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Entre parlantes y cocktails: los 5 mejores bares donde escuchar vinilos

Muchos bares y clubes de la Ciudad de Buenos Aires se reinventan en busca de nuevos públicos. Una de las propuestas conjuga la buena coctelería con la reproducción de vinilos en vivo. Galería de fotos

20190522 Vinilos y Cocktails
Sede Whisky. | Leonardo Coulon.

La producción de vinilos continuó en ascenso en los últimos años entre la fabricación, equipamientos y entretenimiento son muchas las opciones de expansión dentro de la industria.

Las reediciones de clásicos están a la orden del día. Pappos Blues, Billy Bond y la Pesada, Vox Dei y Almendra eran antes joyas inconseguibles, ahora son de fácil adquisición así como bandas nuevas tales como los Espíritus, las Sombras.

La accesibilidad a los artefactos y al conocimiento provocó un consumo más diverso. Lo que antes fue un secreto guardado por unos pocos, cobró un matiz expansivo. Ya hace unos años que los equipamientos también acompañan este resurgimiento. Dejaron de ser objetos abandonados en las esquinas oscuras de mercados de usados para materializarse en variadas opciones acorde al nivel de interés del oyente: existen bandejas portables, profesionales y semi- profesionales.

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Más de un coleccionista de antaño habrá apretado los puños frente a la caída de la glamourización del disco, pero es una realidad que los mayores impulsores del revivido interés siguen siendo, como en tantos otros ámbitos de consumo, los jóvenes. Salir, comprar, responder curioso ante la novedad: actividad joven. Recién ahora el consumo de vinilo se acerca al nivel de popularidad que tenía en los primeros años de prensado, luego de años de mantenerse durmiente. Las fábricas responden también a este llamado —en el país, la maquinaria está siendo rescatada por pequeños productores.

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Los bares encontraron una manera de servir entretenimiento de calidad a sus habitués y esquivar las tramas endémicas que la municipalidad ejerce sobre la industria de la música hace años. Algunos invirtiendo en bandejas, otros en mixers y controladores. Escogimos cinco bares en los que beber y escuchar música se mantienen a la misma altura de calidad:

  • Club Lucero. Ex-club de bochas, devenido bar, apuesta al exotismo con su mobiliario de caña y música del trópico. En el fondo, se extiende un jardín con enamoradas del muro, donde pueden degustarse tragos de autor bajo una iluminación tenue. La carta, diseñada por Diego Luka, contiene algunas estrellas estelares: Club Lucero (whisky Jameson, canela, almíbar de miel y limón), Falta Envido (Gin Gordon’s, maracuyá, cardamomo y azúcar mascabo) y Fresco (sake, eneldo fresco, miel de maracuyá y pepino).

Los djs pinchan sobre sus bandejas audiotechnica dispuestas en el salón principal. Tienen dos ciclos: uno los martes a cargo de Yolanda Discos en el que se invitan a músicos locales a compartir sus tesoros y los jueves de Vinilos Tropicales. Este día honra la estética del espacio con cumbia colombiana, bachata, salsa y música del altiplano contemporáneo.

  • Dársena. Con la idea de recrear su propio espacio en un lote vacío, el bar se construyó a partir de containers y materiales reciclables. Empezando por la acción y no por la palabra, el nombre se gesta a partir de esta búsqueda. Agustín Nieto, uno de los cuatro socios del bar, revolvió mapas antiguos de Buenos Aires hasta toparse con Dock Sud y el río Dársena Sur apareció.

El nombre se mantuvo y, en conjunto con sus otros compañeros, el bar fue tomando forma. Renzo Siciliano, chef y socio, se encargó de diseñar la carta orientada al finger food. Se colocó un techo con enredaderas dentro del patio que da la bienvenida tras las puertas de chapa que simulan un fuerte.

Sin ser un centro cultural, apuestan a cumplir con la expectativa que brinda el espacio. Tienen una rotación de djs diaria, que incluye vinyl sets. A veces acompañados por vjs como Ariel Grieco. “Surgió la idea de colocar vinilos e, incluso, hemos hecho ferias. En parte, a nosotros nos interesa el vinilo por el sonido y el descubrimiento de la música. El vinilo tiene eso de encontrar algo antiguo, viejo, como una reliquia. Una especie de souvenir. Nos interesó mucho mostrar eso”, agrega Agustín.

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Cuentan con dos barras: una de cerveza artesanal en el patio abierto del bar y otra de coctelería que mixtura clásico con tiki. Los cocktails más populares son los que contienen almíbares (jengibre, romero). Un trago de la casa: Spicy Rügen (anchos de reyes, jägermeister, apricot brandy, menta, azúcar negra y jugo de lima).

Figueroa Cervecería. El nombre no es por sangre, pero eso no quita lo entrañable de la historia. En una generación pasada, un Aurio corría a lo de un Figueroa a beber sin restricciones.

Ubicado en la esquina de un pasaje adoquinado, este local, atendido por dos hermanos, cuenta con sus propias bandejas ¡Y discos! Sobre las bandejas Stanton giran vinilos de la propia reserva de Flavio Aurio, uno de los dueños, que poco y nada tienen que envidiar a los melómanos más curiosos. Estilos como el Northern Soul se escuchan con respeto y frecuencia mientras se saborea una de las 14 variedades de cervezas artesanales. Se destacan la pinta Filidoro (irish red con tintes de caramelo y amargor bajo), la Blueberry (liviana y con presencia de arándanos) y la Lumpen (o A.P.A caribeña con flor de hibiscus).

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  • Sede Whisky. Con una propuesta innovadora, este bar propone desmitificar el whisky y bajarlo a un paladar sin género. Los recintos donde se saborea la bebida, conocidos por el imaginario popular como masculinos y elitistas, pasan a ser en este espacio un lugar seguro y de disfrute para todos. Cuentan con la camaradería de la Red de Mujeres y algunos de sus tragos buscan reflejar sin pedir disculpas esta mirada. El trago Alfonsina (J.W. Red label, maracuyá, jugo de limón y reducción de malbec) evoca a la leyenda, Alfonsina Storni, poeta y anarquista. También protagonizan la carta aperitivos y clásicos reversionados: Ginger (King of scots, ginger ale Pulpo blanco, soda) y 8 Esquinas (Monkey shoulder, jugo de pomelo, tintura madre de 8 especias, piel de limón y perfume de malta ahumada).

La selección musical tiende a la música negra pasando por sintonías grooveras, hasta funk y dub. Los djs que comparten su colección: Abud y Cucho.

  • 878. Originalmente, el bar fue creado como un guiño a los speakeasies que proveían de infusiones clandestinas a las gargantas sedientas de los norteamericanos durante la Ley Seca, por los años 20. Con esta iniciativa pionera, el bar se ha convertido en un clásico del boca en boca porteño. Detrás de las herméticas puertas de madera, se avanza por un salón ampuloso donde los comensales pueden estirarse sobre divanes con copas o medidas de licor mientras escuchan el rasguño de la aguja sobre los surcos. El volumen permite que la gente converse y llama la atención la nitidez del sonido.

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Su carta es generosa: despliega más de 50 variedades de whisky divididos por origen y procesado (Macallan Rare cask es una grata sorpresa), además de coctelería clásica y de autor (Alto Valle con grapa, Christallino, lima y almíbar de cilantro; un convite refrescante).

A los amantes del sonido, pueden visitar el bar los viernes cuando se realizan los ciclos y a los del whisky pueden refrescar sus gargantas todos los días.

CP