CULTURA
Christian Boltanski (1944-2021)

Adiós al artista de los ausentes

El artista francés, famoso por sus instalaciones y activo participante en nuestro país de BienalSur, murió el jueves pasado en París a los 76 años. Fotógrafo, escultor y cineasta, fue uno de los principales artistas del siglo XX.

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Artista. Cuando comenzó a trabajar con instalaciones recibió duras críticas por evocar el Holocausto. | cedoc

El jueves pasado falleció en París el artista Christian Boltanski a los 76 años. Su padre, judío ucraniano, antes de su nacimiento vivió escondido debajo del piso familiar en París escapando a las deportaciones nazis. La madre, francesa, intentó una crianza en la fe católica. Pero a su infancia la atravesó el relato del terror, de la pérdida por la persecución. Tal vez de allí provenga el paradigma de su obra, que introduce la memoria humana (sus fallas como olvido u omisión) de una forma inquietante. Pintor, escultor, fotógrafo, cineasta, todas estas texturas confluyeron en instalaciones que llegaron a tomar dimensiones de carácter monumental. En sus palabras: “Mi trabajo es un poco como el teatro, pero también es siempre tan diferente. Soy como un músico, puedo tocar mi trabajo y puedo tocar mi trabajo mejor, o peor, dependiendo del lugar donde estoy mostrando. Es teatro sin texto, sin espectáculo. Lo que quiero hacer es algo entre teatro e instalación.” Existe un libro biográfico publicado por Ediciones de la Flor: Christian Boltanski, la vida posible de un artista, extensa entrevista de la curadora del Centro Pompidou, Catherine Grenier.

De su relación con Argentina, vale reproducir lo que Aníbal Jozami, rector de la Untref, y Diana Wechsler, directora del Instituto de Investigaciones en Arte y Cultura de dicha universidad, escribieron a modo de despedida: “La soledad en la multitud ha sido el sino de su existencia, una modalidad que se imprimió en cada uno de sus trabajos: desde sus primeros cortos y las instalaciones de Sombras hasta los Archivos del corazón, pasando por Chance, la instalación en donde lidió con tres de sus obsesiones: azar, suerte y desgracia. También en sus Monumentos e intervenciones realizadas en sitios emblemáticos como la iglesia derruida de Dresden o su gran intervención Migrantes, en Muntref, proceso de trabajo que nos tomó más de dos años, en los que aprendimos a conocernos y en los que se cimentó una prolongada colaboración y amistad.” 

“Boltanski fue además uno de los primeros cómplices de BienalSur. Fue el sitio que eligió para construir lo que ha sido el proyecto del último tramo de su vida: los mitos. En 2017 produjimos en la costa patagónica su instalación sonora Misterios en la 

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que eligió preguntar a las ballenas sobre el origen del mundo. En 2019 curó su work in progress Draw me a Flag, presentado en el espacio público en Buenos Aires y en Río de Janeiro en simultáneo y fue protagonista de la exposición Extranjero residente con sus caminantes y El último vals. Seguíamos trabajando con gran entusiasmo para esta edición en su proyecto Animitas, con el que como un gesto por la paz, intervendría la Pinacoteca Vaticana, y Les disparues, la obra elegida para abrir la exposición que presentaremos en el Museo Caraffa en Córdoba.” 

Los Archivos del corazón es un proyecto permanente alojado en una isla privada de Japón y que se inauguró en el marco del Benesse Art Site Naoshima en 2010. Consiste en el compilado, como archivos digitales, de latidos del corazón de miles de personas, de países distintos, cada una identificable. En 2016, en Teshima, Japón, presentó una instalación de campanas de bronce cuyo destino era evocar la posición de las estrellas la noche en que nació. Pero serán los pulsos los que tomarán relevancia en otra instalación de Boltanski, simulando un viaje temporal de recursos. En Personnes, en el Grand Palais de París, también en 2010, mientras se escuchaban alguna serie de esos pulsos cardíacos amplificados reverberando en el interior de la edificación, utilizó una garra mecánica gigante que levantaba y soltaba ropa usada desde un montículo de 55 toneladas en zonas determinadas. La ropa como cúmulo de cuerpos sin nombres y el mecanismo una creación humana industrial, peligrosa, como los armamentos. O la ropa como despojos humanos, en campos de refugiados en fronteras o en barrios marginales de cualquier capital del mundo. 

En su pasaje a las instalaciones recibió críticas tempranas por evocar el Holocausto, como si su gesto fuera sensacionalista, incluso intencionado. Pero la proyección simbólica atravesó esa barrera, de hecho, un último gesto estético finalizó con su propia vida. Se trata de un video titulado The Life of CB, iniciado en 2011, que consiste en el registro de una transmisión de 24 horas desde el estudio del artista, quien recibió una cifra de dinero mensual por parte del coleccionista David Walsh, obra que queda en manos de su Museo de Arte Antiguo y Nuevo de Tasmania. ¿Quién será el espectador de tamaño registro? ¿Los ausentes de aquellas ropas arrojadas al vacío?