“Una pibita me espera, pero yo estoy tan enroscado como Dostoievski y pienso de nuevo en el sentido de mi vida”, dice el gran Iggy Pop que entró este viernes 12 de septiembre a las patadas al escenario del Movistar Arena que con 78 años mantiene intacta su actitud punk. Aunque en cueros y su andar cojeando se asemeja un poco a la interpretación de Denis Lavant en Holy Motors de Leos Carax, su presencia sigue inyectando adrenalina.
Obvio que Iggy tenía un chalequito que duró un microsegundo en su cuerpo, ya que lo revoleó y quedó con su torso desnudo. Y así fue durante todo el show en el que vistió con chupines negros que nunca pasan de moda para un verdadero punk rocker. Solo se cambió cuando se puso una camiseta de argentina con su nombre impreso y tocó con otro el argentino Gaspar Benegas, músico de Los Fundamentalistas del aire acondicionado.

Entre los primeros estallidos musicales sonaron “T.V. Eye”, “Raw Power” y “I Got a Right”, su público, también con portación de años en general, fue entrando en calor. Llegó “Gimme Danger”, “Passenger” y “Lust for Life” y la cosa se desató para dar paso al sumun con “I Wanna be your dog”.
No faltó el pogo, el mosh -claro que sin peligros reales como en los de aquellos finales de los setenta donde las condiciones de supervivencia en un boliche donde tocara The Stogees eran bajas-.
La banda de lujo que incluyó a Nick Zinner de los Yeah Yeah Yeahs en guitarra tocó con igual dosis de virtuosismo y distorsión.
Funtime post depresivo
Esta es la séptima vez que Iggy se presentó en el país. Su música es pesada, es catarsis oscura, su click se activa endovenoso preciso en eras como la presente. Y para ir dando paso a la segunda mitad del concierto, con el músico argentino interpretó “Louie Louie”.

Lo cierto es que el recital fue con energía en ascenso, una mini estepa tras “I wanna be your dog” para cerrar muy arriba con “Funtime” y “Loose”.