CULTURA
tiempos de violencia

Derribando estatuas a garrotazos

Como si el "realismo delirante" de Alberto Laiseca brotara de sus libros, los monumentos, en EE.UU., Gran Bretaña, Canadá, Holanda y Francia, sufren cierta venganza histórica.

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Durham. Manifestantes abatieron una estatua a los soldados confederados en Durham, EE.UU. | cedoc

Desde el asesinato de George Floyd se desató una ola de violencia iconoclasta en distintos países. Los manifestantes cuestionan los monumentos sometiéndolos a todo tipo de violencia y, en el mejor de los casos, firman un petitorio para que los retiren. El resultado da un recorrido geográfico más que llamativo.

En Estados Unidos se concentraron el grueso de los ataques. En Portland, Oregon, escribieron “colono genocida” en la estatua de George Washington, la prendieron fuego y arrojaron al piso. En Richmond, Virginia, tomaron por asalto a los confederados: general Robert E. Lee, presidente Jefferson Davis y general Williams Carter Wickham; sumaron a Cristóbal Colón y coronaron con el Richmond Howitzers Monument. Líderes religiosos reclamaron la eliminación del “Monumento de los hombres liberados” en Park Square, Boston, réplica de la estatua original ubicada en Washington, que muestra a un esclavo liberado arrodillado a los pies de Abraham Lincoln. Sobre esta última, el martes manifestaron para que sea retirada. También allí, la estatua de Albert Pike fue derribada y quemada en una hoguera, todo bajo la consigna: “Sin justicia, sin paz, sin policía racista”.

En Estados Unidos, "decapitaron" a Cristóbal Colón y remueven su estatua de dos ciudades

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El sábado pasado derribaron la estatua del sacerdote franciscano Junípero Serra (canonizado en 2015 por el Papa Francisco), en Los Angeles, California. Lo acusan de masacrar a las tribus indígenas de toda la región, sometidas a confinamiento y enfermedades en sus misiones católicas. Como deriva distante, la estatua de Serra apareció con la escritura “racista” en la isla española de Mallorca, su lugar de nacimiento. En San Francisco también derribaron estatuas o bustos del general Ulysses Grant y Francis Scott Key, quien escribió el himno americano The Star Spangled Banner, conocido como poseedor de esclavos. También allí, de manera preventiva, retiraron la estatua de Cristóbal Colón frente al Golden Gate. Lo mismo anunció el Museo Estadounidense de Historia Natural: retirarán la estatua de Theodore Roosevelt de la entrada del museo frente al Central Park, muestra al presidente a caballo secundado por un nativo americano y un africano. En Alaska ya se preguntan qué hacer con la estatua del Capitán James Cook en Anchorage. 

En Gran Bretaña, el monumento a Churchill estuvo a punto de ser atacado. En Leicester el alcalde se niega a retirar la estatua de Mahatma Gandhi al que acusan de “depredador racista y sexual”. Los manifestantes en apoyo al movimiento antirracista norteamericano también piden que se retire la estatua de Cecil Rhodes en la Universidad de Oxford. A principios de mes, en Bristol, la estatua de Edward Colston fue derribada y arrojada al río. Se estima que Colston traficó más de 84.000 africanos como esclavos, 19.000 de los cuales murieron en el camino.

En la ciudad de Hoorn, Holanda,  piden que se retire la estatua Jan Pieterszoon Coen, oficial de la empresa comercial de las Indias Orientales, quien dirigió la conquista de las islas de Banda en 1621 (hoy Indonesia), se estima que de los 15.000 habitantes sobrevivieron solo 1.000. El martes por la noche, en París, arrojaron pintura roja a la estatua de Jean-Baptiste Colbert junto a la inscripción “Negrofobia de Estado”. La misma suerte sufrió Voltaire frente al Louvre (en la orilla opuesta del Sena), para indignación de Macron.