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CóRDOBA
BAJO EL SIGNO DE LA PINTURA

Tras una década de ‘silencio’, Mariano Cuestas expone en El Gran Vidrio

Unas 40 piezas curadas por Dante Montich se muestran desde el viernes en la galería de arte de Humberto Primo 497. Considerado a sí mismo un outsider del arte local y del mundo de la publicidad, el artista vuelve a exponer después de más de 10 años.

Mariano Cuestas
MARIANO CUESTAS. El artista vuelve a exponer en Córdoba después de más de 10 años. | Fino Pizarro


Así como los trabajos de Andy Warhol exploraron la cultura popular y el vínculo del arte con el crecimiento de la publicidad a través de productos de consumo masivo (en las décadas de 1950 y 1960 instaló el pop art en la sociedad norteamericana con sus icónicas latas de sopa Campbell), Mariano Cuestas hace lo propio seis décadas después en Córdoba. 

Con una fuerte referencia a lo urbano, el artista cordobés refleja en su obra todos sus consumos culturales, que no son pocos. En sus dibujos y pinturas se encuentran vestigios de personalidades como Foucault, Duchamp y Van Gogh, hasta pintores como Georg Baselitz o alusiones expresas a Martin Kippenberger, el padre de les enfants terribles alemanes.

“Kippenberger es mi artista favorito. Casi todos los alemanes me gustan pero él tiene un trabajo de expresionismo y de mezclar lo figurativo con algo de lo abstracto que me atrae mucho. Y creo que un poco mi obra es eso, a veces tiendo a ser más abstracto y a veces más figurativo. Además, Kippenberger tiene un manejo del color que me parece increíble. Así como en la música dicen que no hay, después de los Beatles, nada superador, en la pintura pasa lo mismo, hay una camada de los alemanes y del expresionismo que no volvió a repetirse”, empieza diciendo el artista a PERFIL CÓRDOBA.

En una puja constante entre el publicista y el artista, Cuestas confiesa que le resulta difícil mantener ambos mundos disociados. “Yo no dejo de poner en mi obra lo que consumo. Los libros, la música, la gastronomía. Y con la publicidad tengo una relación rara, una historia de amor y odio. Trato de ser más libre, más artesanal, de no llevar la publicidad al arte pero es algo que está dentro mío. Sigo dibujando con lapicera, con lápiz, pintando con brocha, trato de ser un pintor de la vieja escuela, la de los pintores alemanes, pero estoy atravesado por el consumo, las marcas, la indumentaria. He trabajado mucho con la moda, con el lado intelectual de la moda. Sigo comprando revistas como Ohlalá, Vogue y las intervengo. Estoy atravesado por las marcas y creo haber aprendido mucho de la rigurosidad con la que se maneja la imagen”.

Así, Adidas, Heinz o Fitship –marcas con las que su ‘yo publicista’ trabaja– se cuelan en los distintos soportes que su ‘yo artista’ utiliza como base para sus expresiones estéticas. “Algunos me dicen que mi plástica es muy seductora, lo que hace que el contenido pase desapercibido. A veces pongo nombres de bandas y la obra la compra una persona que ni siquiera la conoce. Eso termina haciendo perder el significado de las cosas que ponés, que es lo contrario a la publicidad. Yo pongo un bolso de tenis porque soy adicto al tenis y lo he jugado toda mi vida, pero no lo pongo como referencia al tenis en sí mismo sino porque me sirve como elemento práctico, como excusa para componer”, explica.

Una serie de dibujos pegados a las paredes con cinta adhesiva evidencian la impronta de Dante Montich, curador de la muestra: “Él quiso mostrar cierta rusticidad y contraste con el resto de obra enmarcada, desde la curaduría”.

En las distintas series, también pueden verse personajes vinculados a la música, que van desde Tom Waits hasta Bad Bunny. Y escritores como Raymond Carver, César Aira, Susan Sontag o Roberto Bolaño dan cuenta de la importancia de la literatura en su vida y en su producción artística: “El libro ‘Los dos payasos’, que yo hago aparecer en uno de mis dibujos, significa mucho en la obra de Aira y probablemente el que compre la obra no lo sepa. Pero para mí es importante que esté”, ejemplifica.

