Los stands de literatura infantil en la Feria del Libro fueron muy concurridos. El viernes anterior a la finalización del evento, Ana María Shua aceptó firmar sus ejemplares y sacarse fotos con los lectores. Un grupo numeroso de niñas y niños con guardapolvo se reunió alrededor de la máxima referente del microrrelato en Argentina, quien más tarde aseguró: “este año la Feria fue una gloria”.
La 46a Feria Internacional del Libro de Buenos Aires recibió a 1.324.500 espectadores atraídos por las novedades del mercado editorial, las conferencias y la rica oferta de actividades colocada a disposición de los lectores hasta el lunes 16 de mayo.
“Muchísimo público”, se sorprendió la autora, al mismo tiempo que puso de relieve la magia de “volver a vernos las caras, tocarnos, abrazarnos, hablar personalmente”, enfatizó.
El repertorio de la obra de Ana María Shua incluye novelas, cuentos, microrrelatos y literatura infantil. Su obra fue traducida a quince idiomas, “algunos muy raros para nosotros, como indonesio, armenio, coreano y árabe”, detalló.
El Programa Sur de apoyo a las traducciones (Prosur), según la narradora, asume un rol fundamental en el despliegue internacional de su producción:
“A los autores argentinos, en especial a los que no somos best-sellers, nos ayudó muchísimo el ProSur. Este programa de Cancillería subsidia a las editoriales extranjeras que publican libros argentinos en traducción. En mi caso, ya tenía libros traducidos antes del Prosur, pero ahora aparecen muchas más oportunidades”, explicó Ana María.
“Dime lo que lees y te diré lo que escribes”, suele repetir la autora en sus exposiciones y conferencias. En cuanto al rumbo de sus lecturas personales, lee “de todo y arbitrariamente”, si bien destaca específicamente a una autora francesa que “descubrió” recientemente: Delphine de Viagane.
La escritora nacida en Buenos Aires recomendó también la producción narrativa de Maylis de Kerangal y de Claire Keegan, aunque no se olvidó de los “escritores jóvenes que están escribiendo una literatura de alta calidad en Argentina”.
“Shweblin, Almada, Enríquez, Cabezón Cámara. ¡Tantas mujeres! Luciano Lamberti, Tomás Downey, Vera Giaconi, Marina Closs”, enumeró Shua, temerosa de haber dejado algún nombre importante fuera de su lista.
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Las mujeres dentro y fuera de la literatura
—¿Las mujeres están conquistando espacios de expresión impensables para generaciones anteriores? ¿Cómo ve este fenómeno?
—Lo veo como algo natural. Las mujeres están conquistando todos los espacios, ¿por qué los de expresión deberían ser la excepción? La tribu humana ya no nos necesita para que hagamos crecer la población, parimos menos hijos, los bebés sobreviven a los inviernos. Como una evolución natural, las mujeres debemos dedicarnos a producir. Creemos haberlo logrado nosotras mismas y en realidad es la ola de la modernidad la que nos arrastra hacia los lugares de poder, de producción, de expresión. Bueno, algo ayudamos, claro, nadando a favor de la corriente. Y no estoy tan segura de que estemos conquistando espacios de expresión, la diferencia es que ahora nuestra expresión es valorada, apreciada, aplaudida como nunca antes.
—¿Qué piensa sobre “la grieta” y la intolerancia creciente?
—La grieta está desapareciendo y siendo deglutida por la decepción, el escepticismo, la desesperanza. En este país la polarización existió desde la época de los unitarios y los federales, ni hablemos del peronismo-antiperonismo de mi infancia. En todo caso, hoy veo cada vez más gente, especialmente gente joven, a la que ninguna de las propuestas le resulta creíble o atractiva.
—En un reportaje usted se refirió al “significado siempre evanescente” de las minificciones. ¿Podría profundizar en este concepto?
—[Risas] ¡Si pudiera profundizarlo quizás no escribiría minificciones, sino ensayos! Creo que la idea básica es que una minificción, un poco como un poema, no tiene un significado unívoco. Son polisémicas, están allí para perturbar al lector más que para expresar conceptos. En el fondo, es lo mismo que pasa con toda buena literatura. Las minificciones son engañosamente transparentes, textos translúcidos, medusas del sentido. Y las mejores, como las medusas, pueden ser peligrosas: dejan marca.
Las declaraciones de Saccomanno
—¿Qué opina de las declaraciones de Guillermo Saccomanno en su discurso inaugural de la Feria del Libro?
—Como hecho positivo, creo que puso sobre el tapete muchas cuestiones sobre las que hacía falta hablar, aunque no esté de acuerdo con todo lo que dijo. ¡Por algo causó tanto revuelo! Me gustó muchísimo que haya exigido que le pagaran y me divirtió escuchar los argumentos de los editores que se oponían. Es tan difícil conseguir que se valore nuestro trabajo…No me pareció bien poner a los editores en el lugar del enemigo. Y encontré algo extraño que a esta altura de los acontecimientos haya descubierto que una feria es un lugar para comprar y vender. El libro es una mercadería, la cultura misma es una mercadería en nuestro sistema de consumo y no me parece escandaloso. Pero como decía al principio, ¡fue genial que armara todo este lío!
Sus producciones más recientes
Ana María Shua publicará en septiembre un volumen de cuentos con la editorial Emecé-Planeta.
—¿Qué puede adelantar sobre sus producciones recientes por publicarse?
—Sí, hay un libro de cuentos largos que va a publicar Emecé-Planeta en septiembre. Todavía no estoy muy segura del título… Pero quizás se llame “Sirena de río”. Una siempre está tratando de escribir el libro que le gustaría leer. A mí me gusta que un libro de cuentos me de sorpresa tras sopresa, que los cuentos sean muy diferentes entre sí, que cambie el tono, el estilo, los temas…Y este libro va a ser un poco así, muy variado, que es mi forma de escribir. Hay autores que tienen una voz inmediatamente identificable, a mí me gusta ir cambiando de acuerdo a lo que estoy contando, como quien se transforma o se disfraza.
—Usted habló también de un material de haikus en preparación…
—Al libro de haikus todavía le falta, pero puedo compartir un par, a ver si les gustan a nuestros lectores. Son tan diferentes entre sí como mis cuentos, algunos tienen humor, todos mantienen con rigor la estructura de 5-7-5 sílabas, pero no se atienen al contenido del haiku clásico, a su particular relación con el instante y con la naturaleza:
En todo sueño
te espera aterradora
tu propia cara.
Melancolía
de verano. Memoria
de aquellos verdes.
Pregunta tonta:
¿vino Dios este lunes,
o como siempre?
cp