CULTURA
tristan bauer

"Hay que volver a poner la cultura de pie"

El ministro de Cultura y realizador del documental “Tierra arrasada” habló con PERFIL acerca de la “herencia” dejada por Pablo Avelluto y Hernán Lombardi. Anticipa la “reconstrucción” de Tecnópolis y traza algunas pautas sobre el futuro del Centro Cultural Kirchner, de la industria editorial, la Biblioteca Nacional y el Fondo Nacional de las Artes.

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El flamante ministro de Cultura, Tristán Bauer, no esperó mucho para hacerse cargo de la ocupación que le compete. | nestor grassi

A tres semanas de su nombramiento como ministro de Cultura, que casi coincidió con el estreno de su documental político Tierra arrasada, el director de cine y productor Tristán Bauer revela que solo tiene tiempo de leer informes de las gestiones de sus antecesores en el cargo, por un lado el secretario de Cultura Pablo Avelluto y de Hernán Lombardi, quien ofició como titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos hasta el 9 de diciembre. De Lombardi, Bauer “heredó” Tecnópolis y el Centro Cultural Kirchner. En los años de Mauricio Macri en el poder, el nombre de ese espacio se había convertido en una sigla.

Con un presupuesto para Cultura que apenas creció un 10% respecto del año pasado (aunque se prevé que se destinen partidas extraordinarias hasta que se apruebe la ley de presupuesto 2020), el creador de Canal Encuentro y Paka-Paka deberá articular voluntades políticas y ejes de una gestión que, según dice, no quedará en segundo plano pese a la crisis económica que atraviesa el país.

Entusiasmado ante un 2020 de conmemoraciones en honor a Manuel Belgrano (este año se cumplen a la vez 250 años del nacimiento y doscientos años de la muerte del prócer), el ministro de Cultura es, no obstante, cauto a la hora de hacer anuncios sobre nombramientos en algunos organismos y (lo más importante) detallar los proyectos que desarrollará en la función pública. Ante varias preguntas, eligió responder con anécdotas de su trayectoria creativa y de episodios de su papel como funcionario entre 2008 y 2015. Hasta ahora, como él dice, el único nombramiento oficial que existe en Cultura es el suyo, aunque los tres secretarios que eligió para que lo acompañen (Valeria González, Maximiliano Uceda y Lucrecia Cardoso) ya “reciben” en Alvear 1690.

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—Circuló mucho ese clip que armaron con usted entrando a Tecnópolis…

—No es un clip armado, es un video que deja testimonio. Conozco ese lugar desde que era un descampado y decidimos que ahí había que desarrollar ese predio maravilloso que fue, sobre todo para nuestras familias, nuestra niñez. En este período de cuatro años no había vuelto, y encontrar lo que encontramos fue triste. Llegar, abrir las puertas y ver ahí el cuerpo de Belgrano decapitado, San Martín con sus piernas cortadas, fue un impacto fuerte y doloroso. Mi compromiso y del equipo que lleva adelante el ministerio es repararlo y reconstruirlo, y volver a aquella celebración de la ciencia y la tecnología que fue. Ahora vamos a sumar el arte también, como un condimento protagónico más de Tecnópolis para volver a aquella felicidad.

—Más allá de lo simbólico que cuenta sobre los muñecos, ¿qué encontró en lo estructural?

—Encontramos un parque que, dedicándose a él, invirtiendo en él, tiene una posibilidad de recuperación no inmediata, pero podemos volver a ponerlo en valor.

—¿Qué otros lugares visitó?

—El Centro Cultural Kirchner, el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo Histórico Nacional, una casa que está en ruinas, pero que me interesa mucho, que está en el Barrio Chino, en Belgrano. En este momento está en estado de abandono, pero tenemos algunos proyectos para desarrollar ahí. A mí no me gusta anticipar, más que prometer, soy de hacer. Es un proyecto grande, hermoso, y que ojalá lo podamos hacer con colaboración internacional.

—¿Y la biblioteca de la calle México? Por presupuesto la obra debería estar muy avanzada.

—La fueron a visitar la semana pasada y me dicen que no hay nada, solo deterioro. Es una biblioteca que conozco muy bien. Tiene algo que para mí es extraordinario: fue el lugar de lectura y escritura y trabajo de Borges. Su despacho está muy parecido a como lo dejó el maestro. Estuve filmando ahí cuando hicimos el documental Los libros y la noche.

—Va a tener a cargo estructuras monumentales como Tecnópolis y el Centro Cultural Kirchner, ¿cómo conseguirá gestionarlas en un momento económico como el actual?

