Ce que la nuit raconte au jour es el título de la novela que Héctor Bianciotti escribió en 1992 en francés. Lo que la noche le cuenta al día es la traducción de Thomas Kauf de 1993 de uno de los libros de este escritor argentino que emigró a Francia y fue un escritor argentino que escribía en francés. Además este relato de infancia de juventud del protagonista en Argentina es el primero de un ciclo autoficcional, una suerte de autobiografía novelada, ficciones del yo o como se le ha ido diciendo en la crítica literaria a este tipo de textos que combinan una historia personal, un autor y un narrador que se parecen bastante. Le siguen en orden cronológico Le pas si lent de l’amour de 1995, (El paso tan lento del amor, con la traducción de Ernesto Schóó en 1996) que narra su itinerario por Europa hasta la llegada a París, y el último libro, Comme la trace de l’oiseau dans l’air de l999 (Como la huella del pájaro en el aire, con el mismo traductor, en 2001) donde el autor relata su regreso al país, y el posterior retorno a Europa.
Hay una escena de traducción que no sólo implica la literaria de una lengua a otra. Es la posibilidad de este ir y venir entre las palabras y los lugares, los paisajes, las ciudades, incluso los tiempos entre Argentina y Europa. Más precisamente, Francia, pero también el campo de origen del protagonista, los antepasados piamonteses, su propio itinerario, el descubrimiento de una (pan) sexualidad, la religión, la infancia, la juventud, el viaje. Una forma muy cosmopolita de ser argentino, diremos en palabras de Borges y quizá, Bianciotti sea el heredero, letra por letra, de escribir como el autor de “El Aleph”, menos que el escritor que vino después de él.
En sintonía figurada con este espíritu, como una referencia o inspiración, la muestra colectiva que curaron Andrés Duprat y Diego Sileo se llama Lo que la noche le cuenta al día. En su primera aparición en el Padiglione d’Arte Contemporanea (PAC) de Milán en noviembre de 2023, en el marco de un programa que lleva adelante con el objetivo de mostrar el arte contemporáneo de otros países en el contexto italiano, las obras de artistas argentinos hicieron el viaje de regreso. Ahora en la Fundación Proa vienen a contar el sentido inverso de la travesía.
Vistas en las salas de este centro de arte de La Boca, de cara al Riachuelo, se establecen otras asociaciones: del desarraigo y la extrañeza de la historia política nacional que se cuenta desde piezas de artistas como León Ferrari, Cristina Piffer y Graciela Sacco, en un contexto extranjero a la hondura y posibilidades de otras reflexiones más locales.
Asimismo, los artistas Eduardo Basualdo, Mariana Bellotto, Adriana Bustos, Matías Duville, Leandro Erlich, Lucio Fontana, Ana Gallardo, Alberto Greco, Jorge Macchi, Liliana Maresca, Marta Minujín, Liliana Porter, Nicolás Robbio, Miguel Rothschild, Alessandra Sanguinetti, Tomás Saraceno, Mariela Scafati, Juan Sorrentino y Adrián Villar Rojas forman el conjunto de fotografías, instalaciones, esculturas, videos y performances.
Según Oscar Bony, Lucio Fontana, de quien hay varias obras en la muestra, sólo pudo haber visto la extensión de la llanura en sus viajes de Buenos Aires a Rosario. No hay en Italia ese paisaje de cielo bajo, de línea de horizonte que divide en proporción el cielo de la tierra. Por lo tanto, para Bony los tajos de Fontana eran ese mismo paisaje, pero vertical. Ponerlo patas para arriba, una operación que sólo pudo hacer, cuando viajó a Europa. Esta anécdota original y luminosa, un poco disparatada, tal vez, sirve para desarmar las consideraciones unidireccionales y proponer, como en la muestra, la dislocación, la aventura interpretativa, a la hora de leer la historia del arte a partir de sus creadores.
“Y tuve la revelación de las extensiones de antes del hombre, y alrededor de mi caballo se desplegaban por doquier las distancias, delante de mis ojos, junto a mí y, de ahora en adelante, había un igual abismo llano a mis espaldas. ¿Qué punto en el horizonte podía abrigar la promesa de una escapatoria?”, se pregunta el protagonista de la novela de Bianciotti que refuerza las nociones de vacío y distancia. El viaje como escapatoria, aunque sepa que “no hay senderos que nos conduzcan fuera de la infancia; nunca salimos del infierno original”.
Lo que la noche le cuenta al día
Se puede visitar hasta junio de 2024
Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929 y Caminito, de miércoles a domingos de 12 a 19.
