CULTURA
Fuera de cuadro

Lo sublime

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Frederic Edwin. The Heart of the Andes (1853). | cedoc

En el siglo XIX, viajar, escribir pintar no fueron tareas necesariamente vinculadas con algo artístico. Más bien, describir por medio de esas dos disciplinas los territorios poco conocidos de América del Sur tenía una finalidad económica. Hay tantos ejemplos como compañías que financiaron estos viajes para desarrollos mineros, forestales y científicos. Los viajes de Francis Bond Head y su Apuntes tomados durante un viaje rápido entre La Pampa y Los Andes es un buen ejemplo: lo que no consiguió en materia comercial –la compañía no ganó la licitación encomendada–, sí lo obtuvo en lo literario, ya que fue un éxito. Hasta el mismísimo Sarmiento lo leyó y así supo como era la Pampa argentina que nunca había visto.

Frederic Edwin Church viajó a Ecuador en 1853 pagado por un hombre rico que quería fomentar el comercio con esta región y pensó que los cuadros del pintor lo ayudarían. De esa aventura resultó The Heart of the Andes, el inmenso y magnífico cuadro con el que siguió las enseñanzas del naturalista alemán. Humboldt tiene un capítulo dedicado a la influencia del arte en el estudio de la naturaleza y la importancia de los pintores de paisajes en esta tarea de crear conciencia y enseñar a amar a la naturaleza.

No sabemos si la obra de uno de los artistas centrales de la Escuela de Hudson River fue redituable. Pero su impacto fue más allá de lo pretendido. No sólo en la inauguración dejó a muchos en estado de shock frente a esa experiencia de lo sublime, sino que Mark Twain dijo que no se cansaba de mirar esa pintura, “que se quedaba pegada para siempre en la mente.”

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