Con el sello de ‘Rotisero’ en algunos de sus lienzos se cuela otro de sus hobbies: los viajes y la gastronomía, porque Rotisero es también una invitación a pensar los consumos culturales desde las propias vivencias del artista.

Y englobando todo –algo así como una suerte de ‘Paraguas’, para usar jerga publicitaria–, la grafía ‘Can’ esparcida en toda su obra (y tatuada en su brazo izquierdo) que más que palabra es un concepto en la obra y en la vida de Cuestas: Poder.

“Me gustan las letras de Can. Siempre pensé que todos podemos, en materia de emprendedorismo, me refiero. Por otro lado, los publicistas trabajamos siempre con slogans y con frases. Pero Can es también el nombre de una banda de música que me gusta. Y es un gesto, algo que viene, algo abstracto también”, finaliza.

De la vieja escuela
Mariano Cuestas pertenece a la generación que aún lee libros en papel, sigue escuchando la última banda de La Plata y viendo qué pasa en la música electrónica. “Cuando voy al shopping voy a Indonesia; sigo estando pendiente de la novedad y de la indumentaria, que es la industria más dinámica. Creo que toda esa información está en mi obra. La publicidad es una pasión pero estoy con muchas ganas de enfocarme más en el arte”, confiesa.

Rotisero Mariano Cuestas

ROTISERO. Gastronomía y viajes se cuelan en los lienzos de la exposición que podrá verse hasta marzo.

Bajo el signo de la pintura
Cuestas dibuja desde que era un niño. Llegó hasta tercer año de la carrera Diseño Industrial, cuando una profesora le dijo que lo suyo era la publicidad. “Claro, yo presentaba licuadoras con fotos de James Dean, pero las licuadoras no funcionaban. Entonces empecé a diseñar. Pero en la publicidad fui siempre un outsider, como en el arte. La construcción es más difícil pero me da cierta libertad, nunca dejé mi carrera en manos de galeristas”, cuenta.

Formado por fuera de los ámbitos académicos, estuvo ocho años en el taller de Dante Montich, ha expuesto sus obras en Miami y España y tiene planes de llevar algo de esta muestra a Barcelona. “Afuera me va muy bien porque mi obra es más para ese tipo de mercado. Es muy común ver este tipo de obra en Berlín, por ejemplo. Me pasa mucho que cuando subo algo a Instagram me escriben chicos de 25 años para decirme que les encanta. Le gusta mucho a la gente joven y creo que tiene que ver con la publicidad y estar pendiente de las tendencias”.

Marcas en la obra de Cuestas

MARCAS. Arte y publicidad, sus mundos se conjugan en la muestra.

“Hoy las marcas están tomando mucho del arte y de lo performático”

“Empecé en la publicidad cuando no existían las computadoras. Tengo 53 años y siempre digo que hoy no podemos ni instalar un presidente. Creo que nuestro poder está muy limitado, las marcas son de los consumidores y de los usuarios”, reflexiona el artista y publicista.

En este sentido, Cuestas reconoce que la publicidad ya no tiene tanto poder como tenía antes y que al mapa lo cambió lo digital, las redes. “Hoy una persona te baja o te sube una marca en un posteo. Hay que leer lo que está sucediendo en las calles. Esa horizontalidad hace 30 años no existía. Los publicistas decidíamos qué jean había que vender y cómo. Y eso se dio vuelta totalmente, es el consumidor el que impone las reglas”.

Cuestas señala que esa fue la razón por la que su agencia de publicidad se volcó al branding: “A mí me gusta la construcción de marca. Vos ves una maratón de Nike y 15.000 personas con su remera y eso es casi una performance artística. Y es mucho más fuerte que cualquier campaña de vía pública o spot publicitario. Creo que las marcas están tomando mucho del arte y de lo performático”.