El macartismo fue una de las infamias más lamentables del siglo XX en lo que se refiere a coartar libertades personales. Tomado del nombre del senador norteamericano Joseph McCarthy, su nombre trascendió las fronteras de los Estados Unidos para convertirse en sinónimo de persecución y discriminación por ideas políticas.
Se trató de un extendido proceso de delaciones, denuncias, interrogatorios, procesos irregulares y acusaciones sin fundamento que derivó en espantosas listas negras contra personas sospechosas de ser comunistas o simpatizar con ellos. Todo eso, en el autoproclamado país de la libertad y con instituciones democráticas funcionando a pleno.
Uno de los blancos favoritos del macartismo fue el cine de Hollywood. La película “El testaferro”, de Martin Ritt y protagonizada por Woody Allen fue un fiel reflejo de aquellos tiempos oscuros. Pues bien, el fin de aquella persecución a quienes piensan o podían pensar diferente tuvo como protagonista a este héroe que acaba de morir a los 103 años, Kirk Douglas.
Es que Douglas, peleó como el protagonista de “Espartaco” para que el guionista Danton Trumbo pudiera firmar con su propio nombre el guión de la película que dirigió un joven Stanley Kubrick. Trumbo firmaba sus trabajos con un seudónimo para evitar las represalias del Comité de Actividades Antiestadounidenses.
Como productor y como protagonista de la película, Douglas tuvo que enfrentar egos y discusiones con Laurence Olivier, Charles Laughton, Peter Ustinov y el propio Kubrick. El mítico actor contó a sus noventa y siete años en sus memorias “Yo soy Espartaco”, las decisiones que se vio obligado a tomar, entre las que se destacan su coraje moral al darle visivilidad pública a Trumbo, que había estado preso en esta caza de brujas, una acción tan eficaz como arriesgada, pero que significó el fin de las listas negras de Hollywood.
Trumbo había preferido no admitir nada en su declaración ante el Comité que lo investigó, antes que dejar que se metieran en su libertad, y por eso, lo encarcelaron y condenaron al ostracismo. Douglas cómo sumó a Trumbo en “Espartaco” con el seudónimo de Sam Jackson a espaldas de los estudios Universal, que produjeron la película de alto presupuesto y también de alto riesgo económico, ya que en esos días se estaba rodando también “Los gladiadores” con Yul Brynner como protagonista.
"Hoy día todavía hay quien sigue tratando de justificar las listas negras. Dicen que eran necesarias para proteger a Estados Unidos. Dicen que las únicas personas que resultaron perjudicadas fueron nuestros enemigos. Mienten. Hombres, mujeres y niños inocentes vieron arruinada su vida debido a esta catástrofe nacional", escribió Douglas en la introducción del libro.
Hijo de inmigrantes rusos, nunca olvidó sus orígenes en la pobreza. "Me entristece decir que el mundo sigue siendo hoy día un lugar dividido por muchas de las cuestiones que nos tocó vivir en la época del terror rojo y el rodaje de 'Espartaco'. La lucha por la libertad humana más elemental representada en 'Espartaco' persiste en todo el planeta, desde Siria hasta Irán", completaba el actor y sus palabras, están más vigentes que nunca.