—Ustedes saben que yo hice un documental que se llama Tierra arrasada. En ese documental aparecen los índices, que son indiscutibles. Y esos datos, por los que voy a agradecer a Alfredo Zaiat, quien fue mi asesor económico, son muy precisos. En este sentido, cuando vos tenés una población que se está muriendo de hambre, la cultura podría estar en un plano secundario. Nosotros creemos que no es así. Poner de pie esta cultura es tan importante como resolver las urgencias del hambre y de la salud. Para mí, el proyecto del satélite argentino (ArSat-1) fue un proyecto científico y tecnológico, pero fundamentalmente cultural. Cuando Néstor Kirchner se enteró que íbamos a perder las órbitas satelitales sin tiempo para negociarlas, de manera casi artesanal, en Bariloche se construyó el primer satélite argentino con científicos y técnicos argentinos. Y hoy gran parte de las telecomunicaciones del país se realizan gracias a ese satélite. Fue un proyecto donde la autoestima fue fundamental. Esa es nuestra manera de entender la cultura, por eso es vital.

—¿Cómo promover a nivel federal este cambio cultural del que habla en un país tan centralizado?

—Creando, sabiendo articular con otros ministerios, por supuesto Educación y Ciencia, pero también Salud, Desarrollo, e ir de menor a mayor. Lo peor que nos puede pasar a nosotros es quedarnos como consumidores. Lo que nos salva es ser productores, ser creadores.

—Dentro de los productores están los artistas, y para ellos el Fondo Nacional de las Artes resulta vital. ¿Qué ocurrirá con la institución? ¿Ya pensó en quién puede dirigirla?

—Conozco muy bien el Fondo Nacional de las Artes, como usuario de los premios, de los créditos, y sé muy bien la importancia que tiene para los artistas que están arrancando. Aún no tengo designado director o directora, pero sí tenemos resuelta la estructura del Fondo. Para mí, fue, es y será fundamental en nuestra gestión.

—La industria editorial atraviesa una de las peores crisis de las que se tenga memoria. ¿Tiene algún proyecto en este sentido?

—Tengo absoluta conciencia de la importancia de la lectura. En estos últimos años, que tenía un poco más de tiempo, estuve estudiando, participando de varios foros, leyendo artículos sobre el fenómeno de la digitalización, de este mundo en que nos toca vivir, donde el conocimiento circula a nivel planetario y a la velocidad de la luz. Esto genera un nuevo territorio digital y, sin embargo, cómo hablamos y cómo tenemos que entenderlo es dentro de un ecosistema donde las lógicas de lo analógico conviven con las lógicas de lo digital. En este vértigo, que me obligó a mí a estudiar estos fenómenos, está la presencia y la existencia del libro. Me propongo abordar el fenómeno con todas sus particularidades, analizar la legislación y trabajar en conjunto. Por suerte el ministro de Educación, Nicolás Trotta, es mi amigo y compartimos las mismas ideas. El anunció que promoverá la compra de libros y ya lanzó el Plan de Lectura.

—¿Alguna medida en cuanto a importaciones?

—No puedo a tan pocos días ahondar en detalles, porque aún estoy analizándolo, pero lo que puedo decir es que la defensa de la producción nacional, tanto en lo audiovisual como en la producción industrial, concretamente de los libros, es central. Con pequeñas cosas uno puede hacer mucho. En 2021 va a ser un aniversario del Martín Fierro. En 2020 se va a conmemorar el 250° aniversario del nacimiento de Belgrano y el bicentenario de su fallecimiento, como Ministerio de Cultura es fundamental tener la imagen, las ideas y la bandera de Belgrano como paraguas de nuestra actividad.

—¿Pudo visitar la Conabip?

—Todavía no, pero es central para mí. Ya hay una candidata para la presidencia de la Comisión.

—¿Qué perfil va a tener la Biblioteca Nacional, más enfocada en lo bibliotecológico o como centro cultural?

—Los dos aspectos son muy importantes: la preservación del patrimonio, el espacio para los lectores e investigadores, y la Biblioteca como motor, centro cultural. El tema del patrimonio para mí es esencial. Ya hay candidato para la dirección. Lo daré a conocer en los próximos días.

—¿Tiene pensado alguna alianza, con Google por ejemplo, para llevar adelante la digitalización?

—La defensa de la soberanía es fundamental. Con esas alianzas, yo soy más que precavido. Nosotros tenemos la capacidad científica, técnica, humana, a veces tecnológica, para hacer proyectos que sean autónomos, que nosotros administremos ese patrimonio. Si se administra ese patrimonio, se pueden tejer las alianzas en los ritmos, en los tiempos, en las necesidades que tiene el país. Pero creo que la preservación y la digitalización de los originales son fundamentales.

—Hay concursos pendientes de directores de museos nacionales.

—Soy partidario de los llamados a concurso. Me gusta el proceso que estamos haciendo, de lectura de los distintos informes, de visita, de hablar con el personal, con los distintos protagonistas de cada tema. Primero conocer y después tomar una decisión, que sabemos que va a ser de mediano plazo. Mientras tanto, quedarán los directores que están actualmente, se removerá alguno si hay dificultades, pero mi mirada a mediano plazo es el concurso.

—¿Tiene el respaldo del Presidente para obtener un presupuesto acorde a sus proyectos?

—Por supuesto. Un tecnócrata frío podría haber dicho que la prioridad es el hambre, la salud, y después vemos la educación. En cambio, se hizo un Ministerio de Cultura. Eso dice mucho.