco y hasta ahora el único deseo que se cumplió es que no lloviera el jueves por la noche, aunque eso sucedió cuando todavía no se había ido el vapuleado 2020. La que faltaba era que, tal como sucedió en la Nochebuena, a la hora de los brindis se desatara un tormentón de aquellos, para que el año pasado se consagrara como el peor de la historia… hasta ahora.

Como después de marzo hubo que posponer casi todo hasta que terminara la cuarentena, los últimos días de diciembre obligaron a una actividad vertiginosa, sobre todo en el Congreso de la Nación, donde se dice que varios legisladores debieron ser atendidos por epicondilitis lateral o “codo de tenista”, a causa de la frecuencia con que tuvieron que levantar y bajar el brazo.  Si bien fueron muchos los proyectos tratados en el recinto, el debate en la Cámara Alta de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo monopolizó la atención pública y mostró a senadores celestes que se pusieron verdes al momento de la aprobación.

Pero una vez finalizada esa maratónica sesión, la agenda informativa volvió a girar en torno a la pandemia, sobre todo porque se teme que el Covid-19 nos sorprenda con una “nueva ola”, cuyas cepas “Johnny Tedesco”, “Billy Cafaro” y “Palito Ortega” podrían tener efectos letales en Argentina. Este contraataque del coronavirus, que empieza a causar estragos en el resto del mundo (corroborando el lema de que “nunca segundas partes fueron buenas”), obligó a que Nicolás Maduro implementara en Venezuela una “cuarentena radical”, que incluiría corralito bancario, congelamiento de jubilaciones y el uso obligatorio de boinas blancas además del barbijo.

A pesar de la desconfianza que se ha sembrado en torno a las consecuencias de su aplicación, la campaña de vacunación con la Sputnik avanza en todo el país, sin que hasta ahora se hayan experimentado más efectos colaterales que unos pocos cuadros febriles, escasas cefaleas y un leve incremento en las solicitudes de afiliación al Partido Comunista. A un funcionario que se cuenta dentro de la selecta cartera de clientes de mi agencia de marketing político, le recomendé que se la aplicara para mejorar su imagen y me dijo que él no se trataba con la medicina alopática, sino con la acupuntura. “Mejor todavía”, le dije, “¿qué le hace un pinchazo más al muñeco de Geniol?”.

El que también prefirió esperar para recibir su dosis de la vacuna rusa es el gobernador Juan Schiaretti, quien declaró que lo haría después de que se la autorice para los mayores de 60 años. “El Gringo está muy sensibilizado porque hace poco se cumplieron 40 años de la final de 1980 entre Racing de Córdoba y Rosario Central”, me comentó un asesor del mandatario, quien señaló que Schiaretti habría llegado a sugerir que el tercer carril de la circunvalación podría llevar el nombre de Alfio “Coco” Basile. “A ver si todavía por culpa de la Sputnik se hace hincha del Spartak de Moscú”, me alertó mi informante desde su despacho en el Panal.

Uno de los primeros gobernadores en colocarse una dosis fue el de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, quien posteó en redes sociales que estaba “orgulloso de poner el hombro”. Menos mal que la aplicación no es intramuscular, porque en ese caso su community manager se las hubiera visto en figurillas para encontrar una frase equivalente. Entre burbujas de espumante que empiezan a evaporarse y sanadoras que no dan abasto curando empachos, el 2021 puso primera y, con él, también arranca la carrera electoral con rumbo a los comicios de medio término, la única excusa que podría motivar a la clase política para referirse a los porcentajes de aceptación de los candidatos, la convocatoria a internas y las artimañas de los adversarios, en vez de limitarse a hablar de los porcentajes de ocupación de camas, la convocatoria a personal de salud y las artimañas de un virus intratable.