“Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído” (Borges)
Ahmed Salman Rushdie es un símbolo viviente de la lucha por la libertad de escribir, publicar y leer. El 18 de mayo pasado, los ‘British Book Awards’ lo honraron con su prestigioso premio ‘Freedom to Publish’, que se entrega a escritores, editoriales y libreros que se oponen a la intolerancia, a pesar de las amenazas que enfrenten.
Su imagen, en el video pregrabado del discurso de aceptación del premio, es una muestra de lo que puede sucederle si no se mantiene alerta el resto de su vida. El cristal oscuro que cubría su ojo derecho, recuerda inevitablemente que en ese lugar del rostro fue apuñalado el 18 de agosto de 2022. Según se informó, sufrió otras 15 heridas en la espalda y el torso ese día en Nueva York.
El escritor británico-americano, nacido en Bombay, ha tenido una vida con restricciones severas desde el 14 de febrero de 1989. Ese día, el ayatolá Jomeini, líder religioso de Irán, dictó el edicto que acusaba de “blasfemo y apóstata”, e hizo un llamamiento a su ejecución. Antes, su libro Versos Satánicos había sido prohibido en la India, Pakistán, Arabia Saudita, Egipto, Somalia, Bangladés, Sudán, Malasia, Indonesia y Catar. Hay que agregar a sus padecimientos la conflictiva relación que ha tenido siempre con sus editores.
Confieso que el realismo mágico de larga duración me fatiga y en ese género sólo he disfrutado a Borges ya que sus ponencias son breves. No obstante, Rushdie, un cultor del género, está avalado por sus críticos literarios y premios como uno de los gigantes del siglo XX. Por eso, su discurso de compromiso del 18 de mayo no careció de algunas grageas destacables: “La idea de que James Bond podría hacerse políticamente correcto”, bromeó Rushdie, “es casi cómico”. También criticó duramente a los intentos conservadores de prohibir ciertos libros en escuelas y bibliotecas públicas americanas y lo definió como un ataque a “la idea de las bibliotecas mismas”. Correlativamente, destacó que “la libertad de publicar y también la de leer” se gana con esfuerzo.
Poder leer. La libertad de leer tiene lecciones que a menudo son pasadas por alto, incluso por los que defienden la libertad de expresión. Es que ser libres para leer es la forma de aprender; poder leer es la base del aprendizaje social. Leer nos conecta con la humanidad, desarrollando nuestra imaginación moral: la libertad de leer es fundamental en una sociedad libre, liberal y democrática.
El peligro Rushdie. Para reafirmar lo anacrónico y funesto de la prohibición de leer a Rushdie, no hay que alejarse del mundo musulmán. En su libro Leer peligrosamente, la autora iraní-americana Azar Nafisi se dirige a su difunto padre, un burócrata reformista que se desempeñó como alcalde de Teherán entre 1962 y 1963. Nafisi le dice que desearía que hubiera leído Versos Satánicos, porque el libro trata de ideas que cuestionan los dogmas. Esto, agrega, es lo que hace que no sólo escribir, sino también leer, sea tan peligroso para las mentalidades tiránicas y también que cualquier gran obra de imaginación sea una amenaza para ellos.
Leer para ser libre. Lo esencial de la lectura es que estimula ese cambio intuitivo y perturbador que significa sentir la libertad. Una vez que una persona vive en ese estado autónomo de independencia no hay espacio para la reversión.